Así contamos el enésimo cabreo de La Rosaleda con un Málaga derrotado

Cuando aquel martes 19 de octubre al Málaga le sisaron en El Alcoraz un penalti del 'nuevo reglamento' –en acción similar al gol de Mbappé frente a España en la final de la Liga de Naciones– muchos aficionados recurrieron al tópico. «Veremos a ver si no nos acordamos al final de estos puntos». Y la lástima no es que el equipo blanquiazul los eche de menos, sino que con un escenario completamente opuesto a hace cinco meses –entonces era acceder a los 'play-off' y ahora esquivar el desastre– tienen un valor extraordinario.

Esta tarde recibe al Huesca (18.15 horas, Movistar LaLiga1) necesitado de acabar con su preocupante racha en La Rosaleda (siete partidos seguidos sin vencer) para no conceder aún más a sus rivales directos pese a que la ventaja respecto a ellos se ha recortado ligeramente tras los empates de la Real Sociedad B y el Amorebieta y la clara derrota del Fuenlabrada en Oviedo.

Después de haber fallado estrepitosamente en dos de los tres enfrentamientos con rivales directos –ante los que además tiene perdido en la actualidad el 'goal average' (el particular con el filial de la Real y el general con el Fuenlabrada y el Amorebieta)–, el Málaga encara un tramo duro, frente a equipos que se antojan un escalón por encima. Sin embargo, antes de medirse al Girona, EIbar, Valladolid, Las Palmas o Tenerife, casi como 'partido bisagra' recibe al imprevisible Huesca, tan capaz a domicilio de golear en Cartagena (0-3) como de caer ante el desahuciado Alcorcón (1-0).

Es un conjunto venido a mucho menos, un aspirante al ascenso distanciado en diez puntos de la zona de 'play-off', pero con uno de los bloques más sólidos de la categoría. Y es fácil fijarse en su condición de tercero menos goleado, pero brilla más por el detalle de que ha dejado su puerta a cero en la mitad de los encuentros (15 de 32).

Frente a ese equipo ordenado, amoldado por Xisco Muñoz a jugar con cinco atrás o con un cuarteto en la cobertura (ahora se inclina más por esta opción), el Málaga sueña con encontrar la brújula para mejorar en ataque y dar definitivamente un paso en la consolidación del proyecto con Natxo González. Es cierto que en Fuenlabrada fueron más visibles las aproximaciones al área contraria con las apariciones por la derecha de Jairo y Víctor Gómez (este, baja hoy al estar concentrado con la sub-21) y con las conexiones de Febas con ambos, pero la falta de gol es asfixiante.

Resolver este pesado lastre se antoja vital para sumar los siete u ocho puntos necesarios para evitar apuros, aunque conviene incidir en que la zaga oscense no ofrece habitualmente las facilidades de la fuenlabreña. Es obvio que el Málaga carece de un delantero goleador de cierto nivel, pero el papel de los futbolistas de la segunda línea también deja bastante que desear. Precisamente en esa alternativa, en la aportación de sus extremos y medios punta, se ha basado el Huesca para no sentirse tan agobiado clasificatoriamente. Baste el detalle de que Seoane lleva 11 goles y ha marcado en casi la mitad de los partidos en que lo ha hecho su equipo.

Claro que si imprevisible es el Huesca en su rendimiento –en su juego es otro cantar, con las líneas juntas y la apuesta por salidas con convicción y bien acompasadas– tampoco se queda atrás el técnico malaguista. Más allá de la apuesta por Dani Barrio bajo los palos y del afianzamiento del trío Escassi-Jozabed-Febas en la medular se antoja complicado atisbar los planes de Natxo González en ese afán por variar piezas para mantener a todos los jugadores enchufados.

¿Será Ismael Casas, en el que confía poco, el recambio de Víctor Gómez cuando enfrente estará Mateu o dará la oportunidad a Ale Benítez? ¿Mantendrá a Andrés en el eje de la zaga sin recurrir a la pareja Peybernes-Lombán? ¿Seguirá Cufré, más vulnerable atrás, en el lateral izquierdo? ¿Volverá a cambiar a alguno de los extremos? ¿Dará la titularidad arriba a Chavarría o Roberto ante la falta de puntería de Brandon? Sean unos u otros los elegidos, no puede permitirse el lujo de un nuevo tropiezo en La Rosaleda y dar más vidilla, si cabe, a sus rivales.

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