Primera derrota del Málaga en La Rosaleda (1-2)

Porque probablemente no vaya a existir otro partido esta temporada en el campeonato liguero en el que de forma generalizada se menosprecie más al rival. El Amorebieta (esa suerte de 'Athletic B', porque sólo juegan futbolistas vascos) y encima en La Rosaleda. Dos detalles para dar de antemano por garantizado el triunfo a partir de las 16.00 horas (Movistar LaLiga). Sin embargo, a estas alturas la clave no sólo reside en el rival, sino en el propio Málaga. El verdadero enemigo del equipo blanquiazul es la autocomplacencia, porque cada vez que los pupilos de José Alberto han olvidado las pautas fundamentales para sobrevivir y crecer en Segunda –en particular, la 'triple C' (convicción, cohesión y concentración)– el fiasco ha sido monumental. Hasta el momento estas situaciones se han dado a domicilio, razón por la que en cierto modo puede quedar descartado un exceso de confianza esta tarde. Luego está el 'factor común', la falta de ese delantero centro que sirva de referencia ofensiva y de líder goleador, pero a tenor de esa doble cara mostrada por el Málaga es evidente que los buenos o malos resultados (los números no engañan) no dependen tanto de la creación de oportunidades como de no concederlas al adversario.

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Pedro Luis Alonso

El envite copero del jueves salió a pedir de boca. Escaso sufrimiento, ningún percance físico de consideración, reparto de minutos según el guion previsto... y hasta un futbolista recuperado para la causa (Jairo). Excelentes noticias si se valora que el Amorebieta va a plantear un partido físico, de exigencia y al mismo tiempo de paciencia. El conjunto dirigido por Íñigo Vélez suele parapetarse fuera en un 5-4-1, aunque los futbolistas de banda son particularmente ofensivos (un extremo de toda la vida, Larrazabal, a veces utilizado como zaguero, junto a uno de los mejores centradores de la categoría, Seguin). De ahí que en cuanto el Málaga baje el pistón se puede topar con una acumulación de rivales en la medular y, por lo tanto, con más dificultades para recuperar la pelota. Además, sin Orozko (el típico ariete para jugar en largo, proteger la pelota y sacar al equipo de atrás), quizá el cuadro vasco deba cambiar su estilo de juego. Se antoja imprescindible que la presión sea la habitual en La Rosaleda, y no la casi inexistente cuando toca ejercer de visitante.

Está por ver si determinadas decisiones en la Copa propician cambios en la alineación. Jairo puede tener continuidad en perjuicio de Antoñín o Kevin. A priori Sekou, sin un minuto en Tafalla pese a que sigue bajo de forma, volverá a ser el más adelantado. Nombres aparte, el problema del Málaga está en esa 'triple C' (convicción, cohesión y concentración) y en La Rosaleda, de momento, se cumple a rajatabla. En ello se confía para no fallar esta tarde ante el modesto Amorebieta. Hay que vencer y también convencer.