Tenerife salvó la temporada del Málaga y de Guede la pasada campaña y en esta fue su condena. La situación se había vuelto insostenible para la continuidad del argentino en el Málaga después de seis jornadas. Cinco derrotas ya y penúltimo en la tabla. El ... acuerdo amistoso cuando en realidad los argumentos para el cese del técnico argentino caían por su propio peso..
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1. Los resultados
Tres puntos de dieciocho en esta campaña. Un paupérrimo balance para un Málaga sobre el que se había generado cierta unanimidad a nivel nacional de que era de los equipos que mejor había fichado. Especialmente, tras asegurarse un delantero de eficacia goleadora contrastada como Rubén Castro. Pero el equipo es penúltimo y, pase lo que pase el sábado en La Rosaleda ante el Villarreal B, no saldrá de la zona de descenso, ya que el decimoctavo, el Ibiza, está a cuatro puntos ahora. Es el peor comienzo en Segunda del equipo.
2. Ausencia de estilo
Los bandazos de Guede tenían descolocado a todo el mundo. Comenzó la pretemporada con un sistema de cinco defensas sobre el que pareció que rotaba la planificación de la plantilla, sin apenas extremos, aunque sin unos 'carrileros' contrastados ni recambios claros para ellos. Sin embargo, el verano acabó con el equipo jugando con una defensa de cuatro, el sistema que viene usando en la Liga. Más allá de eso, el equipo no mostraba identidad alguna. Defendía mal y atacaba casi peor, con una acumulación de jugadores por dentro y sin precisión en el último pase. Se acumulaban pocas ocasiones y no llegaba el número ansiado de goles (cinco en seis partidos). Lo peor era la sensación de que se desconocía a estas alturas el sello de este Málaga: ni era un equipo que se replegaba bien para explotar transiciones, ni uno valiente que presiona con intensidad desde arriba, ni uno con recursos para ser protagonista y generar mucho caudal ofensivo.
3. Pésimo nivel defensivo
Doce goles encajados, en seis jornadas, a dos por partido de media, lo que equivale a necesitar tres para ganar, ratio que no ha alcanzado el Málaga ni de lejos, ya que no promedia ni uno. En definitiva, desequilibrio. El cuadro de La Rosaleda es el mas batido de Segunda en este momento, y un repaso por los seis partidos jugados revela unos desajustes defensivos muy graves en la mayoría de los tantos recibidos, una señal muy preocupante. Se volvieron a dar, como en Huesca o ante Las Palmas, en el primer y tercer tanto del lunes. Las semanas transcurrieron, y el equipo no ha evolucionado. Sirva como descargo de Guede que perdió en menos de una semana por lesión a los tres fichajes del verano para el eje de la zaga (Bustinza, Burgos y Ramalho), que Juande no termina de estar en su mejor condición física, y Escassi y Genaro no han dado buen nivel como centrales, pero no justifica del todo el desorden y descolocación, con jugadores que salen tarde a su par o están en otra zona distinta a la que deberían.
4. Un Málaga sin extremos
Lo intentó Guede, a raíz de la llegada de N'Diaye, con un equipo con un centro del campo en rombo, siendo el senegalés el vértice defensivo, con Febas por delante y Álex Gallar y Fran Villalba en los costados, pero como interiores. El Málaga despejó las bandas para sus laterales, pero estos apenas han sido dañinos en ataque. Para colmo, la acumulación de hombres por dentro, con tres volantes de corte creativo y dos puntas por delante no dio rédito alguno. El equipo tuvo fases de posesión abrumadora en Huesca o Tenerife sin resultado alguno, sin que apenas se generasen conexiones ni ocasiones. Para colmo, la plantilla está confeccionada casi sin extremos. Hervías, que no ha contado demasiado y ha actuado hasta ahora de lateral, y el canterano Haitam, poco explotado, son los únicos especialistas.
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5. El empecinamiento en la fórmula
El Málaga no tuvo un 'plan b'. El empecinamiento de Guede le llevó a repetir el lunes casi la alineación de la derrota en Huesca, con la salvedad de Bustinza por Juande. El resultado fue un calco de lo visto ocho días antes. Si bien se puede apelar a lo injusto del penalti en contra para el 2-1, el Málaga se quedó con diez con justicia y el 3-1 reveló otro grave error en un contragolpe tras un córner en ataque. El aficionado reclamaba un cambio en el guión. Ver a un Málaga más sostenido atrás, para aprovechar la calidad de sus atacantes en las contadas ocasiones que se den, u otra fórmula diferente a la contemplada. El equipo ya se ha visto claramente superado esta campaña por varios rivales con menor potencial (Burgos o Albacete), y los cambios de Guede en los partidos (el lunes uno cuádruple, introduciendo dos puntas cuando estaba con diez) no dieron resultado.
6. El peligro de hipotecar la temporada
La afición reclamaba cambios ya porque considera que aún hay tiempo de revertir la situación, en un torneo con 42 jornadas. El Málaga de Guede podría haber reaccionado, pero ¿qué hubiera sucedido si volvieran a llegar pronto dos o tres resultados malos? Para recuperar el crédito y confianza, y que el equipo pueda compensar el desfase de puntos, se iba a necesitar una racha larga inmaculada. El cambio de entrenador puede permitir dar un impulso anímico inmediato y llegar a ser una solución cara a que la temporada del equipo no quede hipotecada en pleno otoño. Cabe recordar que el sexto está ya a siete puntos, y el líder, a once.
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7. Un clamor de la afición contra él
Con el club en una situación institucional delicada, envuelto en una interminable trama judicial para resolver de quién es la propiedad, lo deportivo tampoco levanta el vuelo. La afición acumula meses de decepciones, y se había ilusionado durante el verano con luchar por los puestos altos de la tabla después de unas de las peores temporadas que se recuerdan, en la que el equipo se salvó en la penúltima jornada. Aunque, por un lado, Guede es querido por su malaguismo y no hay nada contra él en lo personal, cualquier aficionado entendía que lo más positivo es que fuese otro entrenador el que asuma el proyecto ante la falta de resultados.
8. Insostenible retorno a La Rosaleda
Si Guede hubiera tenido que sentarse en el banquillo el sábado ante el Villarreal B no lo habría tenido nada fácil. El público ya pidió su marcha en el 1-2 ante el Albacete, en la anterior cita, y hubiera tenido poca paciencia ante cualquier suceso negativo, sin esperar seguramente hasta el final del choque. Cabe recordar que el Málaga encadena catorce partidos de Liga sin ganar en su feudo, desde finales de noviembre, en la primera vuelta de la temporada anterior. Está cerca de cumplirse un año, y está justificado el malestar.
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9. Coherencia del club
El bagaje de Guede empeoraba ya claramente el de José Alberto López y se asemejaba ea de Natxo González, con lo que por parte del club hubiera sido incoherente mantenerlo en el cargo tras haber destituido a los anteriores. Cabe recordar que José Alberto sumó el 43.05% de los puntos, pero le condicionó recibir cinco goles del Ibiza en Martiricos. Mientras, Natxo González sumó el 20%, y Guede, algo más, el 26%, pero en un periodo más largo de partidos dirigidos que el último de ellos (catorce ya) y comenzando en parte una temporada desde cero y con la plantilla reforzada.
10. La permanencia en la 2021-22, un mérito relativo
El principal logro de Guede en el Málaga ha sido asegurar la permanencia en Segunda la campaña anterior. Pero este mérito tiene matices: el equipo sólo sumó ocho puntos en otras jornadas, de forma que la salvación llegó más por deméritos rivales, como tienen asumidos muchos aficionados. El equipo cerró de forma pésima el año con dos derrotas y sin ser capaz de ganar al Burgos en casa en la penúltima, en el duelo que ataba matemáticamente el objetivo sin que el rival se jugara nada. Hubo vaivenes tácticos ya entonces, y heredó un equipo en descomposición, en caída libre, pero fuera de los puestos de descenso, con un colchón de ventaja, no estando obligado a salir ya de la zona de la quema, en la que nunca se entró.
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