Diez años del debut del Málaga en la Champions

Aquel caramelo en la boca se deshizo con facilidad y presteza. Una década después, el Málaga atraviesa una etapa muy distinta. Cumple su quinta campaña seguida en Segunda tratando de regresar cuanto antes a la élite, pero atrapado en una maraña judicial sin solución inminente que le impide crecer económica y deportivamente. Lo ha de fiar todo a una buena planificación en los fichajes y a la igualdad en la categoría, para que obren el milagro de regresar con los mejores.

Aquel 22 de agosto de 2022, a más de un seguidor se le puso la piel de gallina. No fue fácil asimilar tantas sensaciones nuevas en pocos minutos, en especial el sonido del himno de la Champions en La Rosaleda por primera vez, esa composición de Tony Britten, que a su vez consiste en unos arreglos sobre una pieza de Händel (Zadok el sacerdote). Los voluntarios agitando la lona con el logo de la competición en el círculo central, y los jugadores de los dos equipos, Málaga y Panathinaikos, alineados frente a Tribuna oyendo los sones y tratando de disimular la emoción del momento.

El Málaga formó aquella noche inolvidable con Caballero; Jesús Gámez, Demichelis, Weligton, Monreal; Joaquín, Maresca (Camacho, minuto 70), Toulalan, Eliseu (Duda, minuto 78); Isco y Fabrice (Buonanotte, minuto 70). Por tanto, con dos malagueños y sólo un canterano. Pese a la retirada hace unos días anunciada por Monreal, aún siguen en activo Caballero (enrolado en el Southampton), Joaquín (cerca de récords históricos de longevidad en la Liga), Isco (reciente fichaje del Sevilla) y Fabrice (Rio Ave), que sólo unos días antes de esta cita había dejado un récord de precocidad goleadora en Primera (16 años y 95 días) aún no superado por nadie.

Para tener una idea de la entidad del rival, aquel Panathinaikos, no tan venido a menos como el actual, jugó con Karnezis; Vyntra, Boumsong (André Pinto, minuto 64), Velázquez, Spyropoulos; Zeca (Christodoulopoulos, minuto 39), Vitolo, Katsouranis, Sissoko; Mavrias y Fornaroli (Toché, minuto 69).

Se trataba de la eliminatoria previa al inicio del torneo. El Málaga de Pellegrini partía como favorito, pero era mucho lo que había en juego como para descuidarse. Se lo jugaba todo a 180 minutos, después de unos problemas económicos conocidos, el inicio de una desinversión (se fueron las primeras estrellas el verano anterior, tras la consecución de la cuarta plaza liguera).

Los nervios no hicieron mella en una plantilla sobrada de galones y el Málaga impuso su superioridad claramente en la primera media hora de juego, en la que llegaron los dos goles del duelo. En el primero Demichelis marcó a balón parado tras un sutil toque previo de Weligton a la zona más despoblada del área. En el segundo, Joaquín e Isco se aliaron para que Eliseu llegase desde segunda línea para decidir.

El Málaga viajó muy arropado a Atenas para jugar la vuelta, en la que el 0-0 final le dio el pase a la fase de grupos. De esta forma La Rosaleda se aseguró al menos tres partidos más en la Champions, noches memorables las del 3-0 al Zenit, el 1-0 al Milan y el 2-2 contra el Anderlecht, ya con la clasificación para octavos asegurada. La remontada ante el Oporto (goles de Isco y Santa Cruz), tras el 1-0 en Portugal, permitió el pase a cuartos, en los que el Málaga no partía ni mucho menos como favorito ante el Borussia Dortmund. El 0-0 en Málaga lo complicaba todo aún más, pero lo que sucedió después en Alemania es de sobra conocido por todos, en la noche de más infausto recuerdo para el malaguismo, tras acariciar con un 2-3 en el minuto 90 el pase a unas históricas semifinales.