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La realización enfocaba una y otra vez a Antonio Tapia, Francis Bravo y Pablo Guede en pleno conciliábulo durante varias fases del primer tiempo del domingo, ante el Albacete. Se rumiaba un cambio de dibujo o de hombres que le diera más equilibrio al equipo, ... ya con el 1-2, y lo que se vio tras el intermedio fue la salida de Genaro y Ramón, el paso a la zaga de Escassi y la entrada de Jozabed y, a marchas forzadas, de N'Diaye, sobre el que seguramente la previsión era que jugara menos minutos.
El Málaga parte de un planteamiento inicial que no termina de ser exitoso a la necesidad de corregir sobre la marcha numerosas disfunciones. Con la excepción de lo sucedido en Anduva, parece un denominador común en los partidos con Guede al frente, incluso en el tramo final de la campaña anterior. Lo sucedido en estas cuatro primeras jornadas parece el reflejo de una apuesta descompensada, un planteamiento ofensivo que descose el entramado defensivo, en el que concurren dos atenuantes: es casi totalmente nuevo este curso y sufrió cuatro bajas por lesión muscular en una semana (el medio centro Luis Muñoz y los centrales Ramalho, Burgos y Bustinza).
El Málaga ataca con dos delanteros puros, algo que muy pocos equipos hacen en la categoría. A Rubén Castro y Fran Sol sólo cabe considerarlos como 'nueves', por más que al madrileño se le encomendara en Miranda de Ebro una misión de ejercer algo más retrasado, como segundo punta. Este fin de semana apenas el Oviedo (con Borja Bastón y Sergi Enrich) y el Tenerife (Enric Gallego y Borja Garcés) hicieron algo similar. No cabe comparar lo del Granada (con Callejón y Arezo, otro perfil de delanteros), el Huesca (con Kevin y un Escriche que es más segundo punta) o el Albacete, con Higinio de 'nueve' de referencia y Juanma con más movilidad a su lado.
No sólo eso, el Málaga suma a los dos puntas, dos extremos, sean o no puros, con poco contundencia y recorrido defensivo, especialmente Febas, un 'diez' que parte desde el costado izquierdo. Tampoco Álex Gallar acompaña siempre bien a su lateral, como en la jugada desde la que se origina el 0-1 del Albacete el domingo. Tal planteamiento de salida obliga a ubicar dos medios centro de mucho quite. A esto se le suma el que el Málaga no ha destacado de una manera muy especial por su presión adelantada.
Pese a los elogios casi generalizados sobre cómo se ha desenvuelto el club en el mercado de fichajes, el verano parece haber ofrecido algunos giros de guión desconcertantes. Guede partió con un 5-3-2 (o 3-5-2 en ataque), y hasta los dos ensayos finales de la pretemporada no probó con el 4-4-2. El diseño de la plantilla pareció atender a lo primero, sin extremos apenas (Álex Gallar lo puede ser, pero parecía contar como 'diez' por dentro) y con pocos 'carrileros' especialistas, pero se completó el plazo con la llegada de Hervías, un centrocampista de banda del que se pretende tirar también como 'carrilero' o lateral, y con Fran Villalba, un volante creativo, con último pase, del corte de Febas. Al tiempo que Guede daba por bueno el trabajo hecho y se mostraba a favor de ese grupo corto, pero polivalente, llegaron N'Diaye y no lo hizo Narváez, otro extremo (al principio del verano parecía que no eran necesarios), por inmiscuirse un club de Primera en la operación. Es decir, que se pasó a una plantilla de 21 profesionales, ya menos escasa y con un medio centro poderoso que, más allá de ser una oportunidad de mercado, delataba cierta desconfianza en el papel defensivo de los medios centro y ponía el énfasis en la necesidad de ganar músculo en la zona.
La mejor muestra de que el once del Málaga parece tener poco equilibrio es que los rivales generan un alto número de llegadas, que en ocasiones se traduce en una cifra peligrosa de ocasiones o de goles en contra. El caso más evidente fue en el 0-4 ante Las Palmas, que totalizó 17 remates y siete entre los tres palos. Hubo desajustes defensivos graves en todos los goles, menos el que cerró el resultado. Pero también el Burgos desbordó a través de sus 'carrileros' y puso muchos centros en el área, en un partido en el que se defendieron mal las acciones a balón parado. Incluso, en el aparentemente plácido 1-3 en Anduva, el Mirandés tuvo llegada, aunque sin inquietar demasiado salvo en el tramo final, y el Albacete dejó casi decidido el encuentro en los seis minutos iniciales, en un cúmulo de desatenciones en el 0-1 y en el desorden tras la pérdida en campo propio para el 0-2, pero luego generó más ocasiones de peligro serio. Un problema añadido es que, aunque el Málaga concede mucho atrás, por encima de lo normal en la categoría, arriba no termina de contrarrestarlo pese a su mayor calidad respecto a meses previos.
Los cambios de propuesta de juego de Guede, que ahora parece asentado en el 4-4-2, tampoco ayudan. Un equipo puede tener trabajados varios sistemas, sobre todo las dos variantes defensivas básicas, con tres centrales y línea de cuatro, pero la alternancia en toda la etapa del argentino al frente del equipo no crea una estabilidad. Tampoco queda claro a qué juega el equipo, si quiere ser dominante con el balón, replegarse con orden para salir, ejercer una presión intensa arriba... Así las cosas, parece claro que el éxito o la buena senda de resultados sólo puede llegar a partir de un mayor equilibrio, concediendo menos atrás para dar valor a sus goles.
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