Un derbi para detener la sangría

De aquel Málaga al actual no caben comparaciones. El equipo ha ganado un partido de ocho. Lleva cuatro empates seguidos en Martiricos (ante Linares, Ceuta, Murcia y Mérida) y atraviesa el periodo prolongado con más dudas en más de ocho meses de temporada, cuando sólo quedan dos semanas para el comienzo de la fase de ascenso.

La afición tiene motivos de sobra para haberse desmoralizado con un equipo que administra los goles con racanería, que no marca más de uno en un mismo partido desde el 24 de febrero y que, para colmo, perdió a Ramón, otra de las esperanzas en este tramo. Apenas hay argumentos para la ilusión, pero a día de hoy cabe consolarse con dos: la tercera plaza sigue en juego, y esto es casi como empezar ganando en semifinales en los 'play-off'; y las eliminatorias obligan a hacer 'tabla rasa'. Se parte casi de cero, con expectativas intactas y jugándoselo todo a dos partidos muy largos de 180 (o 210) minutos.

El Málaga no tiene fácil alcanzar la tercera posición, pero esta misma noche podría estar colocado ahí a falta de una jornada. Necesita derrotar al Antequera y que el Ibiza pierda ante el Córdoba, que aún defiende la segunda posición, la más ventajosa en los 'play-off', para la que necesita al menos un punto en estas dos citas finales. De salir este doble resultado, quedaría mantenerse ahí tras la visita al Castilla el próximo sábado (18.00 horas), mientras el Ibiza visitará al Recreativo, que aún puede andar detrás de su acceso a los 'play-off'.

Es mucho lo que necesita mejorar el Málaga (sin Moussa niJuan Hernández, con el regreso de Nelson), sobre todo en cuanto a confianza individual y grupal. A día de hoy es un equipo sin sistema ni estilo reconocible, que no logra dar valor a sus buenos números defensivos, porque genera y aprovecha escasas ocasiones, poco punzante desde las bandas, sin jugadores que ataquen bien los espacios e improductivo en el ataque ante un bloque replegado.

El derbi ante el Antequera (este sábado, 19.00 horas, FEF TV) es algo más que un partido. Representa el afán del Málaga por reencontrarse, retomar el hilo, pero también el orgullo de un visitante ante al que hay que quitarse el sombrero. Con sus lógicas limitaciones a nivel económico y deportivo, aquí sí que se aprecia un estilo de juego, el que ha impuesto el entrenador más joven de la categoría, y una forma de hacer en la entidad. Ha sido una temporada exitosa y que ahora se pretende coronar, sin presión alguna, con un duelo para el disfrute ante el vecino de la capital.