SERGIO CORTÉS/PEDRO LUIS ALONSO
Málaga
Martes, 13 de diciembre 2022, 23:52
SERGIO CORTÉS
Posiblemente Pepe Mel sea para la gran mayoría el menos culpable del desastre del Málaga. ¿Pero debe quedar eximido de su cuota de responsabilidad? En absoluto. El lunes próximo se cumplirá un trimestre –sí, tres meses ya– desde su llegada al banquillo tras el fracaso ... del triunvirato José María Muñoz-Manolo Gaspar-Pablo Guede y será el momento de hacer balance. Y hasta ahora el rendimiento del equipo blanquiazul bajo la dirección del madrileño tiene difícil defensa: está a más distancia de la permanencia que cuando el primer técnico dimitió (ahora son cinco y entonces cuatro) y en el equivalente a un tercio de Liga (catorce partidos) sólo se han sumado dos triunfos y un total de 13 puntos.
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El argumento de las «mejores sensaciones» tiene muy poca base, porque las semanas y las jornadas pasan y no se atisba el más mínimo indicio de reacción. Que debamos conformarnos con alguna pincelada de Fran Villalba o de tantos otros no es más que reflejo del listón tan bajo de exigencia que se le ha puesto a la plantilla. Por parte de la afición y, según se ve, del propio técnico. Es más, los dos futbolistas que debían ser capitales en la 'era Mel', porque los conocía sobradamente y porque estaban llamados a ser los líderes en la remontada, están incluso peor. N'Diaye está tieso (¿para qué andarnos con rodeos?), y Rubén Castro, aburrido. A este último le llega un balón en condiciones cada 70 u 80 minutos (que conste, el gol ante el Granada se lo fabricó él).
Y lo que es peor, Mel ya ha entrado en sus últimas comparecencias en el terreno de las excusas y en la petición de plazos y más plazos para que esa supuesta mejoría se refleje en victorias (ni siquiera el juego convincente bastaría debido a la necesidad de ganar). Después de tres meses hay que dejarle claro que no se le ha fichado para hablar de carencias, de lesiones, del VAR y de otros obstáculos, sino para armar un equipo, para blindarse mejor en defensa (aunque sea un poco), para no ser un desastre a balón parado (a favor y en contra), para crear más ocasiones, para no mostrar el miedo que se vio en Ibiza en la segunda parte... Si el equipo no funciona frente al Alavés la permanencia probablemente sea una utopía. Y con el calendario de enero, muchísimo más.
PEDRO LUIS ALONSO
Aun partiendo de la posibilidad de que el Málaga pueda perder este domingo, que es sólo una tesis de la que parte este debate, todavía no un suceso real aún, tampoco destituiría a Mel. Le considero corresponsable, pero creo que cualquier juicio justo debe incluir dos apreciaciones: la primera, que si el Málaga está donde está después de veinte jornadas y haber pasado por el banquillo dos técnicos, no puede ser un problema fundamentalmente de entrenador y, dos, que no creo que pueda haber muchos especialistas en el mercado con el conocimiento de la categoría del madrileño, con dos décadas en diferentes equipos.
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Aún más: creo que el Málaga ha elevado un punto su nivel en los últimos compromisos. Nada del otro mundo, pero de haber jugado así toda la temporada seguramente el equipo no estaría ahora en plazas de descenso, aunque tampoco muy separado de ellas. Ha crecido en la portería, algo muy importante. Sólo me ha chirriado el segundo tiempo de Ibiza, en un partido que parecía más que encarrilado, con un rival muerto, y que se complicó el Málaga él solito, en el más importante de los partidos jugados. Pero antes el equipo fue derrotando al Granada y, tras el empate, tuvo arrestos para buscar el 2-1, se compitió bien en el Ciutat de Valencia con una clara ocasión de Loren para el 1-1, se derrotó a la Ponferradina (sin lucimiento, eso sí, pero hasta permitiéndose el lujo de desperdiciar un penalti) y casi se gana en La Romareda jugando gran parte del partido con diez.
¿Es culpa de Mel la pésima planificación deportiva de Manolo Gaspar y su empeño en no mirar más allá del mercado de jugadores conocidos de Primera o Segunda? ¿Tendría sentido contratar ahora a otro entrenador que, supuestamente, no haya influido en la toma de decisiones en los remiendos que se vayan a acometer en el mercado de invierno? ¿Son culpa de Mel las lesiones de gravedad de los canteranos Víctor Olmo, Moussa y Haitam o que jugadores como Juande, Luis Muñoz, Chavarría, Ramón o Fran Villalba lleven esta temporada pocas semanas en plenitud?
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Podemos ofrecer números fríos en contra de Mel, como las dos victorias en catorce partidos o la desventaja con respecto al decimoctavo con la que puede acabarse la primera vuelta, pero insisto en que el comodín del entrenador se agotó con su llegada. Recurrir a un tercer entrenador en un curso es escurrir el bulto sobre los jugadores y más bien un acto cara a la galería, el de romper la cuerda por su punto más débil. Nada más.
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