El Málaga cayó este domingo ante el Cádiz (0-2) y su renta sobre la zona de descenso se ha reducido a cinco puntos, a doce jornadas del final. En este punto de la temporada caben argumentos para el optimismo y el pesimismo sobre la situación del equipo y si esta es delicada o no.
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Muy pocos piensan que el Málaga de Sergio Pellicer pueda entrar en una dinámica negativa que ponga en peligro su permanencia, pues el equipo es muy competitivo y le planta cara a cualquier rival de la categoría. Pero, al ajustarse las distancias en la clasificación, las circunstancias mandan y es imprescindible, con el tiempo necesario, poner todos los medios para cambiar el ritmo en distintos frentes que permitan reaccionar. Todo ello sin encender las alarmas y con la presión justa, aunque esta siempre existe en el campo profesional.
La irregularidad en los resultados del Málaga es un hecho. Muchos de los puntos llegan gracias al compromiso y el sacrificio del equipo, lo que abre la puerta a una mala racha cuando la suerte no esté de su parte o simplemente lleguen los errores, algo que le ocurre a cualquiera. A todo ello se ha unido la reacción del Eldense, que está complicando las cuentas de los rivales que están situados en esa zona media-baja de la clasificación (los blanquiazules aún tendrán que rendir visita al conjunto alicantino).
Aunque la preocupación todavía no se ha adueñado del malaguismo, pues el peligro de la zona de descenso queda todavía lejos, sí es cierto que comienza a aparecer una importante inquietud en los aficionados por las dificultades que está encontrando el equipo en la segunda vuelta, donde ahora es uno de los peores (el quinto por la cola). De ahí que esta situación mantenga muy ocupados a todos con el objetivo de encontrar salidas, pues gran parte de la culpa de esta irregularidad se centra en las numerosas ausencias y la baja forma de algunos futbolistas.
La competición todavía es larga, pues quedan doce partidos, si bien lo importante es la tendencia y la trayectoria, pues este periodo puede convertirse en una consolidación del Málaga gracias a una mejoría o, por el contrario, podría 'alargarse' excesivamente si los resultados no son demasiado positivos.
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Es cierto que las tendencias o la preocupación aparecen según el último resultado, en este caso una dolorosa derrota en La Rosaleda, aunque las sensaciones de los blanquiazules empeoraron con la llegada del nuevo año, donde el rendimiento se vio trastocado. Ahora, sin fichajes en el mercado invernal, a Pellicer le toca buscar las mejores fórmulas para que no decaiga el rendimiento de un Málaga que se mantiene con cinco puntos de ventaja con el descenso.
En psicología se habla del efecto de recencia, un sesgo que se manifiesta cuando la información más reciente que una persona ha recibido tiene más probabilidad de ser recordada que la previamente adquirida. Digamos que en el fútbol y, en lo que nos ocupa, la situación clasificatoria del Málaga, hay algo de esto. Impera mucho lo más inmediato, el peso de una racha, la tendencia. El equipo tiene ahora cinco puntos sobre la zona de descenso. ¿Son muchos o pocos? Parecerá lo segundo si recordamos que llegó a tener diez hace unas semanas, al comienzo de la segunda vuelta. Pero también eran cuatro sólo el 13 de diciembre... Ahora hay uno más de margen, con muchas menos jornadas por jugar. Pero pesa, y mucho, el partido pésimo ante el Cádiz, de lo peor del curso, muy táctico, con poca ambición demostrada por el Málaga y con el riesgo siempre de quemarse ante un acierto del Cádiz, como sucedió finalmente. Una semana antes el análisis era opuesto, y se elogiaba la respuesta ofrecida en Almería.
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Debemos quedarnos con que, afortunadamente, el Málaga de esta temporada no ha sido casi nunca el que se vio el domingo, salvo contadas excepciones, sino un equipo competitivo (incluso para sumar cuando se vio superado por los rivales), ambicioso, solidario y muy trabajador. Y seguramente al Eldense, al Burgos o al Zaragoza les gustaría cambiarse con el Málaga. Dicho esto, también es cierto que el equipo no puede caer en complacencia ni el relajo. Ni mantener esa imagen tan poco ambiciosa, con un ritmo tan desesperante, del pasado fin de semana. El final se aproxima, pero sigue necesitando puntos, sin necesidad de obcecarse con la dificultad intrínseca mayor o menor de sus citas del calendario, que ya se ha visto que en Segunda es papel mojado (cómo explicar si no el 2-0 del Tenerife al huesca este domingo). Coincide también este momento con muchas bajas en el día a día: lesiones, operaciones, sanciones, y todo ha incidido en una segunda vuelta en la que la sensación es que el equipo no ha evolucionado.
Habrá agoreros que mantengan que fue porque no se fichó en enero y que el Eldense incorporó a nueve y va como un tiro. El fútbol no es tan sencillo ni plano. El Cartagena registró el mismo número de altas y lleva un punto en la segunda vuelta. El Zaragoza y el Almería también ficharon y caen en picado. Aparquemos juicios de este tipo.
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