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SÍ, por Antonio Góngora
Las decisiones siempre hay que medirlas al detalle, pero más aún cuando te la juegas y tu situación sigue siendo límite. Luis Muñoz hizo méritos para una sanción por su inexplicable expulsión en Albacete. Un error muy grave del capitán. Pero el propio jugador adelantó ... ya que su incidente iba a ser tratado como otra tarjeta roja de juego. Es decir, el club, que nunca se atrevió a decir que sancionaría al futbolista, lo castigará, según este comentario del malagueño, de la misma forma que en otras ocasiones, aplicando el régimen interno, cuando algún jugador tuvo que abandonar precipitadamente el campo (el anterior fue Burgos). Lo que supone que no será especial ni tampoco importante.
En el Málaga, sobre todo el entrenador, deberán analizar los pros y los contras de una fuerte sanción en este instante y con las necesidades que tiene la plantilla blanquiazul. El castigo va a existir, sin duda, pero seguramente no será del nivel que muchos aficionados pensaban. La duda radica, sin embargo, en cómo se aplicará a nivel deportivo, pues la baja de Luis Muñoz, aunque no esté al nivel que se esperaba de él, puede perjudicar al equipo en un partido, el de Granada, en el que Pellicer utilizará a más hombres de corte defensivo, que sean capaces de sostener el centro del campo.
Atendiendo a las palabras de Luis, no habrá sanción deportiva, lo que no significa que vaya a ser titular seguro el lunes en Los Cármenes. La sanción de la Federación al jugador, además, sólo llegó a un partido, pues se confirmó en el acta del colegiado lo que el propio futbolista comentó en su comparecencia posterior: que nunca llegó a insultar al colegiado. Pero su persistencia en la protesta fue tal que acabó siendo una segunda amarilla en la misma jugada, lo que influyó de una forma decisiva para que el cuadro malagueño sufriera una nueva derrota.
En el caso de buscar atenuantes para el jugador, todos estos podrían serlo, pues nunca le faltó al respeto al árbitro y después ofreció una rueda de prensa para pedir perdón interna y externamente por su mayúsculo error. Aunque estos gestos no justifique el hecho, es previsible que haya jugado en favor de 'su indulto', de su mínimo castigo. En contra juega que la semana anterior ocurrió casi lo mismo con Burgos, y Pellicer hizo mucho hincapié para que no se repitiera. Las circunstancias mandan y el foco sólo está puesto en los resultados y los puntos…
NO, por Sergio Cortés
No, en contra de lo que dijo Luis Muñoz en su comparecencia en La Rosaleda, el Málaga no puede tratar su expulsión en Albacete igual que la de otro jugador. Menos de dos semanas después de aquella actitud, no se puede mirar hacia otro lado por mucho que ya haya cumplido la sanción federativa y que el ambiente haya mejorado tras la victoria contundente frente al Zaragoza. Porque no sé qué fue peor, si su arrebato de patio de colegio –más grave al tratarse del capitán– o escucharlo decir que no se había encarado con el árbitro (?). Independientemente de que el propio Sergio Pellicer había apuntado horas antes, tras lo ocurrido con el central Burgos, que si la situación se repetía el protagonista ya sabría a qué atenerse, ¿quién garantiza que el futbolista malagueño no vaya a sacar otra vez los pies del tiesto?
En este caso Pellicer no debe dejarse llevar ni porque el futbolista es malagueño (que algunos canteranos creen que por eso tienen patente de corso y no deben ser criticados) ni porque el técnico lo conoce como muy pocos. ¿Acaso el técnico puede plantearse que prescindir de Luis Muñoz supone tirar piedras contra su tejado? No es el caso en estos momentos, porque el centrocampista está muy lejos de ser aquel futbolista tan decisivo hace dos temporadas (cuando, por cierto, ofreció sus únicos partidos a buen nivel durante su etapa como malaguista). A día de hoy no es, ni de lejos, una pieza imprescindible en el equipo a pesar de que en la medular sus compañeros tampoco están para tirar cohetes.
No se trata de ser más o menos permisivo, sino de imponer un criterio de autoridad. La expulsión en Albacete fue de tal gravedad que el propio entrenador debe demostrar con hechos quién manda en el vestuario, así como transmitir un mensaje contundente al resto de los jugadores. Sobre todo, porque estos deben estar muy concienciados de lo que el Málaga se juega en este último tercio de Liga. Tonterías y niñerías, las justas. No se trata únicamente de pedir perdón, sino de entender que una metedura de pata de semejante calado obliga a un periodo de 'reflexión'. Por no hablar de que, tras lo sucedido en Albacete, la presencia en la convocatoria –y no digamos en la alineación– hay que ganársela a pulso con trabajo, y no como un regalo. Desde hace cinco o seis años el buenismo y la falta de exigencia han matado al Málaga.
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