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Higinio, en el remate a placer en el segundo palo que supuso el primer gol del Albacete. mariano pozo

El Málaga de Guede no sabe a lo que juega y vuelve a perder (1-2)

Despedazado defensivamente, nunca ofreció organización de juego frente al Albacete y la afición pidió la destitución del entrenador

Domingo, 4 de septiembre 2022, 18:52

El Málaga de Guede no sabe a lo que juega. Ni en defensa ni en ataque. El Albacete, que no es Las Palmas, lo despedazó en siete minutos y casi nunca sufrió tras los dos goles de renta obtenidos. El equipo blanquiazul fue a la ... deriva toda la primera parte, sin la más mínima contención y con un guion inexistente sobre qué hacer con la pelota cuando la recuperaba. Tras el descanso el diagnóstico no mejoró, con encefalograma plano en el campo y en el banquillo. La afición dictó sentencia con un atronador «Guede, vete ya» al acabar el partido: 1-2.

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Casi en el minuto 2 entre Escassi y Javi Jiménez mostraron una alarmante apatía para poner el balón en juego tras una falta. Segundos después Fran Sol (un punta) tuvo que realizar un esprint de 30 metros para tratar de evitar, sin éxito, la progresión del lateral derecho Álvaro Rodríguez porque Febas, que no es especialista en correr hacia atrás, no llegaba. Entre la desgana con la que salió el equipo y el desastre táctico se explica que a los siete minutos el Albacete ya contara con una ventaja de dos goles. Porque el equipo, con un once más o menos cantado (con la única novedad de Ramón en la medular), no salió ni mucho menos con el cuchillo entre los dientes. Pero lo más preocupante es que o nadie en el cuerpo técnico conocía las virtudes del rival (de lo que conviene dudar) o a Guede no hay quien lo convenza de que por ese camino cada partido va a ser una ruleta rusa.

El Albacete hurgó en la herida del Málaga. Explotó las subidas del ya referido Álvaro Rodríguez, insistió con Juanma en los cambios de orientación a la espalda de Juanfran (el origen del 0-2), buscó el juego entre líneas una y otra vez para buscar las cosquillas a Escassi (lento) y Ramón (desnortado), trató de encontrar resquicios entre Juande y Javi Jiménez… Frente a ello, una nula respuesta de los locales, expuestos continuamente por la falta de conjunción, las numerosas vías de agua y, sobre todo, esa imagen de equipo despedazado defensivamente. Y ya se sabe que cuando esto sucede aparecen los nervios y ya sale todo mal. Aun así, cuando dos futbolistas de zonas distintas se estorban (Gallar y Escassi) o cuando un central rechaza de cabeza y el balón le golpea al otro en la espalda (Juande y Genaro), el problema es más grave. Ver a N'Diaye calentando a los 35 minutos a pesar de su bajo estado de forma (como reconoció el técnico en la víspera) fue demasiado elocuente.

¿Y en ataque? El Málaga también mostró en la primera parte una deficiente organización de juego. Ramón estuvo desaparecido, Escassi no está para organizar y arriba, como en el recreo, 'cada uno para su bolsa'. Centros lejanos, mucho balón al pie, exceso de individualismo y, sobre todo, sin juego en la media punta. Y aun así tanto descontrol no derivó en un descalabro mayor al descanso porque el equipo marcó en una segunda jugada tras un córner. Bernabé repelió el primer remate de Escassi a centro de Ramón, pero nada pudo hacer en el segundo.

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Sin centro del campo, el Málaga se fue al descanso y al regreso, como es lógico, Guede lo cambió por completo. Aceleró el estreno de N'Diaye y recurrió a Jozabed, y de paso retrasó a Escassi por Genaro. En el Albacete también se produjo una novedad relevante porque se quedó en el vestuario por lesión el ariete Higinio, que había hecho sudar la gota gorda a los centrales. Su recambio, Dubasin, no tenía su capacidad intimidatoria.

Entre la presencia de N'Diaye, que transmite más energía a sus compañeros, y el temple de Jozabed el Málaga tuvo algo más de jerarquía en el juego. Pronto pudo nivelar la contienda en un doble remate de Rubén Castro –luego el meta Bernabé lo evitó en un rechace con el pie–, pero el Albacete nunca pierde el sitio y tampoco regala la pelota. En defensa se blindaba con Olaetxea como un tercer central y en ataque triangulaba para confirmar la pobre capacidad de recuperación blanquiazul.

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Los minutos pasaron sin que el Málaga tuviera un plan. Guede no paró de meter jugadores de ataque en la recta final. Otro mal síntoma. La afición esperó pacientemente un arreón que no llegó –el rival pudo marcar el 1-3 en la prolongación– y al final se expresó con contundencia con un «Guede, vete ya».

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