Cruel empate en el descuento de un Málaga que tenía el triunfo en sus manos

El equipo blanquiazul lo hizo todo para hacer bueno ese gol tempranero de Dioni. Se defendió bien, nunca renunció al ataque y su intensidad apenas bajó en todo el encuentro. Sergio Pellicer le ganó la partida, en términos generales, a Rubi, controlando siempre la gran fortaleza del cuadro almeriense y buscando sus opciones en ataque. Disparó más sobre la meta contraria el cuatro visitante, pero generalmente desde la distancia, intentando sorprender a Herrero.

En cualquier caso, pese a la igualada final, el Málaga dio otra lección de entrega, compromiso y trabajo en un escenario muy complicado. Contaba con el apoyo de su gente, como se pudo comprobar, pero el poderío del Almería se convertía en un gran inconveniente por la racha que había acumulado de triunfos en los últimos encuentros.

Pellicer, de entrada, mantuvo su habitual plan de partido, con un once retocado mínimamente, pero los habituales del entrenador blanquiazul. Hizo algunas variaciones, sólo dos, para afrontar uno de los choques más exigentes en casa de la temporada. Dio entrada a Kevin y a Dioni, mientras que los otros nueve hombres del partido de Castellón se mantuvieron entre los titulares, con casi toda la plantilla disponible. Y el encuentro comenzó como se preveía, intenso y emocionante. Luis Suárez tuvo su opción en el primer instante, aunque algo escorado, mientras que el Málaga buscaba el control del choque, pero sin descuidar la parcela defensiva.

El partido buscaba el equilibrio táctico de los dos bloques, si bien las aproximaciones de peligro comenzaban a aparecer. Y en la primera más seria del Málaga llegó ya lo que se estaba negando, el gol. En una acción por la derecha, Puga centró para que Dioni rematara al fondo de las mallas con un cabezazo espectacular al segundo palo que superó al meta visitante (el balón golpeó en el poste, tocó en el portero y entró) y permitió que los hombres de Pellicer abrieran el marcador en un encuentro con un ritmo endiablado.

La clave para el Málaga estaba a partir de entonces en mantener el mismo nivel que hasta entonces, sin replegarse en exceso. El Almería se centró en las transiciones rápidas y en los contragolpes, pues el Málaga siguió con el control del juego cada vez con más dificultades. El cuadro visitante intentaba mostrar su poderío poco a poco, avanzando sus líneas y presionando más arriba a los blanquiazules. Kevin pidió un penalti que el árbitro no concedió tras una acción anterior en la que el extremo fue objeto de una falta clara al borde del área. El canterano llevó el desequilibrio en todo momento, siendo una pesadilla para el rival por su banda.

Las buenas sensaciones del Málaga estaban ya presentes en otro partidazo en La Rosaleda después de dos derrotas a domicilio. Los blanquiazules volvieron a su dinámica de toda la temporada, con un trabajo solidario en todo el campo y siempre en busca del ataque. Aunque el Almería no arrojaba la toalla de ninguna manera y lo intentaba con lanzamientos a media distancia.

Los blanquiazules estaban superando a sus rivales, pero los 'latigazos' del cuadro almeriense eran peligrosos y obligaban a Herrero a intervenir en ciertas ocasiones, algunas importantes. En la última fase del encuentro, el Almería estaba maniatado por los blanquiazules en una nueva exhibición de trabajo y sacrificio frente al rival más fuerte, con la mayoría de futbolistas procedentes de la élite. Pero el Málaga no se encerraba por completo, sino que mantenía su presión arriba y la amenaza constante pese a jugar ya con una defensa más poblada con la entrada de Galilea.

Pero en un córner inoportuno y tras un error en el minuto 96, el Almería consiguió igualar la contienda por medio de Edgar. Fue un duro golpe para la afición y el equipo blanquiazul, que tenía el encuentro bajo control y quizás mereció hacerse con los tres puntos en juego pese al potencial de su rival. Al final el público se marchó con un sabor agridulce, porque veía cómo llegaba ya el final del choque con esa victoria crucial.