Husillos, Michel y Arnau. SUR

Crónica de un descalabro anunciado

Husillos no acertó en la elección de Jose como recambio de Míchel y la mayoría de sus incorporaciones, marcadas por las limitaciones económicas, tampoco funcionaron

Viernes, 20 de abril 2018, 00:00

Es la crónica de un descalabro anunciado. Más allá de que el descenso del Málaga a Segunda también sea consecuencia de la paulatina pérdida de calidad (por la falta de inversión y los diferentes traspasos), la máxima del fútbol se ha cumplido a rajatabla: ... el rendimiento de un equipo depende de la planificación en verano. Y en este caso fue tan nefasta por el divorcio entre el presidente, Abdullah Al-Thani, y el director deportivo, Francesc Arnau, que ha sido un lastre toda la temporada.

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Algo debía de fallar en el Málaga cuando en dos veranos seguidos sus respectivos entrenadores (en este caso, Juande Ramos y Míchel) estuvieron a punto de tirar la toalla. Todas las esperanzas puestas en un proyecto capitaneado por el artífice de la última permanencia desaparecieron con excesiva antelación. «Será Míchel quien haga el equipo», se decía en el mercado. Pero a la postre no fue así. El sábado 17 de junio SUR publicaba una información bajo el titular: «Míchel comienza a impacientarse». El madrileño ya estaba aburrido de tanta espera. Ya se había marchado Sandro y barruntaba que podía seguirle Camacho mientras la comunicación entre Al-Thani y Arnau no existía. Este lo achacaba al Ramadán, pero en realidad el presidente ya no confiaba en él. Hubo tantos y tan interesantes nombres encima de la mesa que se escaparon por la falta de confianza del presidente en el director deportivo... Y no fue el caso del guardameta Roberto, el único incorporado en verano que ha funcionado, porque, como bromeaba el entrenador semanas más tarde, «lo he tenido atado a la sombrilla en la playa en Ibiza».

La nefasta planificación deportiva producida en verano, consecuencia del divorcio entre Al-Thani y Arnau, lastró toda la temporada

El panorama fue aún más confuso cuando el día del regreso a los entrenamientos se formalizó el traspaso de Camacho, cuando no se les encontraba acomodo a los descartados o cuando se consumó el ridículo en la frustrada llegada del central Meré. O en la repesca de Kuzmanovic, lesionado de gravedad toda la campaña anterior, o la apuesta por un portero turco sin el más mínimo nivel en un 'cambalache' por la salida de Kameni. El Málaga se marchó a la pretemporada en Holanda con muchos deberes por hacer y regresó con un panorama descorazonador. Y no por los resultados obtenidos, todos negativos. No había recambio para Camacho, Borja Bastón necesitaba un competidor de nivel para rendir más (como estaba previsto desde el principio) y, lo que es peor, Pablo se había marchado camino de Villarreal.

'Caso Pablo'

El 'caso Pablo' merece punto y aparte. El impacto de la noticia publicada por SUR.es el viernes 21 de julio fue terrible en la concentración en Holanda. Apenas cuatro o cinco componentes de la plantilla conocían que el volante castellonense iba a dejar el club previo pago de la cláusula de rescisión. El entrenamiento en la mañana del sábado parecía un funeral y ni siquiera algunas bromas de Míchel levantaron el ánimo. Al-Thani, auténtico culpable de la salida (tiró abajo el acuerdo pactado en primavera), echó la culpa a Arnau. Mientras el jugador se despedía de sus compañeros el lunes 24 entre lágrimas, el director deportivo recibió permiso para fichar a un sustituto. Viajó a Italia y contrató a un auténtico desconocido, Cecchini, por el que pagó más de cuatro millones de euros y al que le puso una ficha muy superior al millón. Después de dos entrenamientos del joven argentino un futbolista sentenció: «Nos han quitado al futbolista más importante en el juego y nos han traído a un niño que parece del filial».

La ruptura entre Al-Thani y Arnau se llevó por delante todo el proyecto. Las propuestas de Míchel se fueron al garete una tras otra, en especial el centrocampista Javi García. El jeque se metió a director deportivo y apostó como recambio de Camacho por un medio de contención procedente de la Segunda argentina, Rolón. El 19 de agosto el entrenador estaba tan aburrido como todo su equipo de trabajo y como los propios jugadores. «Con esto no vamos a ningún lado», advirtió uno de estos. Algunos amigos le aconsejaron al técnico que tirara la toalla y a él llegó a pasársele por la cabeza, pero su respuesta fue contundente: «No me puedo ir. No puedo dejar tirados ni a los chavales, que lo dieron todo por mí, ni a la gente de Málaga y del club, que tanto me han ayudado».

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Durante casi toda la primera vuelta el Málaga pagó su falta de gol –el delantero traído a última hora, Rolan, llegó lesionado y además admite que se mueve mejor arrancando desde la banda– y también la falta de un medio de contención que equilibrara al equipo. Ni Rolón ni Kuzmanovic ofrecieron el nivel adecuado, así que los partidos y los puntos se fueron escapando casi siempre por detalles. Hubo que esperar 10 jornadas para obtener el primer triunfo (ante el Celta) y Michel recurrió a Adrián para buscar cierto equilibrio. Fue la mejor fase del equipo: tres victorias, un empate y dos derrotas (una por la mínima en el Bernabéu) dispararon las expectativas. Al-Thani ya había destituido a Arnau y repescado a Mario Armando Husillos como director deportivo.

Pero la remontada no se consumó. Precisamente en el momento clave Adrián se lesionó y de nuevo afloraron las dificultades en la pieza necesaria para contener. Pasaron factura especialmente en una cita clave, la última de 2017, en Mendizorroza frente al Alavés. Husillos ya había fichado a Ignasi Miquel para apuntalar la defensa y también había recuperado a Iturra para reforzar la posición que tantos quebraderos de cabeza había dado. Pero el chileno tuvo que esperar a enero y, si bien cumplió con creces, los problemas de gol eran una losa demasiado pesada.

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Con el equipo penúltimo y sólo 11 puntos, el Málaga prescindió de Míchel justo en el ecuador de la Liga. Husillos se había encontrado un panorama desolador en el capítulo económico. Ninguno de los futbolistas de cierto nivel a los que tanteó podían venir debido a que el margen de maniobra era mínimo. Guidetti se fue al Alavés y Diop recaló en el Eibar. Tampoco en la búsqueda de entrenador el panorama era sencillo, porque ya entonces distintos candidatos consideraban que el equipo estaba casi desahuciado.

Males ofensivos

Husillos optó por un técnico al que conocía por jugar con las líneas juntas y cuyos equipos suelen conceder pocas ocasiones, José González. Pero para entonces, ya con Iturra asentado, los males más evidentes eran los ofensivos. La llegada de Success (recomendada por el nuevo entrenador), Lestienne, Ideye o Samu –el caso de Bueno es distinto, porque era un futbolista para el estilo de Míchel– no deparó gran mejoría. Si fichar en el mercado invernal es complicado, mucho más con poco dinero. No obstante, sí es muy cuestionable que llegaran tantos recambios. En cualquier caso, Jose apostó con fuerza por En-Nesyri, cuya virtud no es precisamente el gol.

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Las estadísticas de Jose como entrenador no pueden ser más apabullantes en su contra. Pero también lo son su mal manejo del grupo, su falta de autoridad en momentos puntuales, su escasa capacidad de reacción en los partidos, su empecinamiento en un sistema fijo y, sobre todo, su escasa ambición cuando el Málaga necesitaba ganar y no le bastaba con empatar. Con él el equipo apenas mejoró, pero a la postre el vaticinio que se hacía en el vestuario a la vuelta de Holanda, a comienzos de la pretemporada, se ha cumplido. «Con esto no vamos a ningún lado». La planificación deportiva y económica no pudo ser más nefasta en verano.

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