Diez momentos clave de la temporada 'milagro' del Málaga

Se cierra una nueva campaña para el Málaga. Es momento de descansar y recordar todo lo vivido con perspectiva en una campaña donde el club blanquiazul partía en una situación límite y finalmente logró sacar fuerzas de flaqueza para lograr el objetivo de la permanencia a pesar de las adversidades. Aquí un resumen de los momentos clave del curso 20-21.

Tras el convulso final de la anterior temporada, dividida en dos por el surgimiento de la pandemia de coronavirus, el Málaga tuvo que hacer una reestructuración total de la entidad por su acuciante crisis financiera. A un ERE en las oficinas de La Rosaleda se unió el primer ERE de la historia en una plantilla de fútbol. La tensión fue máxima y el entrenador dejó el libro de táctica para torear las múltiples situaciones personales. Se marcharon la mayoría y la dirección deportiva, dirigida por Manolo Gaspar, hizo 15 fichajes para el primer equipo. Un grupo donde gran parte de ellos eran cedidos y su perfil era similar: jugadores con hambre de crecer o recuperar sus mejores sensaciones tras lesiones o años malos. Una de las consecuencias de ser el presupuesto más bajo de la competición.

Todos los nuevos jugadores no llegaron a tiempo para el comienzo de la temporada. En Tenerife tuvo el Málaga su primer partido y se toparon con una temida realidad, aquel equipo, donde aún había futbolistas que iban a salir, era insuficiente para el objetivo de la permanencia. Aquella derrota inapelable generó más incertidumbre y temor por el futuro del equipo.

Por suerte, pronto se diluyeron las sensaciones negativas y la plantilla, totalmente nueva, hizo de tripas corazón. Las victorias contra Castellón y Alcorcón fueron la mejor medicina para eliminar las inseguridades. Esos triunfos gestaron el espíritu luchador del vestuario, que comenzó a creer de verdad en que Sí se podía lograr el objetivo de la salvación.

Tampoco tardaron en llegar las primeras actuaciones estelares de los canteranos en los que el Málaga depositó su plena confianza por necesidad y porque eran mejores opciones que otras oportunidades del mercado, que pasó a ser extremadamente reducido por las pocas posibilidades económicas. Primero Ramón, luego Juande y más tarde Luis Muñoz han sido los máximos exponentes… Casi una docena de nuevos jugadores han emergido durante esta campaña (se ha llegado a usar el dorsal '53' en convocatorias entre filiales y juveniles, y debutaron Fomba, Haitam, Loren, Quintana, Mini, Larrubia y Benítez).

Por si fuera poca la escasez de recursos frente al resto de competidores, el Málaga tuvo que afrontar dos fichajes obligados por las lesiones de larga duración de Calero y Chavarría. Llegaron Alexander y Scepovic, pero estos no han supuesto el recambio necesario, algo que ya se esperaba como algo casi imposible de conseguir. Sobre todo por la influencia en el juego de Chavarría. Igual de dura ha sido la situación con Hicham, quien las lesiones le han impedido demostrar su electricidad y ha sido una pieza menos del engranaje.

Por el camino, el Málaga se topó con una alegría para el cuerpo con la Copa del Rey. Tras cinco temporadas, el equipo logró romper el maleficio de pasar de primera ronda y llegó hasta dieciseisavos, superando dos eliminatorias contra Coruxo y Oviedo. Cayeron con honores contra el 'EuroGranada'. Un alivio en cierta parte porque los resultados en la Liga iban a peor y llegaron las primeras turbulencias.

El cambio de año no le sentó bien al equipo, que sufrió una mala racha. Estuvo hasta seis partidos seguidos sin ganar y perdió gran parte de su ventaja sobre el descenso. Empezó a temerse lo peor, pero el vestuario ofreció una imagen real de unión y sacrificio para no desaprovechar la renta conseguida en la primera vuelta, donde no estuvieron más de tres partidos seguidos sin ganar. Ningún jugador se salió del tiesto y eso fue trascendental para trabajar a la espera de resultados más positivos.

La reacción fue tan buena que hubo semanas en las que se debatió sobre las posibilidades para acceder al play off de ascenso. Era una exigencia que llegaba desde fuera, porque dentro del club no se planteó como una meta a conseguir. Aún así, el grupo de jugadores se lo llegó a creer cuando Scepovic adelantó al Málaga en el partido contra Las Palmas. Durante el tiempo que duró el 0-1 en el marcador, el vestuario se ilusionó por un momento. Pero un tanto de los canarios, que acabó poniendo el empate, despertó del amago de sueño, una cabezada, por una posible fase de ascenso.

Aún así, la tranquilidad ya se había instalado en el equipo. Y a falta de 8 jornadas, con la victoria más clara del curso ante el sentenciado Albacete, el Málaga tenía la permanencia en la mano. Era virtual hasta cuatro jornadas después, cuando se pudo tornar en matemática con el punto logrado frente al Mallorca. Ha sido el único punto que han sumado contra los tres grandes equipos de la categoría, los tres descendidos del año pasado y el Almería. Esa excesiva relajación llevó al equipo a hacer un final de liga dubitativo que ha deslucido la puntuación que debería haber logrado de seguir su proyección. Las fuerzas y la energía se fueron agotando. Pero fue un agotamiento feliz. El milagro de la permanencia, como ellos mismos lo han denominado, en el año más difícil de los que se recuerdan en el club, se había conseguido.

Y en todo esto ha prevalecido siempre lo deportivo por encima de todas las cuestiones institucionales. Esta vez, de verdad, lo extradeportivo no ha sobrepasado el umbral del vestuario malaguista. Mérito de los jugadores y el entrenador. También del administrador judicial, que ha templado los ánimos y ha contagiado confianza y sosiego. Del terremoto a la calma, como resumió Pellicer, quien también sirve de termómetro para entender lo vivido en el Málaga 20-21… el castellonense se hace a un lado por agotamiento, según asegura. Y aun con sus palabras de despedida en la boca, el espectáculo debe continuar y el ritmo frenético ya le ha adelantado. Tanto que ya tiene relevo: será José Alberto López, pero eso ya forma del próximo capítulo...