Las claves del éxito del Málaga
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La victoria ante el Sporting confirmó la consistencia del equipo blanquiazul, que está rindiendo muy por encima de las expectativasEl Málaga vuelve a ilusionar e ilusionarse, que no es poco. La victoria ante el Sporting, por el cómo fue y lo que transmitió -y eso que aún no puede haber público en La Rosaleda- confirmó que el nuevo proyecto, construido desde la austeridad y sustentado por la motivación y la ambición, tiene mimbres para no sentirse inferior a ningún otro, a pesar de las limitaciones de fichas y todo el ruido que se pueda generar desde fuera.
«¿Por qué no?», escribió Rahmani, uno de los jugadores del partido tras ganar otra vez. Ya van cuatro victorias de siete encuentros. Y aunque hay otras voces, más expertas, como la de Orlando Sá, que dijo aquello de «no somos tan buenos cuando ganamos, ni tan malos cuando perdemos», los que destaca por encima de todo es que los jugadores del Málaga están disfrutando con este viaje a lo desconocido. «Como se disfruta cuando ves que un equipo va a una, y se compite con el corazón. Qué bonito es disfrutar así», compartió Cristian. Esta y otras tantas son algunas de las claves del éxito de este Málaga excitante.
Aire nuevo
Primero no iba a ser una excusa, y ha terminado convirtiéndose en uno de los factores principales. La llegada de hasta quince nuevos fichajes ha renovado el aire del vestuario malaguista, que ha cortado de raíz con su negro pasado más reciente, que era lo que, en parte, reproducía el anterior núcleo duro del equipo. El perfil de los nuevos es común: mucha hambre y ambición para demostrar lo que pueden llegar a valer, o volver a ser lo que fueron. Esto ha acelerado el proceso de amasado del equipo, que ante el Sporting demostró complicidad y sentimiento de grupo.
Sacrificio
El combustible de la ambición por alcanzar la mejor versión de sí mismo es sentirse capaz de ello. En ese aspecto, el Málaga ha conseguido ponerse a tono físicamente en un tiempo récord. «Si no quiero la mejor versión del equipo ya estoy dando un mensaje erróneo», dijo Pellicer hace una semana. Los preparadores físicos, Enrique Ruiz y Julio Rodríguez, han conseguido que sobre el césped los jugadores respondan a las necesidades del juego que quiere el entrenador: presión, verticalidad, atrevimiento, solidaridad defensiva... todo esto necesidad de intensidad y buenas piernas. Las estadísticas muestran que el Málaga corre más kilómetros que sus rivales. Y las imágenes apoyan los datos. Además, cuando el contrario se vuelca (como decía Muñiz, «enfrente siempre hay un rival que juega») en ataque, la resistencia malaguista funciona. Saben disfrutar también del sufrimiento. Se aplaude un balón bien despejado.
Meritocracia
Si ya es complicado conseguir que la química fluya en un grupo prácticamente nuevo, que eso se traslade a la amplía mayoría de la plantilla es un regalo para el entrenador. Sobre todo ante semanas con partidos cada tres días. Pero en este Málaga de dulce, las rotaciones, basadas en la meritocracia y en repartir las cargas de trabajo, también dan resultado. La más evidente es la portería. Dani Barrio tuvo que asumir la suplencia en Zaragoza después de cinco encuentros seguidos jugando, pero ese 'barbecho' le hizo dar su mejor imagen hasta el momento ante el Sporting. En los minutos finales hizo una parada salvadora que permitió sumar tres puntos. También funcionan los cambios en el centro del campo, con el intercambio de Ramón y Cristian.
Fe ciega en Pellicer
Con todo esto, un factor clave es sin duda la figura del entrenador. Pellicer ha conseguido máximo respeto y rango en la jerarquía, y el equipo le tiene una fe ciega. Ya no solo por lo que se ve en el campo, que es lo más importante. También cuando fuera del terreno de juego los futbolistas repiten el mantra del técnico. Desde que logró dar vida a un equipo aturdido por la situación institucional y llevarlo hasta conseguir sus objetivos, el crédito es máximo y sus palabras se toman al pie de la letra. Quiere entender a los jugadores siempre, y les ayuda con honestidad. «Va de frente y dice las cosas al momento», definía hace unos días Caye Quintana. Aunque, como él mismo dice, prefiere estar en la sombra, se ha convertido en el icono de este Málaga.
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