El «sí se puede» que preside las esperanzas de milagro en el malaguismo y que sonó centenares de veces en La Rosaleda, en el recibimiento al autobús del equipo en la Avenida de La Palmilla, en los prolegómenos del partido y al final del mismo, ... se acerca más a una realidad. El Málaga se ha colocado a cinco puntos de la zona de salvación, en concreto a media decena de distancia del Racing, decimoctavo, con la salvedad de que el cuadro cántabro gana el 'goal average'(empate en Santander y victoria en La Rosaleda), con lo que no son cinco puntos reales.
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Por primera vez en meses, el Málaga se mueve con una desventaja algo más razonable de enjugar. Es el lastre que ha tenido Pellicer en toda su segunda etapa, porque cogió el equipo estando a cuatro de la zona de salvación, pero pronto se alejó más. Hay que recordar que el cuadro de La Rosaleda estaba al doble de distancia que los cinco actuales justo antes de derrotar al Leganés (2-0) el 27 de marzo, con lo que en apenas tres semanas ha reducido a la mitad la losa que tiene que levantar. ¿Será ahora capaz de dar otro bocado similar a la desventaja en un plazo de tiempo de seis jornadas que quedan de campeonato?
En el plano psicológico encontrarse a cinco puntos, cuando no hace mucho el equipo se movía a diez, es un refuerzo evidente, pero no conviene perder de vista que la empresa sigue siendo muy complicada, pues quedan sólo seis jornadas de campeonato (dieciocho puntos en juego). El reloj del torneo corre claramente en contra del cuadro de Martiricos, que pese a todo ha encontrado numerosos brotes verdes a los que agarrarse.
El primero, que por fin fue capaz de encadenar dos triunfos en la Liga (porque ganó el pasado Viernes Santo en el campo del Villarreal B, por 1-2), algo inédito desde el arranque del mismo y que le había privado de hilar una racha buena. Lo segundo, que se coloca decimonoveno, por delante ya de la Ponferradina (a la que iguala a puntos, pero supera en el 'goal average' general), que empató en Burgos el sábado (2-2), con lo que sólo le queda ya superar a otro equipo para salvarse. Y lo tercero, que Sergio Pellicer empieza a tener un once de referencia. Fue significativo que este domingo pudiera repetir alineación, al no verse afectado por sanciones ni lesiones de los que fueron titulares en tierras castellonenses.
De esta forma, ha habido cierto afianzamiento en las ideas con un sistema de juego y futbolistas que lo ejecutan, reforzado por fin con dos resultados positivos. Pero aunque el Málaga se ha cargado de moral, resulta ahora más que nunca importante repasar su calendario final, que incluye en el horizonte más cercano la visita a un Lugo (domingo 23, a las 14.00 horas) que es colista y lleva la friolera de quince partidos ligueros sin ganar, desde el 17 de diciembre.
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Posteriormente recibirá al Huesca, visitará a la Ponferradina (rival directo), se las verá en casa ante otro enemigo directo, el Mirandés (con 42 puntos, seis más que el Málaga,pero pendiente de jugar este lunes en el campo del Levante), acudirá a Vitoria, frente a un Alavés que se juega ahora el ascenso directo, y terminará en La Rosaleda contra un Ibiza que puede llegar ya descendido, porque ahora es penúltimo a doce puntos de la zona de permanencia. En este calendario, que sobre el papel no es especialmente complicado, el partido que cobra más trascendencia es el que se jugará en Martiricos ante el Mirandés, pues ganar significa a acercarse a tres de este equipo (si pierde este lunes ante el Levante y se mantiene la distancia hasta la cita), con una dinámica negativa de resultados.
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