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Me gustó el balear Varón Aceitón. Arbitraje cargado de virtudes, todas necesarias para lograr un control adecuado de un partido de fútbol. Interpretó con criterios equilibrados todas las acciones graves que se produjeron en disputa del esférico diferenciando aquellas simuladas -que hubo muchas- de aquellas otras donde la infracción era la causa. Muy bien en esta parcela. Resolvió con total acierto las jugadas que se produjeron sin titubeos y sin necesidad de consultar a su compañero Ocón Arráiz, responsable del videoarbitraje.
Su mejor virtud en el partido de ayer fue el control que mantuvo en las jugadas en el interior de las áreas. No mostró duda alguna al indicar el primer penalti en la primera media hora del partido por la acción de Carlos Julio sobre Diego González, impidiendo que pudiese llegar al remate. Tampoco tuvo dudas con la segunda pena máxima que señaló, esta en el segundo tiempo, donde Juan Carlos, de forma incontestable y grosera, zancadilleó a Álvaro Rey. Ambas jugadas las resolvió con acierto por su cercanía con las mismas.
Pues otro partido más sin poder destacar aspectos negativos en el trabajo del colegiado, y es que el balear completó una actuación muy lucida. Algunos errores cometió, ninguno con incidencia grave en el devenir del partido. Anoté una acción casi en el minuto 70, donde Mario Barco, en un salto en disputa de balón con Diego González, dio con su brazo en la cara del malaguista produciéndole una herida que necesitó de asistencia. Clara acción del atacante que debió ser sancionada con falta y acompañada de la amonestación.
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