Del ayer feliz al incierto hoy...

El 1 de octubre de 2011 finalizaba la jornada sexta de Primera División. Ese día nos fuimos a la cama con una clasificación que era ... liderada por el Málaga (sí, sí, por el Málaga CF), con 13 puntos, seguido por el Valencia, el Betis y el Barcelona... Eso fue en una época dorada para el equipo de La Rosaleda, que llegó a navegar triunfal por la Champions y volvía loco a una ciudad y a una provincia orgullosas de su club... 10 años después, el Málaga, con menos socios que nunca, en la parte baja de Segunda, recibía al Fuenlabrada, y además necesitado de tres puntos que doblegaran la mala racha de Ponferrada y Gijón. De la gloria a los infiernos en una década décadas, tránsito motivado porque se han hecho las cosas muy mal. Pero no hay que ahogarse en los recuerdos, sino encarar el presente y el futuro decididos y con fe... ¿Eso lo hace el Málaga de hoy? No. Rotundamente no. Mientras el club siga en este trance de no saber de quién es o a quién pertenece, mientras naveguemos en la duda permanente, mientras en el fútbol patrio no nos tengan ni puñetero respeto, no sabremos a dónde vamos o qué queremos. Ahora mismo (en el número de socios se ve) hay un claro distanciamiento entre Málaga y el Málaga CF. Y no vale echarle la culpa a los aficionados, que bastante han aguantado. El problema es mucho mayor al de los simples análisis de las redes sociales. Hay un vacío en La Rosaleda que se 'transmite' a la sociedad, a una afición que necesita saber al menos las intenciones de futuro. Se ganó al Fuenlabrada, sí, pero tampoco podemos cegarnos por los tres puntos. Fue una victoria excesivamente sufrida, cuando tuvo que ser mucho más holgada, pero volvimos a lo de siempre: un buen Málaga de inicio, un rival que reacciona con numerosos cambios, un banquillo local (su entrenador, José Alberto) que no sabe cómo contrarrestar esos cambios, a defender y a sufrir, y un árbitro que todo lo tamizaba en contra... Más de lo mismo. Si nos queremos conformar con estos triunfos pírricos, vale. Pero navegar y jugar con la vulgaridad no se lo merecen Málaga ni el Málaga CF.