Una cura de humildad. Sin más rodeos. A buen seguro que lo pensaron no pocos aficionados malaguistas después del batacazo en el estreno liguero y a ello aludió tras el partido uno de los pocos que se salvaron del descalabro, Febas. El Málaga recibió en ... Burgos el primer aviso. La Segunda División no permite regalos y, más allá de que se observara todavía cierta falta de conjunción, el equipo de Pablo Guede comprobó que no se puede incurrir sistemáticamente en errores cuando se trata de neutralizar los aspectos ya conocidos del rival, pero también que con las palabras y las buenas intenciones no basta.
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Porque en el Málaga hablan abiertamente de aspiraciones de ascenso. De hecho, ahí queda la coletilla en la reflexión de Febas. «Nos vendrá bien como cura de humildad cara a los que se estaba hablando». La alusión al objetivo de esta plantilla fue demasiado clara, en la misma línea en la que ya se habían expresado Juanfran, Escassi o Rubén Castro, este en la entrevista con SUR hace menos de dos semanas.
«Tenemos que seguir trabajando», apuntó el entrenador, Pablo Guede, al referirse a ciertas carencias como grupo, como bloque después de la llegada de un número elevado de fichajes (once más un duodécimo al caer, Fran Villalba, del Sporting). «Ellos (el Burgos) son un equipo armado desde hace tiempo y nosotros aún estamos en ese proceso», recordó el hispanoargentino. Efectivamente, el conjunto local sólo ofrecía dos caras nuevas en su once (el medio punta Bermejo y el ariete Artola) mientras que en el que lucía la camiseta rosa floreada únicamente quedaban cuatro supervivientes de la pasada temporada: Javi Jiménez, Escassi, Jozabed y Febas.
La falta de conjunción puede ser un argumento recurrible y hasta cierto punto puede justificar según qué cosas, pero no lo es menos que el estilo del Burgos era suficientemente conocido. El equipo ya lo sufrió la campaña anterior, cuando el equipo de Julián Calero lo arrolló en El Plantío y le sacó los colores en la humillante penúltima jornada en La Rosaleda. Transiciones rápidas, caídas a las bandas del ariete para generar pasillos, centros lejanos, movimientos de fuera adentro de sus teóricos extremos (con Pablo Valcarce como un filón), peligro en las acciones de estrategia, eficacia en las faltas frontales gracias al golpeo del centrocampista Andy... Esas son las virtudes del cuadro burgalés –es más, a algunas de ellas aludió Luis Muñoz en sus declaraciones tras la ofrenda floral a la Divina Pastora– y nunca se supo poner freno. De hecho, en el análisis más sosegado del partido queda patente que en ninguna de ellas ofreció la respuesta adecuada. Las idas y venidas fueron una ruleta rusa para el sistema de contención del Málaga, cada córner fue un dolor de muelas, el ariete (Artola) provocó demasiadas dudas con su movilidad, Pablo Valcarce y Bermejo se dejaron ver en demasía por la media punta, Andy estrelló el balón en la cruceta en un libre directo concedido absurdamente por Burgos pese a su superioridad en centímetros y, para colmo, la derrota llegó en uno de esos centros lejanos tan habituales de los laterales (de Raúl Navarro, aunque en la primera parte Fran García también sirvió dos peligrosos).
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«Cometimos muchos errores no forzados», confesó Guede para referirse a todas las virtudes del Burgos que no fueron contrarrestadas pese a que se había incidido en ello. Pero, ¿y del propio juego del Málaga? Tampoco el equipo estuvo a la altura. «No le dimos la fluidez que queríamos», admitió el técnico blanquiazul. Gran parte del mérito corresponde a los adversarios, que apretaron arriba para ahogar la salida de la pelota y evitar las intervenciones de Jozabed (un espectro en relación con la pretemporada) y Febas (más participativo cuando al rival le tocó replegarse para evitar el desgaste por el esfuerzo en la presión).
Y aun así hubo un par de ocasiones muy claras, ambas para Rubén Castro, pero este se topó con intervenciones espectaculares de Caro. Mientras, como contraste, en la portería blanquiazul Manolo Reina se quedó con el molde en dos centros, especialmente en la acción del gol. El balance ofensivo también fue demasiado pobre a juicio del técnico. El Málaga recibió el primer aviso. Con buenas palabras no basta.
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