La escena final en La Rosaleda, con el equipo haciendo una piña y siendo reconocido en su esfuerzo por la afición, puede ser el mejor consuelo de una temporada que termina en pinchazo, sin el objetivo ansiado, sin el ascenso, pero con buenas caras. La unión de la grada con el conjunto malaguista fue rotunda pese a la decepción del fracaso, y se vivieron escenas emotivas en el terreno de juego. El grupo al completo hizo una piña sobre él.Su entrenador, Víctor, dedicó unas palabras de consuelo, y la Grada de Animación, la única que permanecía casi sin bajas en el recinto, reclamó el regreso de Munir al campo, que se había retirado de inmediato a los vestuarios frustrado por el error técnico más importante del curso justo en el partido más decisivo.
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Dicho y hecho, Munir volvió, aún vestido, y recibió un justo agradecimiento del respetable por su buena temporada, a pesar de no verse culminada por una buena actuación en las citas clave.A su fallo en el 4-2 del Deportivo en Riazor, sin tapar el denominado 'palo corto', se le sumó el error ya sí garrafal que permitió al cuadro coruñés ganar el encuentro de vuelta (0-1), en un tiro de Bergantiños que no implicaba complicaciones.
A la hora de la verdad la comunión fue la mejor noticia. Incluso, hubo cánticos de «¡Víctor, quédate!», en relación a la continuidad del cuerpo técnico. No es un extremo que esté claro, ya que por contrato acaba su vinculación en los próximos días y sólo el ascenso le facultaba automáticamente para seguir con el proyecto en Primera. En todo caso, resulta sintomático que un final de fiesta amargo supusiera esa respuesta del respetable, lo que de alguna forma supone un reconocimiento al trabajo de Víctor desde su llegada al equipo tras la Semana Santa y a los resultados y el juego ofrecidos hasta el fin de la primera parte del partido de ida de las semifinales de los 'play-off'.
Tras el decanso en Riazor, por contra, el Málaga cavó su tumba. Un parcial de 3-0 fue demasiado para una eliminatoria en la que está en juego subir a Primera. El cuadro de Martiricos llegó hipotecado al partido de vuelta, ya con otras coordenadas.El Deportivo especuló más, reforzó su centro del campo y trató de desquiciar al rival con las pérdidas de tiempo.
El Málaga fue víctima de las leyes del fútbol. Sólo cuenta la eficacia realizadora, y esa la tuvo el Depotivo toda la eliminatoria. Tres remates de Ontiveros se estrellaron en los palos entre la ida y la vuelta, dos de ellos anoche, en un encuentro en el que al menos los pupilos de Víctor registraron tres ocasiones claras (también hay que contar la volea de Blanco en el segundo tiempo) para batir a Dani Giménez.
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Siendo tan regular en la clasificación en la Liga (todas las jornadas entre los seis primeros menos en una) el Málaga fue víctima de muchas otras circunstancias. De dar un giro a su apuesta en el banquillo demasiado tarde, de un sistema de competición que penaliza al tercero frente al sexto (le concede muy pocas ventajas), de no haber logrado confirmar sus sensaciones finales en la Liga en la hora de la verdad, y también del 'virus FIFA', que le privó de N'Diaye.
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