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Aunque el ascenso no era matemático, se celebró en La Rosaleda tras la victoria frente al Xerez; en la imagen, Kubala es llevado a hombros por Clemente y Juanito en presencia de Añón. SUR
Un ascenso celebrado por partida doble

Un ascenso celebrado por partida doble

El Málaga festejó en 1988 su regreso a la élite primero en La Rosaleda, aunque no era matemático, y ocho días después en las calles

Martes, 28 de abril 2020, 12:21

El último ascenso del Club Deportivo Málaga a Primera, en 1988, fue inolvidable. Primero, porque puso fin a un trienio desolador en Segunda que quedó marcado por la terrible pérdida de Gallardo; segundo, porque aquel equipo encabezado por Juanito y Esteban había devuelto la ilusión al malaguismo, y por último, porque se celebró por partida doble. El triunfo ante el Xerez en La Rosaleda (1-0) permitió gozar de una ventaja de diez puntos a cinco jornadas del final (entonces la victoria tenía un valor de dos puntos) y una considerable renta en el 'goal average' general. Pese a que las matemáticas no certificaban el éxito al ciento por ciento, la afición festejó con júbilo el regreso a la élite. Una semana más tarde ya se consumó tras la victoria en el Rico Pérez de Alicante y los seguidores blanquiazules pasaron de los vítores en el césped y el recinto de Martiricos a la algarabía en las calles.

Pocas veces se ha vivido en Málaga tanta expectación con el Málaga como aquel verano de 1987 (si acaso, sólo en 2012). Las gestiones del presidente saliente, Eduardo Padilla, y la firmeza del presidente entrante, Francisco García Anaya, permitieron aunar en la plantilla a un entrenador de prestigio (Ladislao Kubala) y a los dos futbolistas malagueños más importantes hasta entonces, Juanito y Esteban, que dejaron el Real Madrid y el Barcelona. Aquel equipo fue bautizado por SUR como 'Supermálaga' y después, a la hora de la verdad, se cumplieron las expectativas. Buen juego, resultados positivos, goles... En definitiva, espectáculo. «Los rivales nos tenían miedo», suele decir el exdelantero Jose, al que Juanito (para muchos de los jugadores, el entrenador en la sombra) reconvirtió de extremo a 'carrilero'.

El único momento de duda se produjo en el comienzo de la segunda vuelta, tras caer en casa con el Castilla, aunque se diluyó tras un partido de poder a poder en Oviedo que se saldó con empate a tres. Pero aquel Málaga era poderoso y encadenó posteriormente seis victorias y tres empates para gozar de la primera opción de ascender. Quedaban seis jornadas, el equipo era líder y el ambiente era propicio para subir con suficiente antelación salvo por un detalle: Kubala estaba muy cuestionado por la directiva, que le afeaba al histórico exseleccionador un par de amagos de marcharse en cuanto se produjeron las primeras discrepancias.

Vencer al Xerez podía suponer el ascenso y el equipo no falló. Hubo en aquel encuentro más nervios que juego.Era demasiada la ansiedad por subir a Primera. Básicamente se requería que el Rayo Vallecano no ganara frente al Lleida y esa situación también se dio. Conviene recordar que los dos primeros tenían plaza directa en la élite y que el tercero promocionaba. En este caso la referencia era casi siempre el cuarto, porque enmedio, precisamente en el tercer puesto, figuraba el Castilla, que por su condición de filial quedaba excluido.

Juanito y su padre, emocionados, se abrazan en el césped de La Rosaleda tras la victoria frente al Xerez. ARCHIVO SUR

La Rosaleda fue una fiesta aquel 17 de abril. Kubala (con el asesoramiento de Juanito) había encontrado un once tipo y, sobre todo, un sistema dinámico basado en una zaga con tres centrales que a la hora de defender se convertía en un cuarteto. Aquella tarde jugaron Szendrei; Ruiz, Hierro I, Añón; Clemente, Esteban, Antonio, Juanito, Jose; Paquito y Husillos. Del equipo habitual se habían caído las últimas semanas Canillas y Rivas, este lesionado. En el descanso Añón se quedó en la caseta y entró Azuaga, de modo que el centrocampista de Torre del Mar se situó junto a Juanito 'por dentro', Estaban pasó a ejercer de 'carrilero' y Clemente se retrasó para situarse como central marcador. En la recta final Villar reemplazó a Husillos para fortalecer el centro del campo ante el acoso jerecista.

El cambio táctico en el descanso tuvo pronto sus frutos, con un gol de Esteban de fuerte disparo a los siete minutos de la reanudación. Después el Málaga tiró de oficio (virtud que le sobraba) para imponer el ritmo que más le convenía y proteger su renta. La Rosaleda festejó el triunfo como el ascenso... aunque no era matemático. Claro que para que no se produjera el Málaga tenía que perder todos sus partidos y que el Oviedo, además de hacer pleno en los cinco últimos encuentros, recuperara el 'goal average' general. Ese factor de desempate, obligado porque los enfrentamientos entre sí se habían saldado con sendas igualadas (2-2 aquí y el referido 3-3 en el Carlos Tartiere), era muy favorable al conjunto blanquiazul en el balance entre los goles marcados y encajados (69-33 por 48-32 del conjunto asturiano).

El ascenso no era matemático, pero al mismo tiempo era impensable que se escapara. Ni siquiera el triste recuerdo de la carambola en la fatídica 'tarde del Betis' hizo dudar lo más mínimo sobre la consecución del objetivo tarde o temprano. Y fue una semana después, en Alicante, sólo que con nuevo entrenador en el banquillo. Porque al día siguiente del triunfo ante el Xerez la directiva se citó en Málaga (de ello dio SUR extensa información gráfica) con el que iba a ser sustituto de Kubala, Luis Costa (para el técnico era 'Luisito' Costa porque lo había tenido a sus órdenes en el Córdoba). El terremoto en la Málaga futbolística fue tremendo. El entrenador magiar, más fuera que dentro, dejó su puesto dos días después. Fue en una sobremesa esperpéntica: la directiva almorzó en Antonio Martín y convocó una rueda de prensa mientras Kubala se despedía de la plantilla en una comida en el cercano Mesón Ribeiro, propiedad del exmalaguista Santi. A los postres, pasadas las cuatro de la tarde, el técnico se acercó al restaurante más emblemático de la capital para escenificar su salida en «una decisión de mutuo acuerdo». Tras las poco convincentes declaraciones de unos y otros se le impuso al húngaro el escudo de oro y brillantes y allí mismo se presentó a su sustituto, Pepe Sánchez, responsable del Atlético Malagueño.

Celebración en el Ayuntamiento, con Husillos, José Luis, Esteban, Juanito y Juanma ARCHIVO SUR

Con el ascenso casi en la mano, los jugadores habían roto con la junta directiva. El indiscutible líder del grupo, Juanito, no se cortó un pelo: «Estoy triste, tristísimo. Ante actitudes como esta hay que echarse las manos a la cabeza. No hay derecho». Pero llegó la cita del domingo ante el Hércules y la profesionalidad fue extraordinaria. Kubala, incluso, mandó esa misma mañana un telegrama a los futbolistas para recordarles la importancia del ascenso. Juanito llegó a jugar con unos dolores terribles en el glúteo para dar ejemplo y evitar cualquier comentario malintencionado. Y si ante el Xerez el autor del gol del triunfo fue uno de los dos fichajes de calado, Esteban, en Alicante el turno fue para el otro, Juanito. Pepe Sánchez repitió once e incluso introdujo a Azuaga como primer cambio, y apostó en los últimos instantes por José Luis. Precisamente una dejada de este a los pocos segundos de entrar la enganchó el inimitable '7' en el minuto 85 para incrustar el balón por la escuadra.

El Málaga no necesitaba vencer en el Rico Pérez y le habría valido el empate, pero paradójicamente el Oviedo tampoco ganó en La Coruña. Aun así, el equipo logró el ascenso a lo grande, exhibiendo su liderazgo en Segunda. Al día siguiente los seguidores celebraron, ahora sí con todas las de ley, el regreso a Primera. Comenzaba una etapa esperanzadora y de la que SUR avanzaba sólo 72 horas después del triunfo ante el Hércules nombres propios para la nueva plantilla: Luis Costa (como entrenador), Lauridsen, Chano, Hassan, Jaro y el malagueño Pineda. El 'Supermálaga' había devuelto la ilusión a todos los aficionados.

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