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La apuesta no funcionó. Más allá de que Pablo Guede no tuviera reparos en admitirlo tras la derrota en Las Palmas, de nuevo quedó la sensación de que el Málaga necesita jugar con un futbolista de contención, con ese ancla que permita dotar de equilibrio ... al equipo. La apuesta por los 'jugones' no le terminó de funcionar a Natxo González y la pareja Ramón-Jozabed, empleada los dos últimos partidos por el tercer inquilino del banquillo blanquiazul, es vistosa aunque sin la consistencia necesaria.
No hay que tener excesiva memoria para recordar el naufragio del Málaga en el estreno de Natxo González, aquella visita al Mirandés que se saldó con un contundente 3-0 y los medios punta locales totalmente desbocados durante todo el partido. La lluvia de críticas no se hizo esperar porque el vitoriano apostó por Ramón como medio de contención con Jozabed y Febas por delante (se incidió entonces en su desconocimiento de la plantilla). Pero es que además la semana anterior José Alberto se había inclinado por Ramón y Febas como pareja en la medular con un 4-4-2 con un desenlace humillante: el 0-5 ante el Ibiza.
Esa apuesta por los 'jugones' sólo ha desembocado en un resultado positivo. Sucedió en Lezama frente al principal rival por la permanencia, el Amorebieta, con la pareja Febas-Jozabed, pero es obligado ponerlo en contexto. Natxo González eligió un sistema con tres centrales (y entre ellos Juande, al que tanto se echa de menos) y con Brandon y Chavarría arriba en una presión muy intensa con la que obligaba al adversario a jugar en largo en acciones más previsibles y sin que pudiera optar así por el juego interior.
Casi queda en el olvido, pero, igual que sucedió con José Alberto en la hecatombe frente al cuadro ibicenco, el partido que sentenció a Natxo González fue otra derrota en casa y también sin un medio de contención en el once inicial. Ese día la pareja Jozabed-Febas también fue incapaz de sostener al equipo blanquiazul en La Rosaleda frente al Huesca (0-2). Es cierto que el técnico vitoriano dirigió al Málaga la semana siguiente en Gerona (con nueva derrota, por 1-0), pero la realidad es que cuatro días antes ya existía un acuerdo con Pablo Guede para que se hiciera cargo del plantel.
Ahora le ha tocado mover ficha al héroe del ascenso a Segunda en 1998 y en los dos últimos partidos ha incurrido en el mismo error. Guede cuenta, eso sí, con el atenuante de que ante el Eibar Genaro había estado ausente varios días por cuestiones de salud y que el sábado, en la visita a Las Palmas, optó por emplear al sevillano atrás –como había hecho la semana antes tras la expulsión de Escassi– y que este era baja para la cita en la capital grancanaria.
En ambos casos la apuesta por la pareja Ramón-Jozabed ha resultado fallida. Primero, porque ambos sufrieron en la salida del balón, con errores garrafales de los dos. Sin ir más lejos, demasiado pronto Jozabed cometió uno ante el Eibar que obligó a Dani Martín a evitar el gol en tiro de Llorente, aún con 0-0. Y además porque pasaron apuros con el juego interior de los rivales.
El análisis de los dos últimos encuentros es sencillo. Contra el cuadro armero se entró en un correcalles letal en la segunda parte y se echó de menos que Genaro jugara en la medular. En Las Palmas cada vez que los medios punta locales entraban en acción (en la primera y en la segunda parte) el Málaga era un equipo desmadejado. La mejoría sólo fue evidente en la recta final, cuando Genaro pasó a ser ese ancla tan necesario en el centro del campo. Una prueba más de que los 'jugones' suponen una apuesta vistosa, pero sin la consistencia necesaria
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