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Antoñín es un volcán en erupción que lejos de parar sigue en activo, al rojo vivo. Juega como si escupiera fuego. Chispeante. A la conquista permanente de un nuevo terreno. Es líquido y contundente como la lava. Un fenómeno incandescente en plena formación que ... aún no ha encontrado sus límites. Un motivo de celebración en el Málaga, donde continúan perplejos ante su último valor en alza de la cantera, convertido en el alma más guerrera de un equipo necesitado de munición. Y el cráter volvió a activarse el pasado domingo tras varias semanas de tregua (en los últimos dos partidos fue suplente después de acumular trece partidos seguidos siendo titular). Las mismas, coincidencia, en las que se especuló con una posible salida del equipo.
Pero después de varias opciones, el club, necesitado de liquidez, resistió la tentación y no vendió. Decidieron que las propuestas que llegaron no eran cantidades suficientes para desprenderse de su activo con mayor potencial de crecimiento en estos momentos, y lo conservó con un ascenso al primer equipo (aprovechando la ficha profesional que se quedó libre con la salida de Keko y ante la imposibilidad de fichar a un jugador de fuera que mejore al malagueño), aunque manteniendo el mismo blindaje: 3 millones de euros, una cifra que ninguno de sus pretendientes alcanzaron durante el pasado mercado de fichajes.
Pero su partido ante el Numancia, anteayer, hizo pensar a más de uno de los que están siguiendo la progresión del atacante malagueño de sólo 19 años y que este curso ya lleva 21 partidos con el primer equipo. Su actuación en la imprescindible victoria de los blanquiazules dio sentido a la apuesta malaguista de aspirar a sacar un mayor rendimiento con el nuevo dorsal '19'. Antoñín ofreció una de sus mejores versiones de la temporada, proyectando una gran sensación de poderío y hambre en cada jugada.
Tuvo mucha más libertad de movimientos durante el encuentro, pero ganó en efectividad partiendo desde la banda izquierda. Lo intentó en solitario, imitando movimientos que recordaron al exmalaguista Ontiveros (vendido al Villarreal por 7,5 millones el verano pasado); y combinando con centros y triangulaciones. Sobre todo con Juan Carlos, con el que en muchos momentos no se entendió, pero en otros, sí. En una de esas acciones logró meter un pase medido entre las piernas de los defensas numantinos para que el lateral zurdo forzase el penalti que luego acabó convirtiendo Sadiku para el empate. Más tarde le brindó en bandeja a Tete Morente la oportunidad de ser héroe en su debut, pero el portero rival estuvo muy bien situado.
Aunque donde más destacó Antoñín fue en algo que no registran las estadísticas: contagia intensidad. Cada balón que recibía lo tomaba como una oportunidad para dar lo mejor de sí mismo y lograba regates inverosímiles. Todo lo que hace lo ejecuta con plena convicción de sus capacidades, y eso terminó por contagiar a sus compañeros, que acabaron volcados en la portería rival hasta conseguir el premio de la victoria. Su intensidad no pasó desapercibida ni por el árbitro, que tuvo que pedirle que no fuera tan efusivo a la hora de reclamar sobre algunas jugadas del partido. Pero él entiende el fútbol así. Con gestos y aspavientos. Eso sí, siempre con una sonrisa, hasta después de recibir una fuerte entrada de un rival. Es fuego y le va el fuego. Está cómodo bajo presión.
Por todo esto, ha caído de pie en el equipo en un momento como este. Los guerreros, para la guerra, y al Málaga le viene mil batallas por delante. Y él se ha convertido en una pieza determinante. Con todo esto, Antoñín vuelve a parpadear con fuerza en el escaparate de las perlas de Segunda, donde muchos clubes de Primera pretenden pescar para reforzarse o invertir de cara al futuro. Eso lo sabe bien el Málaga, que apostó por una revalorización del malagueño en el mercado, y tras lo visto en el último día en La Rosaleda, se entiende que desde la dirección deportiva hubiese considerado una pérdida muy relevante su salida. Ahora, la realidad es que está percibiendo un doble rendimiento por Antoñín: el deportivo, que se ve a simple vista en el césped, y el económico, ya que es un producto en alza y su precio sube, sobre todo después de actuaciones como la que ofreció contra el Numancia.
De seguir así podría convertirse en un suculento objetivo y aumentar la fuerza de atracción de los clubes que están interesados en su perfil. Y el mercado, aunque esté oficialmente cerrado, nunca termina de echar la persiana, y se sigue trabajando en la trastienda. De hecho, los equipos que presentaron sus propuestas en enero siguen interesados en Antoñín y continúan estudiando sus posibilidades de inversión.
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