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Pocos acontecimientos han unido tanto a la afición del Málaga (entonces, con la denominación de Club Deportivo) como la decisión que se adoptó hace hoy 40 años: la incomparecencia en un partido de Primera División en Algeciras, lugar elegido por la Federación Española de Fútbol tras el cierre de La Rosaleda. Pese a la presencia en el estadio de un emisario federativo en la mañana del 30 de marzo de 1980, Mariano Egea (jefe del servicio de Competiciones), la directiva presidida por Federico Brinkmann no recibió la comunicación oficial y dejó plantados al rival, el Almería, y al trío arbitral, encabezado por el cántabro Sánchez Arminio. «No ha habido goles; por tanto, no hay resultado», explicó este posteriormente, tras esperar los 30 minutos preceptivos y hacer constar en el acta la ausencia del equipo blanquiazul. Eso sí, se le restaron tres puntos y quedó reflejada una derrota por 0-3... aunque esta no se computó en la clasificación. Por eso, el Málaga aparece en la clasificación oficial con un número impar de encuentros jugados, Ha sido el único partido no disputado en Primera en toda la historia, desde 1928.
Todo se originó dos semanas antes, en un Málaga-Rayo Vallecano que contó con el arbitraje más nefasto que se recuerda (otros están en la memoria, como uno del catalán Mazorra Freire en Primera frente al Mallorca en 1990). El protagonista fue el valenciano Fandós Hernández y los presentes aquella tarde en La Rosaleda todavía lo tendrán fresco. El equipo dirigido por Viberti perdió por 1-3 y es cierto que tuvo dos errores garrafales que costaron los primeros goles del rival, pero el colegiado estuvo muy desafortunado, como luego quedó patente en los resúmenes televisivos. Hubo dos penaltis claros (a Juan Carlos y Filgueira) y se anuló un golazo de Santi desde 40 metros por un supuesto fuera de juego posicional de un malaguista que nadie vio. Sobre esta última acción el trencilla dijo que la decisión había sido del 'linier' (entonces los árbitros atendían a los periodistas). «El gol de Santi me pareció legal... hasta que vi al 'linier'. Quedé sorprendido muy gratamente», subrayó el técnico rayista, el que fuera mítico jugador del Athletic Iriondo.
Los ánimos se encresparon y el partido estuvo parado cuatro minutos debido a que la valla de Preferencia casi fue derribada. En la reanudación Fandós estuvo, si cabe, más desacertado. Hubo un penalti claro a Juan Carlos y el árbitro pitó la falta fuera del área con el argumento de que no había aplicado la ley de la ventaja, y a cuatro minutos del final, en un desconcierto sin precedentes en La Rosaleda, pitó una supuesta falta de Aráez en un despeje limpio de Corral que acabó en el 1-3. Mientras arreciaban las protestas de los aficionados y de los jugadores locales, el meta se sumó a ellas, lo que provocó que Tanco disparara a puerta vacía y sentenciara el partido.
El colmo llegó en el final del encuentro. El árbitro Fandós, sencillamente, aprovechó que pasaba junto al túnel de vestuarios para desaparecer. Pitó el final a toda prisa... cuando no se había cumplido el tiempo reglamentado. «Pité el final unos segundos antes. En este tiempo no había descuento», se excusó. Pero la realidad es que, además de no haberse alcanzado el minuto 45, el partido estuvo detenido en varias ocasiones, una de ellas por la monumental bronca, ahora desde la zona de Tribuna, donde asimismo se tambalearon las vallas. El juez de línea hasta tuvo que cambiar de banda... El colegiado valenciano ni siquiera redactó el acta y abandonó el recinto de Martiricos en un jeep de la Policía. Viberti habló de «ineptitud e incapacidad tremenda» de Fandós. Nunca hubo tanta indignación en la salida de los aficionados del estadio.
La clausura de La Rosaleda estaba cantada porque ya existía un apercibimiento de cierre. Llovía sobre mojado en la actuación arbitral porque en la segunda jornada liguera, un sábado por la noche, el aragonés Pes Pérez estuvo desastroso frente al Español (otra actuación difícil de olvidar) y también se produjo un alboroto considerable en el recinto malaguista. Cuatro días después del bochornoso arbitraje de Fandós y de las airadas protestas de los aficionados, el Comité de Competición acordó la clausura, y a los diez días se designó El Mirador de Algeciras como escenario del Málaga-Almería.
El Málaga comenzó un pulso con la FEF y presentó ante el Comité de Apelación un escrito en el que hablaba de «quebrantamiento de forma, abuso de derecho y estado de indefensión del Málaga» al entender que la sentencia recurrida no era firme. La resolución de este segundo comité se produjo el sábado por la noche (víspera del partido)... ¡a las 22.45 horas! Eso sí, el club no tenía conocimiento oficial de ella y no se dio por enterado. El Málaga-Almería estaba fijado por el club en la mañana del Domingo de Ramos, a las 11.30. Lo cierto es que al enviado federativo se le condujo aquella mañana a la sala de prensa y luego habló de «confabulación para no recibirme», pero la directiva y decenas de aficionados estuvieron concentrados en el mismo estadio. De nada sirvió porque el Almería y el árbitro designado sí comparecieron por la tarde en Algeciras, se abrió una taquilla para la venta de entradas (se acercaron 200 espectadores, más que nada por curiosidad) y días más tarde al Málaga se le dio por perdido el encuentro por 0-3 y vio restados tres puntos, por lo que se vio sin opciones de permanencia.
Así se contó en aquel tiempo
Aquel pulso del Málaga a la FEF no cayó en saco roto. Con el paso de los años, el entonces vicepresidente malaguista, Antonio Pérez-Gascón (luego presidente) llegó a formar parte del núcleo duro de la gestada Liga Nacional del Fútbol Profesional y se emprendieron cambios notables en los plazos. No sólo Apelación pasó a tomar decisiones con más celeridad, sino que más tarde se auspició la creación de un tercer comité, el Superior de Disciplina Deportiva, con potestad para corregir a los dos federativos con suspensiones cautelares de las sanciones e incluso dejando estas sin efecto. Cuarenta años después, con perspectiva, la decisión de la directiva malaguista originó un cambio considerable en la aplicación de la justicia en el ámbito futbolístico. Aunque costó muy cara, un nuevo descenso a Segunda, también la situación del club obligó a apostar en firme por la cantera. Y así se gestó un equipo extraordinario, plagado de futbolistas de casa, que protagonizó inolvidables tardes (el 6-2 al Real Madrid) y también noches (aquel extraordinario 5-1 entresemana frente al Atlético tras horas de lluvia torrencial). Aunque el recuerdo de aquella nefasta actuación del árbitro valenciano Fandós aún está fresco en la memoria...
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
Iker Cortés | Madrid
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