Una agonía clasificatoria de nueve meses para el Málaga

No fueron 41, como Escassi y Febas comentaron el sábado tras el partido, pero sí 39 (y acabarán siendo 40) las jornadas que el Málaga se ha movido en la zona caliente de la tabla. Sólo en dos sacó la cabeza, tras la tercera (decimoquinto, con dos puntos de renta) y la cuarta (decimoctavo, con uno de ventaja), pero nada más. De ahí que el término 'agonía' sea el que mejor explique la dificultad anímica añadida que lastró a la plantilla más si cabe a medida que avanzaba el torneo y no se enderezaba la situación.

El Málaga llegó a estar a once puntos de los puestos de salvación, lo que se dio sólo durante una semana, a mediados de marzo (jornada trigésima segunda), tras empatar en La Rosaleda ante el Levante (0-0), ya con Pellicer en el banquillo. En realidad en toda la segunda vuelta se ha movido a cuatro o más puntos de desventaja del objetivo y, por tanto, nunca ha tenido a tiro de un solo partido el salir de los puestos de descenso.

En este sentido, la herencia que recibió Pepe Mel de Pablo Guede fue la misma que el madrileño le dejó a Pellicer. En los dos relevos producidos el nuevo entrenador tomó al equipo a cuatro puntos de distancia del decimoctavo. Mel lo hizo en la jornada séptima (con un 1-1 ante el Villarreal B en Martiricos) y tras dieciocho partidos al frente del Málaga lo dejó igual, sin evolucionar, a su sucesor. Hubo un momento clave, el del 'parón' navideño, al que se llegó con un 1-0 al Alavés, en una de las mejores actuaciones.

El Málaga se estaba entonando en su juego, más allá de resultados, y se situó entonces, coincidiendo con el final de la primera vuelta, a sólo un punto de los puestos de permanencia. Mel pronosticó que el Málaga estaría ya fuera del descenso en enero, pero el receso no le fue bien a la plantilla, que siguió sin reaccionar ni encadenar dos victorias.

Pese a todo, Mel fue destituido con el equipo a cuatro puntos de salir de la zona de descenso, como lo recibió, y con Pellicer rápidamente el cuadro blanquiazul fue alejándose del objetivo, no tanto porque bajara el promedio de puntos sumados respecto a etapas anteriores, sino porque los rivales más directos aceleraron su marcha, en especial equipos como el Racing o el Mirandés.

Tras verse a once puntos de distancia, se dio un rebrote en la ilusión entre los aficionados, porque el Málaga llegó a ganar cuatro de cinco partidos entre las jornadas trigésima tercera y trigésima séptima, justo tras tocar fondo. El objetivo se puso a cinco puntos, pero los pésimos encuentros ante Huesca (0-0 y penalti malogrado por Rubén Castro) y Ponferradina (2-0, con un Yuri providencial en pocos minutos en el campo) abocaron al equipo a tener que esperar un milagro para salvarse, a una carambola a muchas bandas.

¿Resulta injusto el descenso de un equipo que se ha movido en esas plazas toda la temporada, salvo dos jornadas? Seguramente no, y tampoco su cifra de puntos actual suele ser históricamente merecedora de una permanencia. Más allá de que en la Liga anterior le bastara con sumar 45 (incluso habrían valido 43 con el 'goal average' ganado al decimonoveno), ante el pobre nivel de los que bajaron, lo normal suele ser tener que alcanzar 50. De hecho, a falta de un partido, el equipo sólo podrá llegar a 46 si derrota este sábado (18.30 horas) al Ibiza, y de esta forma superando el bajo listón de su actuación el pasado curso.