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El público de La Rosaleda, sobre todo la Grada de Animación, estalló contra el equipo blanquiazul tras la dura derrota sufrida en casa frente al cuadro oscense. El mal juego, los errores y la incapacidad para reaccionar indignaron a los aficionados. Los pitos aparecieron relativamente pronto desde distintos sectores del estadio, incluso cuando el resultado todavía estaba igualado. Pero más tarde llegaron los gritos dirigidos directamente a los futbolistas, como «esta camiseta no la merecéis» o «jugadores, mercenarios».
Con el 0-2 en el marcador del estadio y tras pitar el árbitro el final del partido, los pitos fueron ya generalizados, ensordecedores. El malestar de los seguidores malaguistas están llegando a su límite ante la imposibilidad de que el equipo reaccione de una vez, lo que le está acercando a la zona de descenso (ahora, a seis puntos) cuando quedan nueve jornadas para que eche el cierre el campeonato. En la última etapa del equipo, con Natxo González al frente del banquillo, el cuadro de Martiricos ha sumado seis puntos en nada menos que nueve partidos. Unas cifras peligrosas a falta de nueve encuentros para el final.
La decepción fue mayúscula para los malaguistas, que miran la clasificación con gran preocupación: el equipo blanquiazul es el quinto por la cola y se ha convertido de nuevo en la referencia para los rivales de la zona baja que todavía tienen aspiraciones de salvación (nada menos que tres equipos lo persiguen). Los dos cánticos mencionados contra los blanquiazules se repitieron con insistencia al final del choque, con una espectacular pitada de despedida al equipo.
El error, el punto de partida
A las habituales dificultades del Málaga por sus escasos recursos en diferentes líneas se unen una y otra vez los errores, como en este caso le ocurrió Dani Barrio a la hora de atajar el balón al comienzo de la segunda parte (se le escapó), lo que abrió la victoria de un Huesca que no había inquietado en toda la primera parte la meta blanquiazul. Era el momento de la reacción. El público esperaba que los malaguistas se volcaran sobre la meta contraria, pero no fue así. Todo lo contrario, se vinieron abajo.
Este tipo de fallos, como se pudo comprobar este domingo en La Rosaleda, 'matan' a un equipo que apenas tiene gol y que generó poco juego ofensivo. Una vez que se encuentra en inferioridad sus opciones de remontada son muy escasas por sus pocos recursos que tiene. En este caso, el 'mazazo' del gol afectó a equipo tras el tanto y le costó muy pronto que llegara el segundo, lo que suponía ya casi la sentencia del partido ante la impotencia de los blanquiazules. Los cambios, que llegaron tarde, después de este tanto, apenas supusieron un revulsivo en busca de mejorar el marcador o buscar, al menos, la igualada. Y todo ante una afición cansada ya de tantos problemas y contratiempos.
Después de varios encuentros de ciertas dudas, en los que se adivinaba una cierta mejoría del conjunto blanquiazul, cayó de nuevo en una dinámica negativa tras la derrota también en Fuenlabrada. Algo que se confirmó contra el Huesca. La situación, de esta manera, se vuelve a complicar de una forma considerable para el equipo de Martiricos debido a que se reduce en un punto, a seis, su ventaja con la zona de descenso.
La fórmula táctica elegida por el entrenador para esta ocasión mezcló varios sistemas en busca de la mejor opción para frenar a un rival fuerte con la disponibilidad de la plantilla. Aunque se quedaron de entrada titulares de semanas anteriores, si bien algunos de ellos no estaban al ciento por ciento y el cuerpo técnico apostó por no arriesgar. Para ello, sin embargo, hizo algunos retoques tácticos destacados, empezando por retrasar a Escassi, utilizando al canterano Andrés como central y lateral a la hora de defender, con Jozabed y Febas delante en busca de la salida del balón, la creatividad y la superioridad técnica. Pero todo salió mal.
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