«Si no reconocemos que hay comunidades que aportan al conjunto y otras que han recibido no estaríamos valorando la democracia con la sinceridad suficiente», así se expresó José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español entre 2004 y 2011, a preguntas del auditorio de ... la Facultad de Económicas de la Universidad de Málaga después de haber pronunciado la conferencia 'La democracia como promesa abierta'. Asumió que «tiene valor decirlo aquí« -por Andalucía y agregó: «Pero creo que debo hacerlo». «Hay en nuestro país unas diferencias territoriales económicas intensas», aseveró, «y tenemos un modelo que en parte explica el desarrollo económico, los avances, que es el modelo de financiación territorial; porque en el debate se dice que pagan las personas, sí, pero el modelo, curiosamente, está establecido desde la Constitución como financiación autonómica, como los modelos federales, por cierto». «Ésta es la democracia de la solidaridad, ha sido la democracia de la solidaridad», ratificó. Y puso un ejemplo, ya no andaluz, sino de su tierra, de León: «4.000 millones de euros ha costado llevar la alta velocidad de León a Asturias, que son 50 kilómetros, para reducir el tiempo de viaje. Casi ningún país haría ese esfuerzo por una comunidad tan pequeña. La solidaridad caracteriza nuestro sistema de reparto».
Publicidad
En democracia, «la singularidad no es privilegio, la diferencia no es privilegio», incidió. «Me paso mucho tiempo hablando con independentistas porque quiero a Cataluña, porque quiero que Cataluña sea España. El consentimiento de los gobernados es fundamental. No es un tema de que sean cuatro. Es que pasó un 155, fueron a la cárcel y son mayoría absoluta en el Parlamento. Podemos decir que no existe el problema, pero entonces será que no quieres que te preocupe. Paciencia, diálogo, no imponer, convencer, no atosigar, seducir. Esta democracia tiene capacidad de hacerlo», defendió, para argumentar que España también fue capaz de acabar con la violencia política después de dos siglos llena de ella.
Aunque igual de tajante se mostró a la hora de rechazar el referéndum como herramienta para acabar con el conflicto político: «Los mejores productos políticos de la historia son fruto del acuerdo, no de la imposición. Es constatable que en un referéndum, más allá de su clara inconstitucionalidad, el que pierde quiere la revancha. Aprendamos las lecciones de países que se parecen a nosotros», aseguró, en referencia al Reino Unido, donde Escocia reclama una nueva consulta, o a Canadá, donde también se han llevado a cabo varios plebiscitos. «Referéndum no va a haber. Yo siempre he estado en contra porque no soluciona el problema. Hay que llegar a acuerdos. Igual no es para siempre, pero no ha sido nunca para siempre», ratificó.
Lo que sí reiteró fue su respaldo a la amnistía. «Lo que se sufrió en Cataluña, las medidas que hubo que tomar...». Por ejemplo, deslizó, la aplicación del artículo 155, «la medida más drástica que la Constitución permite: quitar a un Gobierno y a un parlamento democráticamente elegido» y «que el PSOE apoyó». Ahora, dijo, Cataluña «está mucho mejor». Y la amnistía, agregó, «va a contribuir a ello», para incidir en que todavía «hay que dedicar mucho tiempo al diálogo, a escuchar, a entender por qué cerca de dos millones de personas en Cataluña están más inclinadas a defender estar fuera de España. Hay que escuchar, será la única manera de aproximar, de recuperar, de entender. No conozco otra. Las cosas que me han salido bien en mi tarea política, o que pienso que me han salido bien, han sido a base de mucho esfuerzo, diálogo y entendimiento de que el otro tiene sus argumentos y razones y no pensar que uno es el bueno y el otro es el malo. Para unir hay que escuchar, hay que perdonar, hay que reconciliar. Es la democracia la que tiene la capacidad de ser generosa, la que convoca al reencuentro. Es la grandeza de la democracia».
Publicidad
El expresidente Zapatero también se refirió a la situación de la Justicia en España, para abogar por que el «gobierno de los jueces», como el de la sanidad o el de las universidades públicas, responda a la voluntad popular expresada en las mayorías parlamentarias. «Esto es algo que existe en muchos países: el gobierno de los jueces es una parte más del gobierno del país», incidió. «Eso no tiene que ver con dictar una sentencia», aseguró.
Admitió que la mayoría de la judicatura a través de sus asociaciones se ha manifestado en contra de la ley de amnistía, pero destacó: «Si algo es el Estado de derecho es el respeto a la ley y la ley es expresión de la voluntad popular y los jueces saben que su tarea es aplicar la ley». Después, admitió, el Tribunal Constitucional se puede pronunciar sobre la constitucionalidad de las leyes. De modo que aseguró: «Lo importante de un país no es como se ve a sí mismo, sino cómo nos ven los demás. Nuestro país está absolutamente reconocido como uno en el que hay una separación de poderes radical. Lo viví como presidente del Gobierno: ningún juez de este país se deja influir por un político».
Publicidad
Con respecto al reconocimiento del Estado Palestino por parte de España, valoró que le parece «un acierto». Porque el asedio a Gaza le parece «una infamia». «La comunidad internacional tendrá que hacer una autocrítica, tendremos que hacer una autocrítica antes o después», afirmó, para plantear acto seguido: «¿En qué momento de nuestra historia estamos para que esto haya sucedido así, sin más, de un país democrático como es Israel?». «Detrás del debate del reconocimiento de Palestina está el debate del futuro de la paz en el mundo, de cuáles son los valores, las reglas, las instituciones que van a regir el futuro del mundo», aseveró.
Porque si todas estas cuestiones de actualidad coparon las preguntas al presidente del Gobierno en un auditorio formado por personas muy jóvenes -tanto que algunos no habían nacido cuando ganó sus primeras elecciones hace ahora justo dos décadas-, la ponencia del presidente estuvo atravesada por la amenaza bélica que ahora afronta el mundo y su decisiva apuesta por la paz. Así, señaló que «lo más preocupante» a sus ojos es si vamos hacia unas «democracias de la defensa» con «el uso de la fuerza como primer recurso» o «si recuperamos el espíritu posterior a la Segunda Guerra Mundial, de la carta de la ONU y de la solución pacífica de los conflictos». «Estamos viviendo en el momento con más guerras desde la Segunda Guerra Mundial y es preocupante», reiteró. En este entorno, aseguró que si bien la Unión Europea ha hecho los deberes, no muestra la fuerza suficiente como para instaurar el multilateralismo que se debería, mientras que Estados Unidos se encuentra en una «crisis de identidad» previa a la definición de un nuevo liderazgo y del nuevo papel que ha de asumir en el mundo.
Publicidad
Pero despejó la posibilidad de peligros internos en España: «Nuestra democracia, más allá de nuestras tensiones y dificultades para elevar nuestra autoestima, presenta un desempeño muy razonable, muy positivo, y no atisbo riesgos sustanciales a nuestro vivir democrático. Aunque cuantos menos excesos, mejor. Ya lo dijo María Zambrano: todo extremismo destruye lo que afirma». No fue el único guiño a la filósofa malagueña: saludó al auditorio afirmando que llegar a la estación de tren, que lleva su nombre, le produjo «una gran evocación» porque es una de sus «referencias intelectuales más queridas». «Tuve la oportunidad como presidente del Gobierno de decidir que se llamara estación María Zambrano. Es una de las decisiones por las que merece la pena ser presidente del Gobierno», rememoró.
Ya antes, en declaraciones a los periodistas, había deslizado una crítica al Partido Popular en su valoración sobre la situación crispada de la actualidad: «El partido que está en la oposición debe tener algo más de capacidad para presentarse como una alternativa que la descalificación y la crítica. Se mide mucho a la oposición por su capacidad de propuesta, de acuerdos y eso es lo que debería ocupar más espacio. El Gobierno tiende a defenderse. Y es verdad que cuando las acusaciones son muy graves, la defensa suele ser contundente. Pero yo pienso que estos días de Semana Santa han bajado un poco el tono».
Publicidad
También respecto a la democracia española valoró que «ha mantenido viva la promesa de ser una democracia abierta» superando «los límites de lo que preveía» la Constitución, con la incorporación del derecho al aborto, el matrimonio igualitario o el divorcio, por ejemplo.
Al Gobierno español le puso deberes: ante la conferencia de la ONU que tendrá lugar el próximo mes de septiembre, emplazó al Ejecutivo a sembrar en ese contexto el objetivo de la paz. «El peor destino para las democracias es esa impronta bélica latente que se extiende y esa ausencia de afán por la paz y el acuerdo», insistió.
Noticia Patrocinada
El expresidente hizo un guiño a las bromas recurrentes sobre su optimismo irredento: «Mi fe en el progreso es indeclinable». Y citó al recientemente fallecido Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, que aquí se parafrasea: «Si a usted se le permitiera un deseo para su hijo, que sea optimista, porque los optimistas normalmente son alegres y felices y, por lo tanto, populares. Son resilientes a la hora de adaptarse a los fracasos y a las dificultades. Sus probabilidades de sufrir depresión clínica se reducen. Están más sanos que los demás y es probable que vivan más años».
Ahora que se discuten cambios en las leyes de memoria en las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular y Vox, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero valoró: «Nuestro país tiene derecho a la memoria. Una democracia viva, fuerte, segura de sí misma, no rehuye la memoria ni la verdad. Y hay una verdad objetiva que fue que tuvimos una dictadura horrible y sanguinaria de cuarenta años. Y hay una verdad objetiva y es que miles y miles de ciudadanos españoles han estado en fosas sin que hayan podido ser recuperados por sus descendientes, por sus familiares, o se les haya podido rendir un mínimo homenaje de reconocimiento. Son verdades históricas», aseguró. Acto seguido confió en que el Tribunal Constitucional pueda sentar «una doctrina democrática avanzada sobre lo que es la memoria y el derecho a la memoria personal y que quede en la conciencia política lo que fue una dictadura horrenda y lo que fue sin duda un periodo esperanzador que lamentablemente acabó en una Guerra Civil como fue la Segunda República».
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.