Yunquera ha regresado al pasado para reencontrarse con una de sus etapas más florecientes, aquella en la que la fabricación de paños gruesos relanzó la actividad económica de esta localidad de la Sierra de las Nieves a mediados del siglo XIX, que continuó con la ... confección de mantas y luego con un taller de calcetines desde el que empezó a tejerse el origen de Mayoral. No es que el gigante de la moda infantil haya reabierto la fábrica que durante décadas fue uno de los pilares del pueblo hasta que cerró en 2006, pero algunas de sus antiguas empleadas sí que han vuelto a sacar las máquinas de coser para que los cerca de tres mil vecinos tengan mascarillas. Y ya puestas, han seguido trabajando de forma altruista para entregar material de protección a colectivos que están afrontando la lucha contra el coronavirus desde la primera línea.
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Así, las mascarillas 'made in Yunquera' están protegiendo al personal sanitario de los hospitales Clínico y Materno Infantil, a empleadas de ayuda a domicilio de Mijas, a profesionales de la residencia de ancianos de Guaro e incluso a funcionarios de la cárcel de Archidona.
El pueblo se ha volcado. Unos aportando la tela, otros los elásticos, las que saben coser su trabajo y los voluntarios de Protección Civil asumiendo el suministro de materiales a cada costurera y repartiendo las mascarillas casa por casa. En apenas tres semanas han fabricado y entregado más de ocho mil unidades. «En las malas es cuando sale lo mejor de cada uno», comenta Ana Mari Martos, que ha sido uno de los motores de esta causa que surgió de forma espontánea cuando Pilar Pujadas, que se dedica a la confección, planteó a la Hermandad de la Virgen del Carmen la posibilidad de hacer un llamamiento a los yunqueranos para colaborar en la fabricación de mascarillas ante el desabastecimiento generalizado en las farmacias.
Dicho y hecho, la hermandad donó tela y difundió el mensaje por las redes sociales. La rueda había empezado a moverse y Ana Mari Martos y la concejala Ana García Sánchez le dieron el empujón definitivo. La primera, poniendo a disposición su experiencia de 23 años en Mayoral, donde se dedicaba a preparar los tejidos, el hilo y todos los materiales para que las chicas lo confeccionaran.
La segunda, coordinando todos los pasos que se iban dando, desde las donaciones de tejidos que cada familia iba aportando de lo que tenía en casa a la búsqueda de más personas dispuestas a coser sin que nadie se saltara el confinamiento. «Ha sido impresionante el ejemplo de solidaridad que ha dado todo el pueblo, desde los vecinos a las asociaciones, pasando por la inestimable ayuda de los voluntarios de Protección Civil, que han sido los encargados de la logística», destaca la edil.
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«Todos hemos ido a una. Las máquinas de coser no son industriales, así que algunas se han averiado, pero a través de un grupo de Whatsapp se iban solucionando todas las cosas que surgían porque si a alguna se le rompía el pedal, otra ofrecía el suyo de repuesto, y lo mismo si faltaba hilo o alguna aguja. Lo apuntaba todo y luego Protección Civil iba a cada casa a recoger el material y a repartirlo», relata Ana Mari, que ha convertido el salón de su casa en un pequeño taller de confección.
Una vez atendidas las necesidades del pueblo, surgió la oportunidad de hacer más. Fue a raíz de una vecina de El Burgo, que al enterarse de la iniciativa donó textil no tejido (conocido como tejido sin tejer). «Como aquí hubo una cooperativa de corte y confección había una persona que aún tenía la máquina en casa, así que cortó otras 4.700 mascarillas de este material, por lo que desde el Ayuntamiento se pidió más ayuda y otras compañeras de trabajo se fueron apuntando hasta llegar a la treintena», explica esta vecina, que también destaca la colaboración de Confecciones Torres y de Confecciones Antaly.
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Fue de esta forma cómo una vez abastecido el pueblo y dejar algunas en 'stock' por si hiciera falta hacer un nuevo reparto, se empezaron a entregar mascarillas a personal sanitario, de residencias, de ayuda a domicilio y de seguridad de distintos puntos de la provincia. Como bien dice García Sánchez, no serán suficientes, «pero llevan todo el amor y el cariño de un pueblo entero que desde su humilde posición y en la distancia ha trabajado codo con codo para sacar esto adelante».
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