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De pequeña, cuando rebatía casi todo lo que se comentaba en clase, ya le decían que de mayor tenía que ser abogada. A María Teresa ... Verdugo –malagueña– siempre le gustó el derecho, pero cuando empezó la carrera se dio cuenta de que le atraía más la función pública: «Un letrado tiene que defender a su cliente, sea bueno o malo, mientras que un fiscal lucha por la legalidad y eso me resultaba más atractivo».
No se equivocó al elegir la profesión. Su esfuerzo y valía la han llevado a convertirse en fiscal Coordinadora de la Sección de Delitos Económicos y delegada de Delitos de Odio de la Fiscalía Provincial de Málaga.
Recuerda que, cuando ingresó en la escuela de fiscales, en 2003, eran solo 13 chicos frente a 59 chicas: «El cambio en la Fiscalía ya era patente. De cincuenta y muchos años para arriba son todos hombres, mientras que hacia abajo la gran mayoría somos mujeres».
«No puedo decir en modo alguno que haya machismo en mi carrera», apunta. Explica que, en ningún caso, ni a la hora de trabajar, ni en el momento de optar a algún puesto o de recibir indicaciones ha notado un sesgo machista.
Lo que sí echa en falta son más mujeres en cargos de responsabilidad. La fiscal no tiene una explicación concreta para explicarlo: «No sé si es un tema cultural, si es por que hay mujeres que se quieren centrar más o asumen más cargas familiares o por una serie de inercias que tenemos. Eso sí, en ningún caso es algo impuesto, ya que, al contrario, se está promocionando mucho a las mujeres. Pero es cierto que casi todas las jefaturas son de hombres».
Verdugo señala que, en 2019, estuvo en Naciones Unidas, algo que dice que pudo hacer gracias a que el padre de sus hijos «se implica al cien por cien en su educación». «Esto no es lo normal. Tradicionalmente, las actividades de formación en el extranjero, de ir a otros países a participar en instituciones, de dar conferencias... suelen ser los hombres los que dan el paso y se lanzan. Para hacer cosas que se salen del trabajo del día a día más funcionarial de los fiscales, ahí sí que hay diferencia», precisa.
No solo ocurre en su colectivo. La fiscal pone como ejemplo lo que ocurre cuando coge un tren a primera hora de la mañana para ir a Madrid a participar en alguna actividad laboral: «Hay 50 hombres por cada cinco mujeres y se ve que todos vamos a trabajar. Ahí sí es donde noto que queda mucho por hacer».
Nadie duda de la valía de las mujeres, cuando examinas las sentencias, los escritos de acusación o los informes, no hay diferencias», apunta. Sin embargo, insiste en que, «a la hora de asumir otras responsabilidades, de dar un paso al frente para trabajar en otros ámbitos o salir de la zona de confort, quizás ahí sí que todavía vemos diferencia en los géneros».
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