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Foto veraniega de 2015 I. G.
El verano del amor (y del cine)
Diario de verano

El verano del amor (y del cine)

Hemos asumido que los amoríos estivales son tan efímeros como el moreno de la playa, pero en ocasiones (como en mi caso) es la historia que te cambia la vida

Lunes, 22 de julio 2024, 00:15

Suena 'Hero' de Family of the Year y me sale la sonrisa automáticamente. Y quizá no debería, porque en realidad la banda sonora de 'Boyhood' (Richard Linklater, 2014) es un canto a la nostalgia, al paso de los años como hecho irremediable. A las cosas que no hicimos, las que hicimos mal... y a los aciertos. Quizá sea esto último lo que permanece en mi cabeza, porque tanto la letra como la propia película me recuerdan cada día que mi vida cambió en verano de 2015. Justo en el momento preciso en el que me enamoré.

Ocurrió en junio –a finales–, pero la cosa ya venía de antes. Eso sí, que mi primer beso fuera un 28 de junio, día del Orgullo, es una bonita casualidad de la que solo fuimos conscientes unos meses después, y que en el fondo nos ha marcado desde entonces.

Escribo estas líneas a sabiendas de que a él quizá no le guste mucho. Pero hablar de 'mi mejor verano' e ignorar el de 2015 me hubiera parecido un ejercicio de hipocresía. El amor nació como nace la mayoría, pero desde los primeros días de ese julio hasta ahora mismo lo fuimos cimentando con el cine como piedra angular.

Fue en aquellas semanas cuando vi por primera vez la película que me marcó hasta la médula. Wong Kar Wai y su 'Deseando amar' es una puñalada que se te clava en el corazón. Tardé mucho en llegar a ella, pero me alegro que fuera él quien me la mostrara y con quien la disfrutara mientras descubría una de los filmes más románticos de la historia del cine. No puedo dejar de escuchar el 'Jumeji's Theme' (Shigeru Umebayashi) sin pensar en la suerte que tuve (y sigo teniendo) de que no me ocurriera como a Chow y Li-zhen, que se amaron sin estar juntos porque una pared separaba sus espaldas.

La primera vez que vi 'Vértigo' no fue con él, pero la que más me acuerdo sí que fue en ese verano. No solo porque apreciaba cosas que no había observado antes, sino porque me llenaba de felicidad ver la cara de pasión con la que analizaba cada plano de la obra maestra de Hitchcock. Porque esa es una de las razones por las que él siempre ha sido el único: no podría convivir con alguien que no sienta emoción por las cosas que le hacen disfrutar.

No todo lo que aprendimos fue cosa suya. En ese verano del amor descubrí, por uno de sus comentarios, que sabía quién era Mamá Cora y la obra cumbre de la comedia argentina. ¿Estoy empezando una relación con un español al que le gusta 'Esperando la carroza'?, me pregunté. Aquí hay algo que merece la pena.

Decía al principio que hay quien considera efímero el amor de verano. A mí no me pasó, porque cuando empezaban a asomar las primeras sudaderas conjuntadas con chanclas (ya saben, justo después de la Feria de Málaga), yo ya sabía que había llegado a su casa para quedarme de por vida. Bueno, en realidad lo decidí la primera noche, pero si lo hubiera dicho entonces quizá este no habría sido el verano de mi vida.

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