La Fundación General de la Universidad y CaixaBank han entregado los premios de Investigación de la UMA, que llegan a su décima edición. Están dotados con 3.500 euros para cada una de las cinco áreas de conocimiento: Ciencias, Ciencias Sociales y Jurídicas, Ciencias de la Salud, Arte y Humanidades e Ingeniería y Arquitectura.
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El vicerrector de Investigación y Transferencia de la UMA, Juan Teodomiro López, ha señalado durante el acto de entrega de los premios que se trata de «un acto de futuro» y una apuesta por el talento universitario. Ha agradecido a CaixaBank que se apoyen iniciativas como esta y ha animado a los premiados a seguir trabajando con ilusión en la creación de conocimiento. El director de la Fundación General, Diego Vera, ha señalado el papel fundamental de la universidad pública en la creación de talento, investigación y transferencia a la sociedad. Por su parte, el director de Banca Instituciones en Andalucía Oriental de CaixaBank, Joaquín Ramírez, ha destacado el apoyo de la entidad a los proyectos de investigación basados en la excelencia, con una inversión en este año de 560 millones de euros en sus diferentes programas de labor social, de los que un 20 por ciento están destinados al apoyo a la investigación.
Han sido premiados Paula Mayorga en el área de Ciencias; Eduardo Jiménez, en Arte y Humanidades, Ángeles Gómez, en Ciencias de la Salud, Antonio Martín, en Ciencias Sociales y Jurídicas y Salvador Pineda y Juan Miguel Morales en el área de Ingeniería y Arquitectura.
El jurado ha premiado a Salvador Pineda y a Juan Miguel Morales, profesores en la Escuela de Ingenierías Industriales, del grupo de investigación OASYS, por un artículo científico en el que desarrollan una herramienta para ahorrar costes a la hora de diseñar sistemas eléctricos para la integración y almacenamiento de las energías renovables.
En el caso de Eduardo Jiménez, el trabajo premiado formó parte de su tesis doctoral y ha sido publicado en revistas científicas. Este profesor e investigador en la Escuela de Arquitectura hace un repaso historiográfico de la evolución de la arquitectura terapéutica, cuando en el siglo XIX golpea la tuberculosis en Europa y se introducen cambios en la arquitectura de los hospitales para adaptarse mejor a la enfermedad y su relación posterior con la arquitectura para el turismo de masas. «Un tema muy de actualidad por cómo nos estamos enfrentando a la actual pandemia», señaló Eduardo Jiménez.
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