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Los alumnos del colegio de Los Gámez, en su clase-capilla, la única que queda en la capital con función educativa y religiosa. Foto: E. Miranda. | Vídeo: R. Aparicio
Educación

Las últimas escuelas capilla de Málaga

En la década de los cincuenta Herrera Oria impulsó 250 colegios rurales para erradicar el analfabetismo que reinaba en el campo malagueño. Hoy, sólo dos colegios rurales conservan esa doble función educativa y religiosa

Domingo, 9 de junio 2024, 00:06

Pupitres, libros de texto, estuches y paredes decoradas con ilustraciones educativas a todo color: mapas, murales con palabras en inglés o consejos sobre cómo cuidar el planeta. Un pequeño calendario recuerda los cumpleaños de los alumnos. Podría ser la descripción de un aula de cualquier colegio de la provincia pero cuando llega la última hora del viernes, algo cambia. «Venga, preparamos la clase: recogemos y lo dejamos todo despejado», ordena la profesora. De manera casi automatizada, como si de una ensayada coreografía se tratara, los escolares empiezan a retirar mesas y sillas y a dejarlas, apiladas, en un lado de la estancia. Entonces se abre una gran cortina blanca ubicada al fondo y la clase ya no es aula, es capilla, en un pispás. Con su cruz, sus imágenes, un pequeño altar y un armario a modo de sacristía. Donde durante la semana se aprende Matemáticas o Conocimiento del Medio, el fin de semana se celebra la eucaristía o incluso primeras comuniones. «Somos la última escuela capilla de la capital. Mantenemos el culto y la educación en la misma aula», resalta con orgullo Ángel Fuentes, director del Centro Rural Agrupado Guadalmedina formado por el Colegio Diocesano Estación de Salinas de Archidona y el Colegio Diocesano Los Gámez donde se encuentra la clase con esa doble función religiosa y educadora.

Este pequeño centro, ubicado en un entorno verde cerca del pantano del Agujero, a escasos kilómetros de Ciudad Jardín, es uno de los dos centros capilla que quedan operativos en la provincia, junto al Colegio Diocesano El Peñón, en Alhaurín de la Torre. Ambas escuelas pertenecen a la Fundación Victoria, la obra educativa de la Diócesis de Málaga y son los últimos ejemplos de la iniciativa que promovió en la década de los 50 del siglo pasado el cardenal Ángel Herrera Oria. Cuando fue nombrado obispo de Málaga, se propuso combatir el analfabetismo existente en las zonas rurales de la provincia e impulsó la creación de unas 250 escuelas de este tipo, que eran a la vez colegio, parroquia y el centro de primeros auxilios de miles de personas que por entonces vivían aisladas en el campo sin agua, luz y, en muchos casos, sin camino de acceso. Cada escuela solía tener una o dos aulas, una capilla separada por puertas y una vivienda en la zona superior reservada a los docentes. «Cuando llego los domingos todo está preparado y después de la misa, las propias familias son las que ayudan para que se quede todo listo para que retomen la actividad escolar del lunes», explica desde la pequeña capilla de la escuela el padre Giovanni Torres, párroco de Nuestra Señora del Rosario y de Cristo Rey en Ciudad Jardín, que se encarga también de la parroquia de San Isidoro, en la barriada Los Gámez.

Los 25 escolares de Los Gámez posan en el exterior de su aula capilla. Imágenes antiguas de escuelas capillas de Málaga R. Aparicio / E. MIranda
Imagen principal - Los 25 escolares de Los Gámez posan en el exterior de su aula capilla. Imágenes antiguas de escuelas capillas de Málaga
Imagen secundaria 1 - Los 25 escolares de Los Gámez posan en el exterior de su aula capilla. Imágenes antiguas de escuelas capillas de Málaga
Imagen secundaria 2 - Los 25 escolares de Los Gámez posan en el exterior de su aula capilla. Imágenes antiguas de escuelas capillas de Málaga

Ambiente familiar

Actualmente este colegio cuenta con 25 alumnos, agrupados por ciclos. Al ser pocos niños, en la misma clase hay alumnos de diferentes cursos, lo que les permite «una educación muy personalizada y atender a cada alumno en su grado de madurez», argumenta el director. Las instalaciones del centro, aunque reducidas, están muy bien aprovechadas: cuentan con un huerto, una biblioteca, un aula de Infantil y otra de Primaria, un patio con parque infantil y una pequeña pista deportiva.

Aunque estas escuelas se han modernizado y cuentan con los mismos medios tecnológicos que la mayoría de los colegios, sí mantienen en gran parte esa esencia de colegio rural y familiar de sus orígenes: «sigue siendo un centro social para el barrio como lo fue en sus inicios. Intentamos que esté abierto por las tardes, que haya extraescolares y actividades también para los vecinos todo el año».

Capilla y vista exterior del colegio El Peñón de Alhaurín de la Torre. Imagen antigua de la calse capilla de El Peñón E. M. R. A. y SUR
Imagen principal - Capilla y vista exterior del colegio El Peñón de Alhaurín de la Torre. Imagen antigua de la calse capilla de El Peñón
Imagen secundaria 1 - Capilla y vista exterior del colegio El Peñón de Alhaurín de la Torre. Imagen antigua de la calse capilla de El Peñón
Imagen secundaria 2 - Capilla y vista exterior del colegio El Peñón de Alhaurín de la Torre. Imagen antigua de la calse capilla de El Peñón

Ese ambiente de cercanía, sin masificación, es precisamente lo que seduce a las familias que eligen estos centros. «Mi hija ya termina este año y me da mucha pena. Son pocos niños y cuidan mucho de ellos. Todos los padres somos de la AMPA y estamos muy involucrados», explica Ana Gómez, madre de Martina, de sexto.

La misma operación de cambio, de recogida y transformación en capilla, se produce los viernes en El Peñón, ubicado en la barriada Molina-El Peñón, muy cercana de la de Zapata, una zona de unos 2.200 habitantes, pero en pleno crecimiento demográfico. «En nuestra capilla tenemos misa los domingos alternos, porque el mismo párroco acude a la capilla de otro barrio. Cuando toca el cambio de la clase todos los niños están preparados, se recoge todo el viernes y luego son los propios padres los que sacan sus bancos para la misa», relata Irene Posadas, directora del Centro Rural Agrupado Guadalhorce, al que pertenece esta escuela. Actualmente tienen 56 alumnos repartidos en cuatro unidades mixtas y, aunque el colegio sea «pequeñito», cuenta con todos los recursos necesarios para el alumnadoo.

Otra peculiaridad de esta zona es la movillidad existente por motivos laborales. Y, como es un colegio de barrio, aunque sea cristiano, tienen varias familias marroquíes con las que viven «en perfecta armonía». «Es un claro ejemplo de cómo se puede compartir cultura y fe en convivencia de distintas religiones», concluye la directora.

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