Gerardo Pérez es el presidente de Faconauto, la patronal de los concesionarios en España. El sector se ha reunido en Málaga para hacer inventario, ahora que la Unión Europea acaba de ponerle fecha de caducidad al motor de combustión: 2035. Una noticia que se ha ... recibido con desasosiego y que, según Pérez, generará un grave perjuicio a todos los concesionarios españoles y a la movilidad en general. Con una transición clara ni despejada hacia la electrificación, con unos coches eléctricos al alcance solo de una clase alta, Pérez vaticina en este entrevista con SUR que la política adoptada en Bruselas inundará las carreteras de coches viejos.
–¿Cree que se está se está demonizando el uso del coche o decirlo así sería muy de brocha gorda?
–Yo creo que sí se puede decir. Nosotros somos el segundo país fabricante, por detrás de Alemania. El 80% de los coches que hacemos tienen tecnología de combustión. La industria da empleo a medio millón de trabajadores de forma directa. Luego hay hasta dos millones que dependen de la industria del automóvil. ¿Qué está pasando? Hay un debate sobre la motorización eléctrica que se está orientando de manera muy peligrosa. Una cosa es querer avanzar en esta motorización eléctrica, pero otra cosa es hacerlo en detrimento del motor de combustión.
–¿Qué peso tiene el coche eléctrico en las ventas?
–Un 4% de las ventas es eléctrico. El cliente debido a los precios, debido a la autonomía, debido a que no hay infraestructura, no ve la oportunidad de comprar un coche eléctrico. ¿Qué estamos haciendo entonces? Debilitar el mercado. Es que estamos vendiendo el 50% menos que en 2017. Y eso es una deriva muy peligrosa para el empleo del que hemos hablado antes.
–¿En qué momento de su constante transformación se encuentra el sector del automóvil ahora mismo?
–Estamos en un momento crucial porque esa transformación no se está enfocando bien. Vamos a una velocidad que el consumidor no es capaz de digerir. El cliente no compra un coche eléctrico porque no puede, pero tampoco compra uno de combustión porque está oyendo que éste va a desaparecer. Aquí se está obligando al ciudadano a algo que no puede permitirse y así nos estamos cargando la industria. Europa pretende que un 8% de la población resuelva un problema medioambiental mientras que en el resto del mundo no hay prohibiciones.
–Con el año 2035, la Unión Europea le acaba de poner fecha de caducidad al motor de combustión? ¿Qué opinión le merece?
–Es un disparate absoluto porque no hay capacidad de llegar a esos plazos. En 2035 no se pueden vender ya motores de combustión y en 2050 no se podrá circular con ellos. En España hay 28 millones de coches y quedan 28 años. Para tener el mismo parque de automóvil, pero en eléctrico, habría que vender un millón de coches por año. El año pasado vendimos 30.000. ¿Cómo se podría cumplir? Obligando a llevar en 2050 al desguace a todos los coches que aún quedan de combustión y quedarnos con un parque de 10 millones. ¿Quién va a tener entonces un coche? La gente con dinero. La transición justa de la que habla el Gobierno y la Unión Europea no se está produciendo. No tenemos duda.
–¿La transición hacia el vehículo eléctrico va a dejar a gente atrás?
–Ya hay muchas personas que se están quedando atrás. ¿Qué está ocurriendo? Se está disparando la venta del coche viejo. En España se venden 400.000 coches que tienen más de diez años. En vez de asegurarnos que esos coches vayan al desguace, se están recomprando por consumidores que no pueden permitirse otro. Esta transición es una transición para las clases altas y las élites.
–¿Qué significa el actual contexto para los concesionarios?
–Es una grave amenaza para un sector que da empleo a 155.000 personas. Hemos tenido un mercado de entre 1,2 y 1,5 millones de coches vendidos al año. Que se haga crónico un mercado de 800.000 coches pone en riesgo esos empleos. Nos da la sensación de que este Gobierno o, al menos un parta de él, lo que quiere es que no haya coches. Pero no es viable ir en bicicleta o patinete a todos lados. El turismo debe tener un espacio en nuestras ciudades.
–¿Hay margen para emplear a los trabajadores del automóvil en otro sector?
–Es que eso no nos lo deberíamos plantear. Al revés. Yo siempre digo que nuestro sector debe ser el espejo para otros. Tenemos salarios muy razonables, horarios bien estipulados. ¿Qué hacemos con esos trabajadores? ¿Les vamos a poner una mochila y que repartan comida? Hemos perdido un poco el juicio.
–¿Siente que el potencial cliente está confundido en estos momentos sobre qué coche debe comprar?
–Mira, la pregunta que más me hacen es la siguiente: ¿Gerardo, qué coche me compro? Y cuando hay incertidumbre, la decisión de compra se paraliza. La prohibición en Europa ha traído un descenso en las ventas.
–¿Cómo está en estos momentos el problema de las largas listas de espera en la compra de un coche nuevo?
–Hemos sido capaces de mejorar los plazos de entrega. Lo que hasta hace poco eran ocho meses, hoy está siendo un plazo de entrega de tres o cuatro meses. También, si tú te gastas en un coche unos 30.000 euros creo que no hay problema en esperar dos o tres meses. Estamos teniendo, quizá, un plazo de entrega algo más largo de lo que debería ser, pero nos acercamos a lo razonable.
–¿Cómo está España a nivel de infraestructura para la movilidad eléctrica?
–Muy retrasada. Tenemos 18.000 puntos de recarga en todo el territorio nacional cuando necesitaríamos 350.000 para que la realidad del vehículo eléctrico sea asumible. En Andalucía necesitamos 47.500 puntos de recargo y solo tenemos 1.920.
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