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El 14 de agosto de 2003 el Ayuntamiento de Marbella vivió uno de los capítulos más vergozantes de la historia democrática de esta provincia. Una alianza de ediles de varios partidos comandados por el asesor de Urbanismo del Consistorio, Juan Antonio Roca; y ... por el exalcalde, Jesús Gil, tumbaron el gobierno de Julián Muñoz con el único objetivo de 'eliminar' a una figura que había dejado de obedecer a la organización criminal que esquilmó durante años las arcas públicas de la ciudad.
Pero aunque esta moción de censura esté en la cúspide de las traiciones políticas por todo lo que significó, éste no es el único episodio que merece ser recordado. A lo largo del periodo democrático –y en especial en los últimos treinta años– algunos municipios han sido escenarios de situaciones completamente rocambolescas y muy difíciles de imaginar que podían ocurrir.
Ese es el caso de ciudades como Benalmádena, que parecían inmersas en mociones de censura eternas cada legislatura, en las que al final su larga tradición de partidos independientes marcaba la actualidad política a través de los intereses personales de sus concejales. Aunque pocas cosas son tan llamativas para un vecino como el hecho de que en su municipio se hayan elegido (de manera más o menos discutible) hasta seis alcaldes en un mismo año, como sucedió en Alhaurín de la Torre en los noventa.
Pero si hay un hecho que parece que se repite cada cierto tiempo es el de la traición dentro de la izquierda, en la que la falta de acuerdo hizo imposible un pacto en ayuntamientos como en el de Málaga; y cuyas rencillas personales hicieron entregar el poder a sus rivales ideológicos más directos.
Málaga, 17 de junio de 1995
Las elecciones municipales en Málaga en el año 1995 tenían un sabor especial, ya que era la primera vez desde 1979 que Pedro Aparicio (PSOE) no se presentaba. Como candidato de los socialistas aparecía Eduardo Martín Toval, que solo pudo retener 7 de los 17 ediles obtenidos en 1991. Ese año, los comicios los ganó Celia Villalobos con 15 ediles, uno menos para la mayoría absoluta.
En ese escenario, los 9 concejales de IU gracias a a candidatura de Antonio Romero debían permitir que la izquierda gobernara con un alcalde proveniente del PCE, pero la compleja situación política en Andalucía y la disputa sobre si ligar este pacto a otros de la provincia rompió cualquier posibilidad de acuerdo y permitió a Villalobos acceder al bastón de mando. A la salida del pleno, Romero pronunció aquella frase ya famosa de que se sentía el «alcalde moral» de la capital de la Costa del Sol.
Además de eso, Romero (que fue ovacionado a las puertas de la Casona del Parque), afirmó que el único pacto que había vigente era el de Felipe González con Jordi Pujol, en una clara alusión al complicado escenario político nacional que tenía enfrentados a IU y al PSOE.
Las consecuencias para ambos partidos de izquierda aún son palpables 25 años después, ya que los populares (primero con Celia Villalobos y después con Francisco de la Torre) continúan gobernando uno de los ayuntamientos más importantes de España. No en vano, cuatro años después de aquel resultado, la entonces alcaldesa obtuvo 19 concejales, el mejor resultado del PP junto a los también 19 de De la Torre en 2011.
Alhaurín de la torre, 28 de octubre de 1996
Intentar discernir qué ocurrió en la vida política de Alhaurín de la Torre en el 1996 es prácticamente imposible, ya que las versiones cambian en función de quién cuente el relato. Lo que sí está claro es que en apenas un año y medio de legislatura se sucedieron hasta seis regidores (finalmente Joaquín Villanova se hizo con el bastón de mando), aunque algunos con más o menos dudas sobre la legalidad de su nombramiento.
En mitad de todo el debate jurídico, el PP tuvo que expulsar a dos concejales –entre ellos a la edil Josefa Rando que había sido nombrada alcaldesa– por haber votado a otro edil socialista como alcalde.
Además, las opiniones diferentes de los miembros de la mesa de edad y del secretario municipal sobre la toma de posesión de algunos concejales hizo que se celebraran dos plenos en el mismo día, uno de ellos incluso en plena calle.
Aunque esta situación fue anulada finalmente por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), la elección final de Joaquín Villanova con los votos del PP y de los independientes de ASIAT (sumaban 10) tampoco estuvo exenta de polémica, ya que la mesa de edad no dejó que el secretario leyera unos informes. Para la oposición (PSOE, IU y los ediles expulsados que sumaban 9) aquello tampoco tenía todas las garantías, aunque finalmente la justicia le dio la razón al entonces primer edil alhaurino (Villanova), que desde entonces ostenta el bastón de mando, aunque ahora con una amplia mayoría absoluta.
Benalmádena, 23 de junio de 2012
La vida política de Benalmádena ha estado marcada históricamente por nombres propios, como el de Enrique Bolín, Enrique Moya o Paloma García Gálvez; pero quizá ninguno de ellos haya tenido la mala fortuna de Javier Carnero (PSOE), que por dos veces fue desbancado de la Alcaldía (2009 y 2012) con sendas mociones de censura puestas en marcha por el PP y apoyadas por quienes eran entonces sus socios de gobierno.
La primera de ellas se produjo tras una situación endiablada provocada por los comicios de 2007. Entre los firmantes aquel día se encontraban como socios de gobierno o, directamente, como nuevos militantes del PP, personas que en su día compitieron por el liderazgo de esta formación; concejales escindidos del Grupo Independiente de Benalmádena(GIB-Bolín) por el que fueron elegidos y que vuelven a ser socios; y hasta ex miembros del PP repescados. No en vano, hasta el momento de la moción tenían representación ocho formaciones en el pleno: seis partidos, un Grupo Mixto (figura que ya no existe) y un edil no adscrito.
En 2011, Enrique Moya (PP) no pudo revalidar la Alcaldía y de nuevo Carnero consiguió pactar con IU y los independientes, aunque en esta ocasión apenas duraron un año. Los ediles del PP (11) se sumaron a los 3 del independiente Unión Centro Benalmádena (UCB) de Francisco Salido tras un conflicto por la gestión del puerto deportivo, convirtiendo a Paloma García Gálvez en regidora a pesar de no haberse presentado como candidata para un puesto que perdió tres años después. La estabilidad real solo ha llegado a Benalmádena tras 2019, la primera vez en su historia que ningún partido independiente obtiene representación.
Pizarra, 5 de marzo de 2016
La creencia de que la política en los pueblos tiene más que ver con lo personal que con lo ideológico es una verdad a medias. Sin embargo, en Pizarra unas rencillas entre la alcaldesa socialista (Ana Berlanga) y el exalcalde de IU y teniente de alcalde (Zacarías Gómez) permitieron que el PP de Félix Lozano pudiera alcanzar el bastón de mando gracias a una moción de censura contra natura rechazada incluso por la propia dirección de IU a nivel provincial y regional.
Tras las elecciones de 2015, PSOE como PP obtuvieron cinco ediles cada uno por tres de IU. Aunque la legislatura comenzó con un pacto de la izquierda, la situación fue poniéndose complicada desde los primeros meses, y el rumor de la moción empezó a sonar a pesar de la complicación de hacer que IU y el PP llegaran a un acuerdo. Aún así, el talante y la moderación de Lozano –sumado al interés de Gómez por echar a Berlanga de la Alcaldía– permitieron un punto de acuerdo que acabó con un pleno muy tenso lleno de cargos públicos del PP y del PSOE que se acercaron a la localidad a apoyar a los suyos.
Ante esta situación y con casi tres años de legislatura por delante, nadie se atrevía a adivinar quién o quiénes serían los beneficiados y perjudicados en el futuro por esta situación, aunque los comicios de 2019 lo dejaron bien claro:El Partido Popular de Félix Lozano barrió al resto con la consecución de la primera mayoría absoluta de los populares en Pizarra con ocho ediles y el 60 por ciento de todos los votos. El PSOE perdió un concejal y se quedó con cuatro, pero los que realmente fueron castigados fue IU, que tras otorgar la Alcaldía a la derecha se quedó con un solo escaño y apenas el 7 por ciento de los votos totales.
Ardales, 16 de junio de 2007
La constitución de los ayuntamientos malagueños tras las elecciones de 2007 tuvieron diferentes titulares, pero uno de los más llamativos ocupó minutos de televisión a nivel nacional y decenas de horas de radio y de páginas de periódico, y todo ello a pesar de haber ocurrido en un municipio de apenas 2.500 habitantes. La razón no fue otra que el partido de la Falange Auténtica prestó sus votos a Izquierda Unida (una coalición conformada principalmente por e Partido Comunista) para echar de la Alcaldía al PSOE.
Y es que entonces, el primer edil de la localidad del Caminito del Rey no era otro que el todopoderoso Salvador Pendón, también presidente de la Diputación provincial y uno de los socialistas más relevantes de la provincia.
Tras perder ese año la mayoría absoluta en su localidad, Pendón se quedó con cinco ediles por cuatro de la IU de Juan Calderón y dos de Falange Auténtica. La 'traición' de la coalición de izquierdas se empezó a barruntar desde un principio, aunque pocos creyeron que fueran a aceptar los votos de la extrema derecha de la que habían sido rivales históricos. Sin embargo, el 16 de junio de 2007 ocurrió lo inesperado: el PSOE perdió su bastión de Ardales gracias a la Falange Auténtica, lo que rápidamente provocó la reacción de IU, que anunció que expulsaría a su alcaldes y sus concejales.
Aún así, aquella amenaza se quedó en papel mojado, ya que Calderón no solo no fue expulsado, sino que volvió a presentarse en 2011 y revalidó su cargo. El primer edil de Ardales solo abandonó su puesto cuando en 2015 fue desbancado por la socialista María del Mar González.
Marbella, 13 de agosto de 2003
HÉCTOR BARBOTTA. El esperpento al que Jesús Gil y los suyos sometieron a Marbella durante largos 15 años tuvo su culmen el 13 de agosto de 2003. Ese día se rubricó la ruptura en el seno del GIL, la agrupación que el presidente del Atlético de Madrid había formado para dar el salto a la política y saquear desde dentro al Ayuntamiento de Marbella, y quedó claro ante la opinión pública que aquello no era más que un conglomerado de intereses en el que la única disputa era por la llave de la caja.
Después de 11 años al frente del Ayuntamiento, Gil había tenido que dejar la Alcaldía tras ser condenado a una pena efectiva de inhabilitación. El 2 de mayo de 2002 asumió en su reemplazo Julián Muñoz, hasta entonces el más dócil de sus colaboradores. Ya con el bastón de mando, Muñoz intentó emprender su propia carrera político-delictiva al margen del control del capo. Cuando el 25 de mayo de 2003 la lista que encabezaba ganó las elecciones con la misma amplitud con que lo había hecho su antecesor las tres ocasiones anteriores, se vio con capacidad para romper con el jefe. Creía que su propia mayoría absoluta y la popularidad de su novia, Isabel Pantoja, le daban fuerza suficiente. El 1 de agosto se atrevió a dar el paso y destituyó al hombre fuerte de Gil, Juan Antonio Roca, al frente de Urbanismo, la mina desde donde se saqueaba a la ciudad. Su control de la caja no duró ni 24 horas. Al día siguiente, la mayor parte de los ediles del GIL, respaldados por concejales del PSOEencabezados por Isabel García Marcos y del PA, con Carlos Fernández al frente, presentaron una moción de censura. 75 días después de haber ganado las elecciones con una aplastante mayoría absoluta, Muñoz fue desplazado de la Alcaldía y reemplazado por Marisol Yagüe. A la trama le quedaban aún tres años de vida.
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