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Cada uno de ellos tiene detrás una historia personal y familiar que, en buena medida, explica su fracaso y abandono escolar. Algunos de estos jóvenes han podido encontrar después un camino, una salida a esa situación de falta de formación que les impide el acceso al mercado de trabajo. Las escuelas de segunda oportunidad han sido para ellos el salvavidas al que se han agarrado con fuerza para evitar ahogarse en el desempleo o la precariedad. Estas asociaciones han celebrado en Málaga su encuentro nacional, en el que, además de ponencias técnicas y conferencias académicas, se han podido escuchar los testimonios de los protagonistas, los jóvenes que dejaron los estudios, pero que han sabido rectificar a tiempo.
Es el caso de José Manuel García Pérez, de 19 años, que vive en Ciudad Jardín. Estudió en el IES Jardín de Málaga. Pero no pudo titular porque le quedaron dos asignaturas. Después de informarse, llegó a la asociación Arrabal, donde se está preparando para el examen de Secundaria para mayores de 20 años. José asegura que en Arrabal «he encontrado el apoyo, la ayuda y la confianza para seguir adelante». Si obtiene el título, piensa seguir estudiando.
En otra de las escuelas de segunda oportunidad de Málaga, la Don Bosco, estudia José Díaz Carpio, de 20 años. Llegó de Venezuela empujado por la situación política de su país y no pudo completar sus estudios de Secundaria. Buscando información llegó a la Fundación Don Bosco, donde se ha preparado para la prueba que ha tenido lugar este pasado sábado. Dice que «siempre me ha gustado estudiar», por lo que confía en aprobar y conseguir el título de Secundaria. Si todo sale bien, estudiará el Bachillerato con el objetivo de llegar a la universidad. Periodismo o una carrera del área administrativa son sus opciones de futuro.
En junio quiere presentarse a la prueba de Secundaria Nicolle Andrea Vásquez, de 19 años. Para ello se prepara en la asociación Arrabal, después de una vida «bastante inestable» y «con muchos viajes», que la llevó por cuatro institutos. El último, el Manuel Alcántara, en el que no pudo titular. Pasó por el Instituto Provincial de Educación Permanente, también sin éxito, para llegar finalmente a Arrabal. El apoyo de los educadores, la orientación y su propio esfuerzo han obrado el milagro: del abandono escolar, Nicolle sueña ahora con la universidad.
Desde Barcelona se trasladó a Málaga Nuria Castro, de 22 años, para dar también su testimonio de su paso por una de estas escuelas, a la que llegó con 17 años. Gracias a su ayuda terminó un ciclo de grado Medio y ahora estudia uno Superior, de Integración Social. Su ayuda «ha sido fundamental, sin ellos no hubiera tenido la motivación necesaria para estudiar; cuando a los 17 años no me veía capaz ni de hacer un ciclo Medio de FP, ahora me pongo metas a largo plazo, incluso quiero ir a la universidad», dice la joven.
Para el presidente de la asociación Escuelas de Segunda Oportunidad, Ignacio Vázquez, estas representan una «respuesta educativa y social» al problema del abandono escolar. «Les ofrecemos orientación personalizada, itinerarios flexibles y adaptados a su realidad», indicó, y señaló que una de sus prioridades es «recuperar la autoestima, la confianza en sí mismos de jóvenes que se consideraban unos fracasados».
Estas escuelas surgieron en Europa con el objetivo de combatir el abandono escolar como uno de los problemas educativos y sociales más importantes a resolver. Un informe de la Comisión Europea proponía, en 2016, ofrecer segundas oportunidades a los y las jóvenes que son excluidos del sistema educativo, según un modelo con currículos y ritmos adaptados, con implicación de las empresas y nuevas metodologías de trabajo.
De esta manera, y gracias a este proyecto, este pasado curso 2021/22, 7.855 jóvenes (30% de mujeres y un 53% entre 15 y 18 años) han recibido formación en toda España a través de las Escuelas de Segunda Oportunidad, con el apoyo de 960 profesionales. Según Ignacio Vázquez, el 66% de los alumnos de estas escuelas, a los seis meses de terminar en estas escuelas, han vuelto a un itinerario formativo o bien están trabajando, unos resultados que avalan este modelo contra la exclusión educativa y social de muchos jóvenes.
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Pilar Martínez | Málaga y Encarni Hinojosa
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