Secciones
Servicios
Destacamos
Lama Zabad explica que lleva 48 horas sin dormir. Desde que su familia y amigos en Siria le dijeron que la caída del régimen de Bashar Al Assad era inminente. «Ha sido todo muy rápido. Todavía no podemos imaginar una Siria sin Al Assad, así que mi familia allí, en Damasco, está entre el miedo, la alegría y la incredulidad», explica, emocionada, Lama, que lleva catorce años instalada en Málaga, aunque llevaba otra media docena de años más viviendo entre Siria y España, desde que su hermano, Wassim Zabad, vino a la UMA a completar sus estudios de Derecho Internacional. «Estas 48 horas han sido una sucesión de llamadas, de estar conectada por Facebook con mi familia y amigos. Aún no se lo creen, siguen teniendo miedo a la policía secreta, creen que todavía les pueden detener, pero no: en realidad ya pueden andar tranquilamente por la calle», continúa Lama, que también confiesa que está recibiendo llamadas y mensajes de todas partes: la defenestración del dictador sirio da esperanzas a otros pueblos de que pueden liberarse de regímenes autoritarios.
Noticia relacionada
Mikel Ayestaran
Los hermanos Zabad pusieron en marcha la Asociación Palmira, una organización sin ánimo de lucro que trabaja en toda Andalucía y cuyo objetivo es proporcionar ayuda humanitaria a los afectados por la guerra de Siria, además promover la integración de los refugiados en los países de acogida. Precisamente, nació con la llegada masiva de refugiados a Europa en el año 2015, pese a que la guerra civil había estallado en 2011, coincidiendo con las primaveras árabes, los movimientos que buscaban la democratización del área, lo que fue contestado por el régimen sirio con una fuerte represión. Pues bien, este lunes por la tarde, unas decenas de refugiados sirios en Málaga se reunieron para celebrar la caída del régimen de Al Assad en uno de los lugares más emblemáticos de la capital, en el sitio en el que se recuerda la tradición liberal española, la Plaza de la Merced. Hombres y mujeres de todas las edades enarbolaban banderas y proferían cánticos bajo el obelisco. Estaban felices. Entusiasmados.
«Hemos recibido la noticia con muchísima alegría: el pueblo sirio ha sufrido durante más de 50 años una dictadura que gobernaba Siria con maño de hierro, una dictadura salvaje. La familia Assad -primero el padre, que dio un golpe de Estado en 1970, y después el líder depuesto, al haber fallecido en un accidente su hermano mayor, quien estaba predestinado a continuar la labor del patriarca- ha considerado Siria como si fuera el patio trasero de su casa; han hecho lo que han querido, han robado el país, ha habido corrupción a todos los niveles y han hecho muchos prisioneros políticos», explica con pasión Wassim Zabad, que agrega que ahora acaban de sacar de las cárceles a personas que llevaban más de cuarenta años en prisión: «Entraron con 16 años y ahora tienen 60», clama. Aunque recuerda que todavía quedan por liberar prisioneros de cárceles secretas: se sospecha que puede haber algunas bajo tierra, por lo que hay equipos de rescate y perros empleados al efecto.
¿Qué esperan que suceda a partir de ahora? «No sabemos en el futuro qué va a pasar, pero cualquier gobierno que llegara a Siria será menos cruel que el régimen de Al Assad, que era el tope de crueldad y salvajismo», expone Wassim, que también despeja la posibilidad de que pueda instaurarse un régimen islamista: «Los sirios somos moderados, no somos extremistas. Aunque habrá que ver qué sucede, porque ahora todas las facciones estaban unidas contra Al Assad, pero veremos si luego no hay otro conflicto por el poder. Lo que sí que esperamos es que quienes lleguen al Gobierno respeten la diversidad del país, porque no sólo tiene musulmanes, también hay cristianos, drusos... es un mosaico de etnias y religiones. Esperamos que se respete esa pluralidad religiosa y étnica de Siria». Les tranquiliza que la ONU esté vigilante y que los corresponsales extranjeros hayan podido cruzas las fronteras y estén siendo testigos de lo que ocurre.
Noticia relacionada
Óscar Beltrán de Otálora | Gonzalo Ruiz
En Málaga viven varios cientos de sirios, muchos en la capital, pero también en Marbella o en Fuengirola, por ejemplo. ¿Con este desenlace es posible que regresen a su país de origen? Lama Zabad explica que aún es precipitado planteárselo: «Es muy pronto para decirlo, porque el régimen cayó ayer; la gente todavía está con mucha sorpresa, porque esto ha sido para nosotros como un sueño, la gente no se lo cree, aún nos preguntamos si es de verdad». Además, afirma que entre los refugiados hay muchas situaciones: hay algunos que llevan un año en Málaga, pero hay otros que llevan ya cerca de diez años y ya tienen su vida hecha aquí.
Pero su hermano sí que considera que hay hambre por regresar: «Refugiados que estaban en Turquía ya han vuelto a Siria. La frontera está llena de gente ahora. También desde Líbano o desde Jordania. O desde los campamentos de refugiados del norte de Siria hay gente que está intentando volver a sus casas: aunque están destruidas, prefieren regresar a esas ruinas que estar en una tienda de campaña».
Se sienten muy acompañados en España: los hermanos Zabad recuerdan que en este país también hubo una dictadura y que llegó un día en que la libertad y la democracia se instauraron. Y eso es lo que quieren para Siria.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.