Siete historias de miedo que se cuentan en pueblos de Málaga

Es quizás la historia más relacionada con la víspera del Día de Todos los Santos en la provincia de Málaga. Según una leyenda, por un antiguo puente de Torrox, de origen medieval, al caer la noche de cada 1 de noviembre pasa un grupo de espíritus con cadenas y antorchas. Desde allí, según esta creencia popular, estas almas en pena se dirigen hacia el convento de Nuestra Señora de las Nieves. Este lugar está relativamente alejado del casco urbano de Torrox y está en desuso. Tanto es así, que, en más de una ocasión, se ha tenido que limpiar la vegetación del entorno para que se siguiera viendo. A última hora de días tan especiales como el de Todos los Santos, hay muchos torroxeños que se aproximan hasta este lugar, que desde hace mucho tiempo se conoce popularmente como el puente de las Ánimas por esta leyenda.

Hoy puede resultar poco creíble, pero durante décadas esta historia ha sido la que más miedo daba a los pequeños en el tranquilo pueblo de Cútar. Seguramente, la ubicación de esta localidad de la Axarquía sirvió para crear el escenario idóneo para la conocida como Ave de la Muerte. Según se cuenta en esta localidad malagueña, en las noches tranquilas se aparece la imagen de una mujer, que atrae por su hermosura y la luz que irradia. Esto provoca que algunos se vean tentados en acercarse. Es entonces cuando se transforma en un ave que tras un grito espeluznante ataca a la víctima. Es así, como durante años, se quisieron justificar desapariciones y muertes repentinas en este pueblo y su entorno.

Hay quien ha ido en romería o ha hecho una ruta de senderismo a unos pasos de este inmueble en ruinas, pero no ha reparado en él. En el camino de la Ermita de la Virgen de la Cabeza, en las afueras de Ronda, se ve a la derecha la conocida popularmente como casa de la Rúa o Villa Apolo. Allí, según la leyenda, la hija pequeña de una familia acomodada desapareció una noche. Fue encontrada muerta, sin que se pudiera encontrar nunca el autor de tan vil asesinato. Desde entonces, según este cuento de miedo, se escuchan algunas noches los gritos de los padres e incluso hay quien dice que ha llegado a ver al fantasma de la niña buscando venganza.

Hasta hace algunas décadas muchos jóvenes de Coín se postulaban para el curioso reto de acercarse de noche por el paraje ribereño de Los Callejones. Debían llegar allí y encender una cerilla para demostrar que se habían acercado lo suficiente hasta uno de los lugares que más miedo ha dado a generaciones de muchos vecinos de esta hoy próspera localidad del Valle del Guadalhorce. Hay quien temía encontrarse con el conocido como 'chivo de los Callejones', como se cuenta que le ocurrió a un joven muchos años antes. Según la leyenda, un mozo iba en su burro por la noche por esta zona cuando encontró un indefenso cabrito perdido. Lo cogió y se lo llevó, pero tras avanzar unos metros, el animal aumentó considerablemente de tamaño y tornó sus ojos rojos. Se convirtió en un auténtico monstruo, con el que el protagonista llegó a intercambiar unas palabras antes de salir huyendo. Según este relato, que viene varias versiones, el muchacho amaneció al día siguiente muerto. Yacía en su cama con una expresión atroz. Su pelo se había vuelto blanco y sus ojos estaban casi desencajados.

Según la tradición oral, en la Cueva de Belda, situada en el monumento natural de la Falla de la Sierra del Camorro (Cuevas de San Marcos), habitó el mismísimo diablo. A él, se enfrentó un fraile, que consiguió reducirlo con una cruz. Una vez tuvo al demonio sometido, el religioso le amarró las manos con una planta de la que surgieron flores amarillas. Según este mismo mito religioso, esto ocurrió un 25 de abril, festividad de San Marcos. De ahí que esté vinculado a la romería la tradición de amarrar jaramago y otras plantas para ahuyentar al mal. Hoy la gruta, que no es visitable y está protegido por su población de murciélagos y también por estar dentro de un monumento natural de Andalucía, se considera como un símbolo en esta zona nororiental de la provincia de Málaga. De hecho, lo que hoy son Cuevas Bajas y Cuevas de San Marcos se denominan así por esta cavidad.

Es conocido como Cementerio Redondo, aunque su forma es octogonal. Este camposanto de Sayalonga llama la atención por su forma e incluso por su posible vinculación con la masonería, aunque, en estas fechas, hay quien apuesta por contar un relato que puede erizar los vellos de la piel. Se conoce como la leyenda del Niño Gitano. Según esta historia, muy conocida en este pueblo de la Axarquía, allí se enterró un pequeño de etnia gitana en 1940, tras haber fallecido en un accidente, atropellado por un carro tirado por caballos. Desde entonces, hay quien dice avistar una extraña luz que parece emanar de la tumba del pequeño difunto. Hay que tener en cuenta que por la ubicación del cementerio éste se puede ver desde una posición elevada desde distintos enclaves cercanos. También hay quien asegura que aparecen velas o flores en su tumba sin que se sepa quien se las ha puesto.

Este edificio, hoy de uso cultural, se conoce como Casa Cervantes, porque se supone que allí vivió durante cierto período el autor del Quijote, en su estancia en Vélez-Málaga. Sin embargo, hay quien pone en el mapa este céntrico inmueble por lo esotérico. Allí se cuenta que allí hay sucesos paranormales, desde muebles que se mueven hasta sonidos de pasos en estancias que deberían estar vacías. Pero, hay más. Hay testigos de un avistamiento siniestro, un hombre con capucha y sin rostro que se pasea por las estancias de este edificio público.