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A veces, es como si todo fuera perfecto. Los amigos están sentados alrededor de la mesa, la comida sabe rica, el vino es bueno. Pero, precisamente, cuando todo parece encajar para alcanzar la felicidad, ésta no llega del todo. A veces, incluso, ocurre lo contrario. La conversación no resulta fluida, la noche discurre a trompicones y uno se da cuenta de que las cosas no fluyen como uno quiere.
Luego llega la iluminación y los recuerdos de antaño lo confirman: las mejores noches son las que no se planean, cuando se acababa bailando en la cocina. Y, después, realmente, nadie podía decir muy bien por qué. ¿En qué consiste, después de todo, la felicidad?
Ideas de lo que es la verdadera felicidad hay muchas. Aspirar a ella es uno de los elementos vitales de la vida. Un pesimista afirmaría que la felicidad es la ausencia de sufrimiento, hedonistas la podrían encontrar en el consumo, un neurobiólogo diría que es pura química y Aristóteles dejó escrito que la felicidad consiste en la autosuficiencia.
La busca de la felicidad está en auge. Psicología, neurología, sociología o economía… Apenas existe una disciplina económica en la que no se ha intentado dar respuesta a la ancestral pregunta sobre cómo lograrla. Y si cada uno tiene herramientas para alcanzarla. Al final, todo el mundo conoce a personas que han logrado superar grandes golpes; otros que van por la vida con pesadumbre a pesar de que las circunstancias han sido benévolas con ellos.
Entonces, ¿acaso la felicidad es un destino, está escrita de antemano por nuestra genética o está basada en las experiencias de nuestra más tierna infancia? ¿O la felicidad se puede aprender? Y detrás de todo esto flota una pregunta mucho más amplia. ¿El ser humano tiene herramientas para alcanzar la felicidad?
El reconocido psiquiatra Enrique Rojas respondería con un «sí». Al menos, en parte. Este lunes estuvo en Málaga para abordar el asunto de un concepto tan universal y hablar de su último libro, que lleva un titulo sugerente: 'Siete consejos para la felicidad'. Lo hizo en las instalaciones de San Telmo Business School, donde fue presentado por el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y compareció ante un nutrido auditorio. De entrada, Rojas hizo una introducción de las definiciones clásicos que existen sobre la felicidad. Séneca, Platón o Pitágoras. El listado de pensadores que ha indagado es tan amplio como apabullante. Rojas calificó la felicidad como «un árbol frondoso», llamó a diferenciar entre la felicidad puntual y la felicidad estructural.
Si la primera es pasajera, la segunda sería un punto al que merece la pena aspirar y que se fundamentan en un equilibrio adecuado entre el amor, la amistad, el trabajo y el acceso a la cultura. «A la hora de la felicidad tenemos que tener muy claro que la felicidad absoluta no existe», dijo.
Acto seguido, Rojas empezó a desgranar los siete consejos que para él son clave para llegar a esa felicidad relativa, que sí sería conquistable.
Perdonar y olvidar: es muy importante superar las heridas del pasado. La capacidad para olvidar lo malo es fundamental. El perdón y el olvido no es solo para los demás, también nos perdonamos a nosotros mismos.
Tener una visión positiva: Rojas estima que es importante tener una visión positiva de uno mismo y del entorno. Lo que te ayuda a crecer como persona son las derrotas y los fracasos. Saber levantarse es fundamental. Además, insistió en que es importante la interpretación que hacemos de la realidad.
Equilibrio cabeza/corazón: es necesario establecer un buen equilibrio entre el corazón y la cabeza. Significa tener una buena proporción entre la inteligencia y la afectividad. La inteligencia es la capacidad de síntesis y saber distinguir lo accesorio de lo fundamental. Inteligencia es la nitidez de la razón. La afectividad tiene una enorme importancia.
Mantener la ilusión: hay que tener objetivos realistas y no caer en el conformismo. Eso mantiene la ilusión por hacer las cosas. La edad no importa. En cualquier momento, es posible marcarse retos para no decaer.
Proyecto de vida: tener un proyecto de vida coherente y realista. Es un programa personal que cada uno lo hace a su estilo, pero que cuenta con cuatro elementos que forman la estructura: amor, cultura, trabajo y amistad. No hay felicidad sin amor. La primera pandemia entre adultos es el divorcio. No hay una elección tan importante como la afectiva. Muchas crisis de pareja no son crisis de pareja, son crisis personales.
Objetivos: Rojas insiste en la importancia de tener objetivos en cualquier etapa de la vida. No importa la edad. La felicidad se nutre de tener retos, objetivos y planes por cumplir. Una persona persona se hace vieja cuando la melancolía está por encima de los objetivos, cuando mira más hacia atrás que hacia delante.
Moral sólida: la moral es el arte de usar de manera correcta la libertad. Hay una buena relación entre lo que yo digo y lo que yo hago.
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