Los visitantes al parque nacional de la Sierra de las Nieves han dado la voz de alarma: cada vez se ven más pinsapos muertos o con sus copas y ramas secas. Es cierto que desde diciembre apenas ha caído agua y esta sequía tan prolongada, ... unida a la climatología, con calor a destiempo, afecta a una parte del pinsapar malagueño.
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Alertado por esta situación, SUR reúne a los máximos especialistas en esta especie única, emblema vegetal de la provincia, para analizarla sobre el terreno. La ruta comienza en Parauta, en plena Serranía de Ronda, hacia el sendero de la Escalereta, bordeando la finca de la Nava de San Luis, que es una de las más frecuentadas, y también donde se observa un mayor declive.
La situación
Lo que han observado los visitantes es cierto: la ausencia de agua no entiende de edades, sin apenas diferencias en cuanto a mortandad entre ejemplares viejos y jóvenes. «Aquí se aplica mucho la selección natural, al que sea más endeble o le pille en una situación peor le puede tocar», dice Rafael Haro, director del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves.
Pero, como buenos detectives, hay que mirar el escenario del crimen en su conjunto, no sólo fijarse en el detalle del cadáver, sino observar también detalles como el suelo donde arraiga ese árbol, muchas veces un pedregal sin apenas suelo fértil disponible. También decaen sobre todo los que están en las laderas menos húmedas y con peor orientación, mientras que las que dan al norte tienen mejores perspectivas.
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En el momento en que el árbol pierde el vigor por el estrés hídrico es más fácil que las plagas de insectos perforadores y de hongos entren en acción para darles la puntilla. «A veces, una parte del árbol se rompe, pero si coge nueva vitalidad puede ramificar por otros puntos», para formar lo que se conoce como un pinsapo candelabro (por la forma que adoptan sus ramas). «Sólo muere la copa, pero el resto sobrevive y emite las ramas secundarias».
La competencia por el agua y los nutrientes también es alta, ya que, paradójicamente, la densidad de árboles por hectárea sigue siendo muy elevada. «El que esté mejor situado o con mayor potencial genético es el que tira».
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A la, digamos, «mala imagen» para los visitantes también colabora el hecho de que esta es una de las rutas más concurridas, mientras que los ciudadanos no suelen acceder a cotas más altas y escarpadas. Además, los troncos secos se dejan en su sitio, salvo que afecten a un sendero, por lo que los cadáveres continúan a la vista por mucho tiempo.
«Dejamos que el bosque funcione sólo, pero es que intentar eliminarlos todos tendría un coste inasumible. Eso que se muere y cae al suelo al final se reintegra en este». De hecho, incluso cuando alguno se corta lo normal es que se deje esparcido para que sea metabolizado por los organismos que lo descomponen.
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Las Escaleretas
El fuerte declive del pinsapo de las Escaleretas, que es monumento natural y tiene su propio mirador en la senda, es uno de los principales motivos de alerta para los excursionistas. «Es que es muy viejecito», justifica su director. La edad estimada es de unos 450 años, aunque no se le han querido practicar pruebas para saberlo exactamente para no dañarlo más.
«La gente se alarma mucho de verlo así, pero es que está en estado de senitud, e igual que le ocurre a otros ejemplares grandes, llega un momento en que ya no aguantan más y se pierden». Pero el experto insiste en que, en este caso, la explicación está en su elevada edad, por encima de otras circunstancias. Hasta ahora ha sido el ejemplar más grande que se conocía, tanto en diámetro como en tamaño del árbol, pero muchas de sus ramas principales ya se han perdido.
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Curiosamente, este año ha sido capaz de dar piñas, potenciales hijos del coloso. «Igual es la última vez que lo hace». La senda que llega hasta el mirador es el punto donde más mortandad se está produciendo.
El análisis
En este punto interviene José López Quintanilla, coordinador del Plan de Recuperación del Pinsapo de la Junta de Andalucía. «Hay mortandad, aunque a veces se ve más de lo que hay realmente, porque la vista se va hacia lo más llamativo», que son las copas rojas por los ataques de 'Cryphalus numidicus', unos escarabajos que colonizan específicamente a los pinsapos, especialmente a los ejemplares débiles como consecuencia del estrés hídrico y las altas temperaturas que padecen.
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Localmente, también intervienen otra serie de cuestiones, como es la disposición de las lajas, paralelas al suelo pero ocultas, por lo que la superficie de que dispone la planta para arraigar es menor de la que parece y le impide captar agua. «Cuando transpira y evapora más de lo que obtiene, viene la muerte súbita».
«El decaimiento no deja de ser una fase que hace el bosque para controlarse a sí mismo, hay mucha densidad de arbolado y en momentos de estrés mueren los más débiles. Ello hace que se acumulen resto secos, de ramas y troncos en distintas fases». A ello, la máxima autoridad en esta especie añade el hecho de que el pinsapo, tras miles de años de evolución, «utiliza su capacidad de resiliencia». Y es que el cambio de la climatología otorga más posibilidades de sobrevivir a los que arraiguen a mayor altura y con mejor orientación, en las laderas norteñas, por lo que, a la larga, irán trepando hacia las cumbres.
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A pesar de estos temores, el director del parque nacional lo tiene claro: «En el conjunto yo no diría que los pinsapares van hacia atrás ni están más afectados que otras especies, es una circunstancia climatológica que les ha apretado mucho, que se deba al cambio climático o a otras circunstancias, el tiempo lo dirá». A juicio de su director, el estado de salud general de la Sierra de las Nieves es muy bueno. «Vemos como el bosque se desarrolla a su ritmo».
Precisamente, esa es una de las primeras observaciones que hacen los científicos: el paisaje está cambiando hacia una paleta cada vez mayor de especies autóctonas. Los pinsapos se mezclan con las encinas, que aguantan mejor la sed, y es algo que se considera beneficioso porque ayuda a frenar la expansión de las plagas.
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De esta forma, los huecos se van llenando con plantas mejor adaptadas a esos cambios, como ocurre en Parauta, donde en las zonas bajas brotan los enebros y las sabinas, que son más frugales y resistentes. Mientras, el pinsapo sigue ascendiendo y conquistando cotas cada vez más altas.
Ayudar al bosque
Aunque la situación no se considera grave, el bosque va a recibir una ayuda de los humanos, sobre todo para prevenir los incendios. En la comitiva también está Javier Venegas, jefe de la oficina técnica de obras forestales de la Agencia de Medio Ambiente (Amaya), que está redactando dos proyectos que serán financiados por el Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia en la Sierra de las Nieves, con una inversión conjunta de 3,2 millones.
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Una de las actuaciones consistirá en la apertura de una nueva senda, aprovechando un trazado antiguo, con tres finalidades: combatir el fuego, mejorar la situación fitosanitaria del arbolado y dotar de otro acceso público para los visitantes. En su primera vertiente, tendrá una función preventiva, para acceder a la zona en caso de que sea necesario y dotar de salidas de seguridad para los retenes. Para la apertura del sendero en el pinsapar se acometerán desbroces a ambos lados, y los troncos muertos serán cortados y picados para reintegrarlos al suelo.
Otro proyecto estará destinado a favorecer la fuerte regeneración natural que se ha producido, por lo que han quedado atrás hasta 30.000 de protectores de plantaciones anteriores, que se van a retirar; si bien se reforzarán aquellos enclaves de repoblación donde la vegetación todavía necesite una ayuda extra.
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La conclusión
Los dos puntos de mayor decaimiento son los pinsapares de Parauta y Yunquera, ambos por debajo de los 1.200 metros de altitud, y como demostró un estudio de la Universidad de Jaén, la afección de la sequía y el aumento de la temperatura es peor en los niveles bajos frente a las cumbres.
Este año recuerda mucho para los expertos a 1995, el último que tuvo una mortandad tan elevada. Las causas principales de fallecimiento son el estrés hídrico, que conduce a la muerte súbita; y las plagas del escarabajo 'Cryphalus numidicus' y del hongo 'heterobasidion abietinum' que los rematan. Aunque todo ello forma parte, según Quintanilla, del sistema que usa el bosque para acomodarse a las condiciones, «como si fuera un clareo natural».
El tercer Inventario Forestal Nacional en Málaga del Ministerio para la Transición Ecológica (correspondiente a 2007), refleja los datos oficiales más recientes. La primera columna refleja la cantidad de pies con un diámetro mayor a diez centímetros, un total de 2.985.982; mientras que otros 3.262.454 son menores. La superficie total de pinsapar de la provincia es de 2.962 hectáreas, con unos seis millones de pinsapos (una densidad media de 2.000 pies por hectárea).
Ese dato está en consonancia con los estudios de la Junta sobre parcelas representativas, donde se ha observado una mortandad de entre el 20 y el 30 por ciento. Pero es que las zonas más afectadas todavía tienen 2.800 pies por hectárea, esto es, una densidad altísima, y que al cabo de los años acabará siendo de sólo 100 a 150 árboles maduros.
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En cuanto a la regeneración natural, datos de la Junta dan una germinación en el pinsapar de Grazalema de 140.000 plántulas por hectárea, y en la Sierra de las Nieves, de 44.000. La mayor densidad en el primer caso se debe a las condiciones del suelo, que es más rico y profundo, además de la abundancia de precipitación.
La mayoría de estos plantones a lo largo de su vida irán muriendo, hasta llegar a unos 2.000 a 2.800 pies por hectárea a los 60 años. «Conforme la masa forestal va envejeciendo se van perdiendo individuos. Cuando hay altas temperaturas y precipitaciones bajas se produce más mortandad».
«No podemos acostumbrarnos a ver el bosque como una imagen fija, como si fuera un jardín», exclama José López Quintanilla; Está vivo, se reproduce, crece, muere y hay un ciclo que se va estructurando con las condiciones en las que vive». «Por eso no me preocupa tanto el decaimiento, porque veo un regenerado tan grande que el futuro está asegurado, y ese es el principal objetivo que tenemos en la planificación forestal es la persistencia del bosque». Situaciones similares en años anteriores ya se vieron cubiertas por la regeneración espontánea.
La pérdida de árboles efectivamente se está produciendo, si bien en los corros de mortandad aparece un regenerado exuberante de pequeños pinsapitos. La pervivencia de la especie está garantizada.
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