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El viaje en carretera desde Vélez-Málaga a las zonas montañosas es revelador. Como dibujadas con una regla, las plantaciones de aguacate se estiran en el horizonte. Antes reinaban aquí los olivos. Poco a poco, la aceituna ha sido sustituida por el cultivo de subtropicales. ... El aguacate y el mango han regado de dinero y empleo a la Axarquía y han permitido que se consolide un tejido de empresas muy potente dentro del sector de la agroindustria. Unos canales de exportación, engrasados a lo largo de décadas, han llevado al aguacate de la Axarquía por medio mundo. Pero el subtropical tiene un gran problema: es un cultivo de regadío intensivo. Eso lo hace muy vulnerable en la actual situación de sequía. Si la falta de agua persiste, el futuro de este cultivo está en peligro. En los últimos dos años, la facturación de los subtropicales se ha reducido casi a la mitad. De los 147,86 millones de euros en 2021 se ha pasado a los 85,08 millones. Un descenso del 42,46%, según los datos que ofrece el balance agrario de Asaja.
Los aguacates son exigentes. En Europa, solo las zonas más al sur de Andalucía, como la Axarquía, ofrecen condiciones para que se puedan cultivar. La sequía permanente de los últimos años, sin embargo, impide que los agricultores dispongan del agua suficiente para regar sus plantaciones. Hasta que un árbol de aguacate ofrezca unos rendimientos aceptables al agricultor, pueden pasar hasta diez años. Diez años son mucho tiempo. Cada árbol que se pierde por el camino es una ausencia que duele. Que ahora haya agricultores que estén talando plantaciones enteras sirve para calibrar el drama que están viviendo muchas familias en la Axarquía.
En un espacio de tiempo muy corto, uno de los sectores agroindustriales más desarrollados en Andalucía, ha retrocedido diez años. Así lo afirma la asociación agraria Asaja en el balance para el 2023. Un documento, plagado de datos negativos, que se lee como una plañidera para el campo malagueño. Ningún cultivo ha quedado indemne. El aguacate y el mango son los que más han sufrido.
Un hecho que se traduce en menos empleo. Si la producción baja, la mano de obra asociada a la cosecha y al envasado se resiente. Benjamín Faulí es el responsable para frutas y hortalizas en Asaja. «Estamos viviendo un año muy complicado. En los subtropicales la falta de agua se ha notado de manera drástica en los números. La situación es un absoluto desastre. El mango ha bajado su productividad de una manera tremenda. De 33 millones de kilos en 2022 hemos pasado a ocho millones en 2023. En el aguacate, prácticamente, lo mismo. Con lo que nos podemos hacer una idea», lamenta Faulí.
La provincia de Málaga lidera el cultivo de aguacate en Andalucía. Según datos de la Consejería de Agricultura, en 2022 casi se alcanzan las 8.000 hectáreas. Granada, en el segundo lugar, no llega a los 3.000. Muchos agricultores viven de este cultivo y ahora están contra las cuerdas. Según la Organización Interprofesional del Aguacate y el Mango, unas 12.000. La patronal del sector también alerta de «una situación muy complicada».
El responsable para los subtropicales en el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (IFAPA), reconoce que el «futuro del cultivo del aguacate en la provincia no es muy esperanzador». «Se han establecido muchas plantaciones en suelos no adecuados para que este cultivo sea rentable», añade.
El presidente de Asaja, Baldomero Bellido, señala que la viabilidad del mango y del aguacate en la provincia de Málaga pasa por la materialización de infraestructuras hídricas que garantizan la existencia de agua suficiente para el riego. Aboga por la construcción de desaladoras, aunque precisa que las versiones portátiles no ofrecen una solución para la agricultura. «Si no hay agua desalada, el subtropical lo tendrá complicado. Hablamos de cultivos de regadío. En Asaja estamos continuamente trabajando para investigar en técnicas y prácticas que minimicen el consumo de agua de los cultivo», dice el presidente de Asaja.
Hay voces en el campo que piden que abrir un debate incómodo y plantear si no ha llegado el momento de optar por alternativas a los subtropicales. Buscar cultivos que necesiten menos agua, como puede, por ejemplo, la pitaya. Guadalupe Maldonado es una agricultora que dio el paso y cambió el aguacate por la pitaya: «No queda otra. En nuestro caso, el aguacate ya no era viable», precisa.
Una reconversión es más factible a pequeña escala. Pero detrás del aguacate y el mango en la Axarquía está el cuarto productor a nivel mundial, solo por detrás de Perú, Sudáfrica y Chile. La demanda de aguacates 'made in Málaga' no ha dejado de crecer en los últimos años en toda Europa. Con el catalizador de ser un producto saludable, la popularidad ha ido cada vez a más. Además, se puede vender como producto de «proximidad».
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