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La sequía tiene su cara más visible en el estado crítico de los embalses y los problemas de abastecimiento. Pero hay otra cara que no se ve, o que ven sólo quienes están acostumbrados a patearse el monte. La falta de lluvias se alía con ... las plagas oportunistas y está haciendo estragos en pinos y cipreses en las zonas verdes de la Gran Málaga. Unos 2.700 ejemplares secos (según los datos a los que ha tenido acceso SUR de fuentes técnicas) se han contabilizado en zonas de la capital como Gibralfaro, Monte Victoria, Morlaco, Parcemasa y Los Montes, según datos de la UMA. El Ayuntamiento ya ha invertido unos 180 jornales en la retirada de troncos con sus medios técnicos, lo que supone unos 800 árboles muertos. Todavía quedarían otros 200 que han corrido la misma suerte en los parques forestales de la ciudad. Pero también en los municipios del área metropolitana, sobre todo en el lado de la Axarquía, hay un problema grave de pérdida de masa forestal.
El Área de Sostenibilidad Ambiental del Ayuntamiento de Málaga reconoce que hace aproximadamente un año se detectó en la ciudad un problema que se está dando en numerosos puntos de la provincia y del resto del país, como Extremadura, litoral andaluz de Huelva y Cádiz, etc. Incluso en zonas húmedas, como Asturias.
La teoría que manejan en Parques y Jardines es que los árboles se están secando por efecto de la escasez de humedad y el calor; y como consecuencia de ese debilitamiento, son atacados por perforadores del pino (una especie de escarabajo). Es decir, no es que estén siendo atacados directamente por plagas, sino que estas aprovechan para invadirlos cuando ya están débiles por las causas ambientales.
Aunque no desvelan el dato, sí admiten que en el último año se han retirado numerosos pies secos (en su mayoría pinos y algunos cipreses) en los más de 4,5 millones de metros cuadrados de zonas forestales, donde la masa arbórea total no está contabilizada, pero suma cientos de miles de ejemplares.
El problema es de tal calado que ha llevado al alcalde, Francisco de la Torre (es ingeniero agrónomo de formación) a implicarse personalmente en la búsqueda de soluciones. De hecho, él ha propuesto pedir la colaboración de la Escuela de Ingeniería Agronómica y Montes de la Universidad de Córdoba, que tiene expertos en esta materia, y que tienen previsto hacer una visita a las zonas afectadas este mes.
También está trabajando en este asunto la Facultad de Biología de la Universidad de Málaga (UMA). Enrique Salvo, botánico y director de la Cátedra sobre Cambio Climático, está investigando sobre otras posibles causas, ya que, a su juicio, la seca es una manifestación de una plaga o de un cambio drástico en las condiciones ambientales, que debilitan tanto al árbol que abre la puerta a la entrada de insectos como los perforadores. De entrada, recuerda que la seca en pinares se da con cierta asiduidad, y aquí afecta sobre todo a las especies carrasco y piñonero, pero también a cipreses.
Lo más inquietante en este caso es la rapidez con la que avanza la enfermedad: «De verlos con un grado de vitalidad alta, en apenas tres semanas pasan a la muerte total; es muy preocupante». Su equipo está haciendo un trabajo de campo, en busca de ese temido escarabajo que permita constatar la hipótesis; e inspeccionando imágenes aéreas de Gibralfaro, además de un estudio de las hojas en el laboratorio. También están a la espera de una reunión con los especialistas de la Universidad de Córdoba.
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Para Salvo, una explicación posible es que las altas temperaturas provoquen que la superficie del suelo se caliente demasiado, y eso lleva a una mortalidad elevada de los hongos que forman las micorrizas, y que viven en simbiosis con las raíces de estos árboles y al no haber humedad, mueren.
Otra hipótesis que baraja es que haya llegado hasta Málaga un tipo de escarabajo procedente de China, que ya está presente en Norteamérica y en la península Ibérica. Este transporta un gusano que penetra por la zona donde come el insecto y entra en el circuito de circulación de la savia hasta las raíces, donde produce un taponamiento. En ese momento, la planta deja de absorber agua y nutrientes y muere.
El botánico asegura que esta situación es «muy preocupante», sobre todo en Gibralfaro, por los riesgos para el suelo. «Hay una pendiente tremenda y estos árboles son un muro de contención extraordinario». Desde que en 1938 se empezó la repoblación intensiva con pinos y eucaliptos para la restauración forestal de Gibralfaro, las raíces se han convertido en un gran contenedor de derrubios (tierra con riesgo de caer o desmoronarse) y actúan como un muro de contención».
De hecho, se han estudiado algunos cambios de vegetación por otras especies y no se han llevado a cabo hasta ahora, precisamente, por estos riesgos. «Hoy en día, esos trabajos serían muy costosos de hacer», comenta Enrique Salvo, y destaca los «grandes servicios ecosistémicos» que prestan estos montes, como principales sumideros de gases de efecto invernadero de la capital y de la Gran Málaga.
Ante la inquietud generada por el origen de esta elevada mortandad de pinos, el Área de Sostenibilidad Ambiental puso en marcha hace cinco meses una prueba piloto, consistente en acotar una parcela de unos mil metros cuadrados en el monte de Gibralfaro, que actúa como testigo.
Esta se está regando artificialmente con agua una una vez a la semana, con el resultado de que estos árboles no se están secando. De ahí que los técnicos del Ayuntamiento mantienen como hipótesis de trabajo la falta de precipitaciones como causa principal de la seca de los pinos y los cipreses.
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