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En el chiringuito disfrutando de un cerveza fría o tomando el sol en la playa en marzo, como si fuera verano, es muy fácil olvidarse de la magnitud del problema. La sequía, que viene acompañada de efectos placenteros para muchos ciudadanos, está llevando a la ... desesperación a los agricultores de la provincia. No hay cultivo que no se vea mermado a estas alturas por la falta de agua. La campaña de la aceituna, que partía con unas previsiones a la baja, ha superado todas las estimaciones, pero lo ha hecho para mal. Y ya hay otra cosecha importante en la provincia de Málaga que apunta a desastre: la del cereal. «En el campo, la primavera te lo marca todo. Ni hemos tenido lluvia ni se espera», señala Benito Avilés, el presidente de la Cooperativa de Campillos y estima que se pueden perder «hasta el 60% de la cosecha» en comparación con 2022. Este trabajador del campo define la frustración del momento y presagia, además, que siega de la temporada 2023-2024 apunta a ser la más baja de las últimas décadas. Esta sensación también la corroboran las principales asociaciones agrarias, ASAJA y UPA.
La provincia cuenta con unas 38.000 hectáreas de cereales como trigo duro, trigo blando, cebada o avena. Las zonas en las que más se concentran estos cultivos se encuentran en Teba, Almargen, Ardales, Campillos, la zona Norte de Antequera, la Serranía de Ronda y el Valle del Guadalhorce. En 2022, se facturaron unos 47 millones de euros con una producción de 72.520 toneladas, según ASAJA. Unas cifras que no se van a poder revalidar este año por culpa de la sequía. El desastre, coinciden todas las voces del campo, está asegurado. Queda por saber la dimensión exacta.
Hay varias fases criticas para el cultivo del cereal. La que más, la que coincide con la primavera y la necesidad de lluvia. El agua permite que se forme la espiga que, a su vez, es la que se llena luego de grano. Sin agua a la vista, los agricultores están viendo como se frena el reloj natural que marca el campo y, como resultado, se estrechan las previsiones. El secretario general de UPA, Francisco Moscoso, asegura que la provincia se encamina a una situación inédita. «Por ejemplo, en la Serranía de Ronda, ahí no hay regadío de ningún tipo. Son tierras más frescas y buenas para el cereal. Pero da igual, el problema es que no llueve», reitera. «Si de aquí a finales de abril no llueve, tendremos un desastre total en el cereal», avisa.
La climatología de los últimos meses se ha convertido en una espiral endiablada. A la ausencia de lluvias en el mes de febrero, se suma ahora la intensa calor registrada en abril. «Es lo que ha acabado por rematar una situación que ya era mala. Los cereales no han podido alcanzar el tamaño que deberían tener. Es muy difícil cuantificar ya cuánto se va a perder, pero me atrevería a hablar de un 60%. Nos encaminamos a ruina», advierte Benito Avilés. Sus paseos por los campos de trigo de Campillos, señala, se han convertido en un desfile depresivo que empeora con cada día que pasa sin lluvia.
La preocupación también la comparte el presidente de ASAJA, Baldomero Bellido, que es testigo diario de como aumenta el miedo a perder la cosecha entre los agricultores. «La situación es muy dramática. Tenemos, en lo que va de año, unos 200 litros de lluvia menos que en 2022, que ya era corto. El cereal está seco. Los cultivos de primavera están sin sembrar o los que se han sembrado están sin nacer», lamenta.
Las asociaciones agrarias coinciden en que aún es pronto para aventurar porcentajes sobre cuánto de la cosecha va a perder en comparación con el año 2022. «Lo que está claro es que va a ser una merma muy considerable», se repite. Aunque lloviera, algo que no está previsto, en muchas zonas de la provincia el agua ya llegaría tarde. En zonas más húmedas de la provincia, pegando con Cádiz, el campo estaría algo mejor. En la zona de Ardales, donde se concentra mucho cultivo de trigo, la situación es muy mala.
«Irrecuperable», asegura el director de la sección de cereales de Dcoop, Juan Carlos Rodríguez. «Siempre se dice que va por zonas, pero toda la provincia está muy dañada», lamenta. Rodríguez es una de las personas que mejor conoce el sector en Málaga. Sabe qué se cultiva en cada zona y qué tipo de cereal está de moda. En la provincia, predominan cuatro tipos. El trigo duro, el trigo blando, la cebada y la avena. La distribución, según hectáreas plantadas, se distribuye de la siguiente manera: trigo duro, 12.675 hectáreas; cebada, 9.936 hectáreas; avena, 9.153 hectáreas; trigo blando, 5.735 hectáreas.
La gran mayoría del cereal que se cultiva en Málaga se destina a la fabricación de piensos para animales. El 10%, aseguran los expertos consultados, se utiliza para la alimentación humana (trigo blando). De la producción de la cebada, otra parte pequeña, se dedica a la producción de cerveza. Preguntado por cuánto de cosecha se va a perder, Rodríguez señala que los porcentajes que se puedan dar ahora aún pueden cambiar. «Hablar de un 60% no es ir desencaminado», admite, sin embargo. Lo que sí se atreve a afirmar es que «va a haber una cosecha mucho más corta que la del año pasado».
Si la mayoría del cereal que se cosecha en la provincia de Málaga va para la producción de pienso, los siguientes de la cadena que van a recibir una mala noticia son los ganaderos. «El precio ya estaba muy alto por la pandemia y la guerra de Ucrania. Con la cosecha tan corta que se espera, está claro que no va a haber una relajación de precios», finaliza Rodríguez. Y la reflexión final que queda es que, al final del todo, el alto coste de los piensos se verá reflejado en el lineal del supermercado.
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