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Aquel homenaje en la sede de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), hace ahora justo diez años, no hubiera tenido nada de excepcional si no hubiera sido por la identidad de sus protagonistas: se reconocía el trabajo de las diez rectoras que a ... lo largo de la historia habían ostentado el máximo puesto de responsabilidad académica en las universidades públicas españolas. «Y allí estábamos las diez. Todas vivas». Lo recuerda como si fuera ayer una de aquellas pioneras, Adelaida de la Calle, exrectora de la UMA, quien pone la anécdota sobre la mesa para ilustrar que ese hecho –que estuvieran «todas vivas»– termina por dar la medida de «lo poco» que se ha avanzado en materia de igualdad entre hombres y mujeres en los últimos años y lo reciente (y escaso) que aún resulta ese logro femenino de llegar a lo más alto en la carrera profesional.
Es lo que los especialistas llaman ‘techo de cristal’ y a lo que la propia De la Calle alude como ‘techo de hormigón’: esa serie de barreras invisibles que se encuentran las mujeres a la hora de desarrollarse y avanzar hacia los puestos de mayor responsabilidad y cuya realidad merece un análisis en profundidad con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el próximo jueves 8 de marzo.
Ámbito. Provincia de Málaga. El tamaño de los grupos es proporcional a la cantidad de personas, excepto en Cuerpos de Seguridad y Autónomos donde es solo ilustrativo.
Autónomos. Hombres 70.077 y mujeres 39.290
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA .
Alumnos. 16.314 hombres y 18.742 mujeres
Profesores titulares. 456 hombres y 289 mujeres
Catedráticos. 240 hombres y 54 mujeres.
Decanos y directores: 12 hombres y 4 mujeres.
Jueces y magistrados. 91 hombres y 113 mujeres.
Fiscales. 35 hombres y 52 mujeres.
Letrados de la Administración de Justicia. 48 hombres y 101 mujeres.
Diputación. 19 diputados y 12 diputadas.
Junta de Andalucía. Cinco delegados y cinco delegadas. (Además de las 3 delegadas se incluyen las 2 coordinadoras del IAM y del IAJ).
Alcaldes. Hombres 84 y mujeres 19.
Congreso. Diputados 6 y diputadas 5.
Senado. Senadores y senadoras, 2 en ambos casos.
Parlamento andaluz. 7 parlamentarios y 10 parlamentarias.
Total funcionarios: 1.174 hombres / 1.104 mujeres
Directores gerentes y jefes de servicio*: Hombres 93 y mujeres 81. De las empresas y organismos más representativos: Limposam, Palacio de Ferias, Gerencia de Urbanismo, Gestrisam, CEMI, IMFE, Festival de Cine, Consorcio de Transporte y SMASSA
Total funcionarios: 490 hombres / 787 mujeres.
Directores, jefes de servicio y directores de centro: Hombres 28 y mujeres 31.
Total funcionarios (excepto personal sanitario y profesores): 2.397 hombres / 4.647 mujeres
Secretarías generales y Jefaturas en Delegaciones 43 hombres y 45 mujeres.
Para avanzar en la búsqueda de respuestas hay que partir de un escenario incontestable: si se asume que la distribución de méritos y responsabilidades laborales entre hombres y mujeres tiene forma de pirámide y que ellas, desde hace años, son una amplia mayoría en las bases y en los tramos intermedios porque hay más universitarias, más licenciadas o más cantidad de mujeres que se ganan su plaza por mérito propio en las oposiciones –por poner sólo algunos ejemplos, y tal y como se recoge en el gráfico que acompaña este reportaje–, ¿cómo es posible que aún no se haya conseguido romper con ese ‘techo de cristal’ en la zona superior de la pirámide y que la representación femenina en lo más alto no se corresponda con la realidad de la base?
La respuesta la enuncia la exrectora de la UMA y hoy presidenta de la Corporación Tecnológica de Andalucía; y abre un debate que supera ampliamente otros como el de la ‘brecha salarial’: «Aún vivimos en una sociedad machista y el exceso de responsabilidad que cae del lado de la mujer hace que aún no se haya podido romper esta tendencia», sostiene De la Calle, que estuvo 12 años de rectora «y los últimos, sola como única mujer en toda España».
La reflexión es ampliamente compartida por otras mujeres que, como ella, han llegado a lo más alto de sus carreras no sin antes tener que romper cristales (u hormigones) que en el caso de ellos no existen. Así también se manifestaba hace un par de semanas la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, la segunda presidenta de las Cortes Generales en dos siglos: «La escasa presencia de las mujeres en puestos directivos o de responsabilidad tiene que ver con que no se piensa en nosotras para ocupar esos puestos. Por eso casi nunca los ocupamos», declaraba poniendo el dedo en la llaga.
La estadística no hace más que confirmar esta parte medular del debate sobre la igualdad: los últimos datos publicados en el informe Gender Gap del Foro Económico Mundial (WEF), un estudio de referencia que mide la velocidad a la que avanzan los países en esta materia, no sólo certifican que en España no ha habido un impulso, sino que se ha retrocedido: a nivel global, España ha bajado del puesto 25 al 29 con respecto al informe del año anterior (2015) sobre los 144 países analizados y en el apartado específico de mujeres con cargos de liderazgo en España el puesto es de 64 sobre esos 144. O lo que es lo mismo: en nuestro país la presencia de la mujer en la alta dirección se reduce a un 14%. Este retraso en la llegada de la paridad y en el cierre de la brecha de género constata que aún hacen falta 47 años, a este ritmo, para que la igualdad sea un hecho. Las tendencias son nacionales e internacionales, pero por supuesto se pueden extrapolar a la esfera local, es decir, a Málaga, donde según un informe de la Asociación de Mujeres Profesionales y Empresarias de Málaga (Amupema) que verá la luz en los próximos días la presencia de la mujer en los órganos de dirección se reduce a un 23% .
En este punto del debate, y entrando de lleno en el terreno de lo próximo, conviene hacer una puntualización sobre el ‘techo de cristal’ y las realidades sociales que favorecen que este fenómeno aún pese –y no precisamente como el cristal– en la realización profesional de la mujer: «El techo a veces nos lo ponemos nosotras inconscientemente porque existe una desigualdad real de roles. Nosotras siempre asumimos más cargas», sostiene la magistrada Lourdes García Ortiz, quien rompió ese techo hace poco más de un año al convertirse en la primera mujer que presidía la Audiencia Provincial.
En el caso de la carrera judicial se da además la circunstancia de que las mujeres representan hoy una amplia mayoría de aprobados en los exigentes procesos selectivos –vía oposición– y que también son más numerosas al frente de los juzgados de la capital y la provincia (113 mujeres y 91 hombres). Esta realidad es idéntica en los otros dos cuerpos con más categoría de la administración de justicia: en Málaga hay más mujeres fiscales (52 frente a 35 hombres) y más letradas de la administración de justicia (LAJ) (101 mujeres y 48 hombres). Aún así, la magistrada García Ortiz confirma que el 90% de permisos que se conceden a los funcionarios en la Ciudad de la Justicia para el cuidado de la familia siguen cayendo del lado de la mujer, y que a la hora de acceder a un puesto de responsabilidad «nosotras tenemos más miedo a dar el paso porque tenemos más frentes abiertos».
Total empleados. 4.874 hombres / 10.969 mujeres
Personal directivo. Hombres 33 y mujeres 20.
Cargos intermedios*. Hombres 282 y mujeres 233. (* Cargos sanitarios y no sanitarios)
Policía Local de Málaga. Hombres 798 y mujeres 105.
Bomberos de Málaga. Hombres 276 y mujeres 2.
Policía Nacional y Guardia Civil*. Hombres 4.481 y mujeres 417 (* Policías nacionales y guardias civiles de toda la provincia).
Y ese fue su caso: con más de treinta años de carrera a sus espaldas, dos hijas ya mayores que crecieron viendo cómo su madre ponía sentencias en casa «todos los fines de semana» y un conocimiento profundo de la Audiencia Provincial, García Ortiz decidió dar el paso adelante cuando consideró que la «madurez» en lo personal y lo profesional eran las óptimas para afrontar esa nueva responsabilidad.
En ese argumento sobre la necesaria «madurez» y estabilidad en lo familiar para seguir escalando en lo profesional coincide la empresaria Paz Hurtado, presidenta ejecutiva de Hutesa Agroalimentaria y asentada desde hace años, por méritos propios, en la cúspide de esa pirámide a la que aún hoy siguen llegando sólo unas pocas. Desde esa atalaya, Hurtado tira de su experiencia para reafirmarse en que los ‘techos de cristal’ «no existen», pero añade otras circunstancias sociales que pesan en el ánimo de la mujer que se enfrenta a la tesitura de apostar por el trabajo o por la familia: «Los ejecutivos tienen que estar disponibles, trabajar 12 o 14 horas, acumulan reuniones y viajes de negocios... Ante esa circunstancia uno de los dos miembros de la pareja tiene que renunciar y eso lo suele hacer la mujer. Muchas de nosotras no queremos renunciar a nuestra vida familiar; y tampoco debemos», sostiene la empresaria, quien vincula esa barrera en las carreras profesionales más a la «estructura familiar» y a la falta de «entrenamiento emocional» de la mujer para delegar el cuidado de los suyos que al ‘techo de cristal’ como algo impuesto desde fuera.
Y añade: «Desde luego a mí nunca se me ha dado el caso de falta de respeto por parte de un hombre ni de nadie en mi trayectoria empresarial», sostiene Hurtado, cuyo testimonio incorpora un valor apreciable si se tiene en cuenta que una parte importante los acuerdos que Hutesa cierra para exportar sus productos (sobre todo aceitunas de mesa) tienen como escenario países de Oriente Próximo en los que el papel de la mujer como agente activo de la sociedad está francamente cuestionado. En cualquier caso, esta empresaria del sector agroalimentario es consciente de que aún existen «muchas reticencias por parte de los empresarios para contar con una mujer para un puesto de dirección», sobre todo si ésta se encuentra en los tramos más exigentes de la conciliación familiar y laboral: «Hoy en día, es así», admite.
Sin embargo, las experiencias de unas y otras difieren en función de muchas variables: en primer lugar, la realidad de esa ‘pirámide’ es menos acusada en el sector público –más sujeta a procesos objetivos vía ‘oposición’– que en el privado, donde las posibilidades reales de ascender dependen de la decisión directa de los responsables de la empresa, en cuyo ánimo pesan en muchas ocasiones las circunstancias personales de la trabajadora que aspira a un puesto más alto del organigrama independientemente de su mérito y preparación.
Si en esa esfera privada los datos publicados apenas se refieren a ese 23% de mujeres en puestos de dirección y a que la provincia cuenta con casi el doble de autónomos (70.077) que de autónomas (39.290); en la pública, sin embargo, sí puede apreciarse que, en general, existe una amplia mayoría de mujeres en todos y cada uno de los sectores intermedios que analiza SUR en este reportaje. No obstante, y por empezar por uno de los ámbitos con más brecha por sexos, en la Universidad de Málaga la proporción se invierte claramente a favor de ellos en los tramos superiores del escalafón: hay más alumnas (18.742) que alumnos (16.314), pero en cuanto al profesorado ellos siguen siendo aún mayoría: la UMA tiene 240 catedráticos frente a 54 catedráticas, 456 profesores titulares y 289 mujeres con esta categoría y, en fin, 12 decanos y sólo 4 decanas.
En las administraciones públicas, tanto en la Junta de Andalucía como en la Diputación hay muchas más funcionarias que funcionarios: en la provincia de Málaga, el gobierno regional cuenta con 7.039 en total (2.397 hombres y 4.642 mujeres) y la institución supramunicipal con 1.277 (490 hombres y 787 mujeres), sin embargo esta presencia mayoritaria en la base tiende a igualarse en los tramos superiores. Por ejemplo, sí hay más mujeres que hombres en las secretarías generales de la Junta (los ‘números 2’ de los delegados): hay 9 funcionarias al mando y 5 funcionarios con la misma categoría; y entre los jefes de servicio de la Diputación también hay mayoría femenina, con 19 mujeres frente a 16 hombres.
adelaida de la calle, exrectora de la uma
lourdes garcía ortiz, presidenta audiencia provincial
paz hurtado, Empresaria. Presidenta Hutesa
En el Ayuntamiento de Málaga, la tercera gran administración local, la tendencia es diferente que en las dos anteriores, ya que hay más funcionarios (1.174) que funcionarias (1.104), y la distribución de jefaturas de servicio y direcciones generales se ajusta más a esta realidad, es decir, a la proporción entre ellos y ellas. Más allá de la estructura laboral de Junta, Diputación y Ayuntamiento, el plano político es quizás el único en el que se comienza a percibir la paridad de sexos gracias a las cuotas o a las listas ‘cremallera’. La excepción está las alcaldías de los 103 municipios de la provincia: hay 84 regidores y sólo 19 regidoras.
En el Servicio Andaluz de Salud (SAS), la brecha es también más acusada, al igual que ocurre en la UMA: de los 15.844 trabajadores en la provincia de Málaga, las mujeres representan más del doble (10.969) que los hombres (4.874), un dato lógico si se asume la presencia mayoritaria de mujeres en los das dos especialidades más numerosas: enfermeras y auxiliares. Aún así, de los 53 puestos directivos sólo 20 están en manos de las mujeres. Los puestos intermedios también tienen más presencia masculina: de los 515 disponibles, 282 son para ellos y 233 para ellas.
Muchos esfuerzos pequeños desde lugares pequeños para obtener un gran eco y «parar el mundo». Esa es la estrategia con la que el movimiento feminista quiere que el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer (jueves), no quede como una fecha más en el calendario y se convierta en un clamor a nivel internacional. Convencidas de que «si nosotras paramos el trabajo productivo y reproductivo, se para el mundo», las impulsoras de esta convocatoria en España llevan semanas organizando esta huelga general que también tendrá un eco específico en Málaga.
La protesta, impulsada en este caso por el movimiento feminista y asociativo en Málaga y constituido como Coordinadora 8 de marzo, ha logrado el apoyo de organizaciones y colectivos políticos, sociales, educativos y sindicales y tendrá en la capital varios escenarios de referencia: a las doce de la mañana habrá concentraciones en la plaza de la Constitución, la puerta del Hospital Materno Infantil, el aeropuerto, el PTA, la Ciudad de la Justicia, el edificio de usos múltiples y el edificio el Rayo Verde de la UMA. Ya por la tarde, a las 19.00 horas, la plaza de la Marina será el punto de partida de una gran manifestación convocada por la Coordinadora 8 de marzo.
Las administraciones públicas también celebrarán el Día Internacional de la Mujer con acciones simbólicas en apoyo a la causa. Es el caso, por ejemplo, del Ayuntamiento de Málaga, que izará en la fachada principal de la Casona la bandera que simboliza la lucha feminista y ha programado un completo programa de actividades para sumarse a la efeméride.
Para las interesadas en sumarse a la huelga de forma activa, CCOO y UGT, los sindicatos mayoritarios, han convocado un paro parcial durante dos horas (entre las 11.30 y las 13.30 horas), mientras que CGT y USTEA han ampliado la protesta a toda la jornada laboral. Desde el punto de vista de la patronal, lo habitual es que las empresas descuenten a sus trabajadoras el salario equivalente al tiempo en el que han hecho paros (esas dos horas o el día entero), aunque desde la propia coordinadora han solicitado que no se detraiga esta cantidad de los sueldos como gesto de apoyo a la lucha de las mujeres.
La doctora Concha Soler, la primera cirujana general que hubo en Málaga y hoy retirada de la sanidad pública, ha vivido esta evolución en primera persona y es una voz más que autorizada en el análisis de la situación: se incorporó a trabajar en el Hospital Civil en 1977 y en 2009 fue nombrada coordinadora de la Unidad de Mama del Clínico Universitario, un puesto de responsabilidad que ha desempeñado hasta que se retiró a principios de 2017. Entre ambas fechas, más de 30 años «haciendo guardias cada seis días», «operando hasta doce días antes de parir» y sumando méritos para llegar a ser una cirujana «medianamente reputada». «Me costó muchísimo», admite la doctora Soler, que apoya su reflexión en el hecho de que «si bien a mí nunca me han vejado por ser mujer sí me han ignorado bastante, sobre todo cuando éramos tan pocas».
«Recuerdo que en las sesiones clínicas me hacían poco caso; se lo hacían más al compañero», añade la especialista, cuya promoción profesional ha sido posible a costa de no conciliar: «En mi especialidad es imposible, y siempre se lo digo a las residentes que se van incorporando, que por cierto ya son en su mayoría mujeres», sostiene Soler, que se separó de su pareja cuando su hija (hoy adulta) tenía sólo 3 años y cuya crianza tuvo que delegar en sus padres o en «una mujer interna» muchas más veces de las que hubiera querido.
Pero a pesar de que en los últimos años la mujer se ha ido incorporando en masa al mercado laboral y está presente en casi todos los sectores, aún quedan pioneras. Es el caso de las ingenieras, una especialidad que sigue siendo un terreno casi exclusivo para los hombres: en la UMA, por ejemplo, hay 1.042 alumnos por 229 alumnas en Ingeniería Informática y 3.021 chicos por 788 chicas en Ingeniería Industrial. Y hay ramas específicas en las que aún es más extraño encontrar una presencia femenina representativa, como ocurre en la ingeniería aeroespacial. En este caso el reto es triple: mujer, ingeniera y además en la rama aeronáutica; y Ana Pérez es una de ellas. Recuerda que durante sus estudios en la Universidad Politécnica de Madrid, en su promoción eran sólo 4 chicas entre medio centenar de alumnos, y hoy, con quince años de trayectoria profesional a sus espaldas, sigue considerando lo suyo como algo «excepcional». Pérez trabaja como ‘Airport Planning Expert’ en Aertec Solutions, una multinacional de ingeniería y consultoría especializada en aeropuertos, transporte aéreo, industria aeronáutica y defensa y con sede en el PTA. De entre los más de 500 empleados en plantilla, las ingenieras siguen siendo una minoría, una circunstancia que la obliga a demostrar «constantemente», sobre todo ante los clientes, que su especialización está al mismo nivel que la de sus colegas varones. «Recuerdo una vez, en unas negociaciones, que el cliente me llegó a preguntar si tenía que seguir hablando conmigo porque prefería a un ingeniero», lamenta Pérez, que tuvo que emplearse a fondo para hacerle ver que ella era capaz de hacer el trabajo «igual o mejor». «Cuando se dan cuenta y ya han trabajado contigo se quedan encantados, pero es algo que sigue costando», añade la especialista, convencida de la necesidad de promocionar este tipo de carreras «entre las niñas» y que justo por eso dedica parte de su tiempo y esfuerzo a dar charlas especializadas en los colegios, en los niveles de ESO y Bachillerato.
«Parece mentira, pero ellas no procesan qué representa ser ingeniera, y mucho menos hacer aviones», zanja Pérez.
concha soler, cirujana
ana pérez, ingeniera aeronáutica
natalia sánchez, secretaria general de la cem
En la educación está, precisamente, una de las herramientas más poderosas para ir cerrando brechas y rompiendo techos de cristal. Y asumir, además, que el esfuerzo ha de compartirse por toda la sociedad. «De nada sirve que trabajemos la igualdad sólo como una cuestión de lenguaje y no vayamos a la raíz del problema, que es social», sostiene por su parte la secretaria general de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), Natalia Sánchez. A su juicio, el debate sobre esas desigualdades tendría que formar parte de otro mucho más amplio «que tiene que ver con una cultura arraigada que deja a la mujer relegada al ámbito de los cuidados». Y pone un ejemplo: «¿Por qué siempre se nos pregunta a nosotras cómo nos arreglamos para llevar casa y trabajo y a ellos no?».
Conciliación, corresponsabilidad, educación o racionalización de horarios son, en palabras de Sánchez, los otros asuntos urgentes que hay que abordar «como sociedad». Mientras no se superen «seguiremos hablando de techos de cristal y de las limitaciones que incluso nos ponemos nosotras mismas por ese sentido práctico de tener que elegir», concluye la secretaria general de la CEM, quien se permite dejar sobre la mesa un último consejo: «No nos pongamos esos límites, que para eso ya está el entorno. Hagamos proselitismo entre las mujeres». Sin ir más lejos, para romper cristales.
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