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De izquierda a derecha, en un laboratorio de la Facultad de Ciencias: Enrique Rodríguez, Mari Cruz López y Olga Guerrero. Migue Fernández
La revolución verde llega desde Málaga: el laboratorio de hidrógeno de la UMA

La revolución verde llega desde Málaga: el laboratorio de hidrógeno de la UMA

Capitaneado por la catedrática Olga Guerrero, un equipo de científicos desarrolla planes para formar a profesionales en una tecnología llamada a sustituir los combustibles fósiles

Martes, 22 de octubre 2024, 15:10

Si se hace una comparación con los estándares europeos, Málaga conoce muy bien lo que son los fenómenos climáticos más extremos. Ahí están el calor y la sequía. Por ello, desde hace unos años, cada vez que llueve, se convierte en noticia. Los días de agua, los malagueños se han acostumbrado a llenar las redes sociales de imágenes y vídeos para dejar constancia de un hecho que se ha convertido en poco habitual. Fascinante y preocupante a la vez.

Entonces, ¿esto ahora es Málaga, una provincia en la que el tiempo está más alocado que antaño? ¿O, acaso, esto ya es la tantas veces mencionada crisis climática? La respuesta es complicada pero, esta vez, puede jugar a favor. Es verdad que siempre ha habido episodios difíciles de llevar. Los días de terral, con más de 40 grados, que recuerdan a una gran secador de pelo. Las noches de gran humedad, que hacían de la capital una gran sauna finlandesa. Pero en todas estas fluctuaciones se mantiene un actor que es común a todas: el sol. Un elemento que siempre está ahí. Se refleja en los edificios que se atornillan al cielo y forma parte de la esencia de una provincia que se ha construido en torno a una media que refleja más de 300 días de sol al año para la provincia.

Para lo que está por llegar, el sol es imprescindible. Lo saben bien en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga (UMA). Y lo que está por llegar es una revolución verde organizada de manera estratégica por la Unión Europa. Sin azares de por medio y bien alicatada con fondos millonarios que se reparten desde Bruselas para avanzar en una cosa: el hidrógeno verde, la fuente de energía elegida para que el continente sea «climaneutral». O dicho de otra manera: para cumplir con la ambiciosa meta de abandonar los combustibles fósiles en 2050.

Son las una del mediodía de un lunes. La Facultad de Ciencias está en un edificio que, al ser más alto y contar con una fachada pulida, destaca un poco por encima de los demás. Los pasillos, distribuidos en varias plantas, están salpicados de laboratorios. Uno de éstos es el lugar de trabajo de un grupo de científicos que ahora ha logrado ser seleccionado por la Unión Europea para formar a los futuros trabajadores en todo lo relacionado con el hidrógeno verde. Producción, logística, transporte, uso… Sus integrantes, vestidos con bata blanca, reciben a SUR para hablar de un proyecto que califican de «ilusionante».

«En cualquier tecnología que es nueva todavía falta mano de obra cualificada por todos lados», señala Olga Guerrero para marcar el contexto en el que se mueven. Catedrática de ingeniería química, es la encargada de coordinador todo lo que se hace desde la provincia. Le acompañan en el equipo Enrique Rodríguez, que también es catedrático, y Mari Cruz López, profesora titular en ingeniería química. El Málaga TechPark y Cesur también forman parte del consorcio que se ha formado, con un total de 25 socios. Entre ellos, muchos de fuera de España.

Dejar el gotero fósil está siendo más difícil de lo que se esperaba. Las voluntades son buenas pero, a la hora de la verdad, las empresas se siguen guiando por los costes. Y el hidrógeno verde es caro, muy caro. Por ello, la esperanza también radica en Málaga. Hay un materia prima gratuita que, al contrario de lo que pasa con el petróleo, es infinita: la energía solar. «El hidrógeno solo es verde si se produce con energía eólica o energía solar», puntualiza Guerrero para resaltar el potencial que hay para que la provincia sea un actor importante en esta revolución.

¿Qué es el hidrógeno? La catedrática se lanza a una explicación simplificada: «Se obtiene al disociar el agua (h2o) en oxígeno (o2) e hidrógeno (h2). Cuando se utiliza para ello electricidad, se habla de electrólisis». El hidrógeno es inocuo, se puede almacenar, transportar a través de gasoductos y contiene casi el triple de energía por kilogramo que la gasolina. La gran desventaja, como ya se ha mencionado, está en el coste: el almacenaje y el transporte son caros; el hidrógeno es altamente inflamable.

Dificultades

Guerrero reconoce que la UMA solo ha dado el primer paso. Con la subvención que llega desde Bruselas, un total de cuatro millones de euros para el consorcio en el que están integrado los científicos malagueños, da para montar una guía de formación y preparar un curso online que estará disponible para todo el mundo. «El objetivo que tenemos a medio plazo es la de poder ofrecer un máster específico y contar con un laboratorio propio que sirva para que tanto nuestros alumnos como alumnos que vienen de la FP puedan hacer prácticas directas relacionadas con el hidrógeno verde», resalta.

Para ello, escudriñan todas las posibilidades para obtener más financiación. «El 90% de nuestro trabajo es buscar recursos», reconoce el gran mal que acecha a la investigación en sistema universitario español. Pero tanto Guerrero como sus compañeros son unos entusiastas del hidrógeno verde.

Cuando hablan de él es como si lo hicieran de un materia que tiene el potencial para convertirse en una película de Hollywood. Hidrógeno existe de una manera abundante en el planeta. Antes de que se descubriera como elemento clave para liderar la revolución energética, su existencia se limitaba a grises experimentos químicos. Desde entonces, ha pasado a convertirse en la estrella de la revolución verde que quiere impulsar la Unión Europea. Una revolución en la que la UMA reclama su lugar.

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