SUR

Los retos de Guillermo Díaz

Inés Arrimadas coloca como líder de Ciudadanos al diputado malagueño. Este necesita un plan y determinación para unir al partido y evitar su evaporación en Málaga

Miércoles, 30 de septiembre 2020, 01:16

Guillermo Díaz es un hombre feliz. El ascenso político que vive en su partido desde que Inés Arrimadas es presidenta de Ciudadanos se ... ha visto culminado con su nombramiento como nuevo coordinador provincial. Queda claro que es alguien de su plena confianza.

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Por primera vez, la formación naranja establece una jerarquía clara en Málaga. Díaz sustituye a Carlos Hernández White, que ejercía de portavoz. Ese cargo se elimina y Díaz será la cara visible. La estructura anterior de Ciudadanos, eso lo atestiguan todos los cargos consultados, estaba mal diseñada. Sin objetivos políticos concretos, con escasas o nulas competencias y sin una aceptación entre los afiliados de base.

Ciudadanos tiene representación en 18 municipios de la provincia. Muchos concejales se quejan de que ni pinchan ni cortan en la provincia. Díaz, esa es la esperanza, puede devolver la ilusión a un partido venido a menos en la provincia. Mejorar el trabajo que hicieron antes Juan Cassá y Teresa Pardo para implantar al partido. A la postre, habrían sido dos experimentos fallidos. Esto son los principales retos a los que se enfrenta Díaz.

Unir al partido

Díaz recibe una herencia complicada. Si se mira la situación en la que está el partido en la provincia hay pocas razones para sonreír. Los concejales de cada municipio ejercen y toman las decisiones como en la república independiente de su casa. Echan en falta un interlocutor directo, alguien que les atienda al teléfono cuando llaman. La sensación de falta de atención en los representantes de los municipios de la Costa y los recelos hacia la dirección andaluza, que siempre han existido, se han intensificado en lo que va de legislatura.

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El mejor ejemplo lo constituye la rebelión interna que se produjo en la designación de los actuales diputados. La cúpula provincial saliente no quiso poner a Juan Carlos Maldonado, a pesar del peso que había adquirido en su etapa como alcalde de Mijas. Las heridas de esa fractura aún no han sanado. Hay dudas sobre si Díaz tendrá capacidad para domar a las fuerzas divergentes dentro de su partido. También sobre si tendrá tiempo para ello. Hasta ahora, el propio Díaz ha defendido siempre que donde se ve más útil para el partido es en el Congreso, lugar en el que ha podido dar rienda suelta a su oratoria y a su credo liberal, con matices conservadores. Una visita a una agrupación de Alcaucín no acaparará los focos de los medios nacionales.

Implantación territorial

Cuando Ciudadanos irrumpió por primera vez en 2015, señaló a la provincia de Málaga como uno de sus puntos estratégicos para expandirse por Andalucía. La capital, Marbella, Torremolinos, Mijas, Marbella… son ciudades que encajaban a la perfección en el 'target' del partido: muchos autónomos y profesionales liberales están asentados en la Costa del Sol. Ciudadanos les prometía una alternativa centrista frente al PP y PSOE. Era el tiempo de «ni rojos ni azules».

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Esa imagen se ha desgastado, a lo que han contribuido errores propios y también la creciente dificultad para posicionarse en un contexto político tan polarizado, como lamentan los propios afiliados. Pero la realidad es que Ciudadanos ha ido perdiendo peso en la provincia. El interior sigue siendo una tierra desconocida, no se ha logrado implantar el partido.

En otras agrupaciones, antaño importantes, los síntomas de desintegración han sido evidentes. Es el caso de Alhaurín de la Torre, donde han dimitido los dos concejales, Francisco Basagoiti y Antonio Lara. En Alcaucín, ídem. El candidato a la Alcaldía de Torremolinos, Nicolás de Miguel, abandonó Ciudadanos para integrarse en el equipo de Gobierno del socialista José Ortiz. Díaz tendrá que demostrar que los municipios no son un asunto de segunda para Ciudadanos.

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Diputación

Todavía no se ha aclarado qué va a pasar en la Diputación, después de que Ciudadanos lanzara el pasado mes de julio un órdago al PP para que sacara a Juan Cassá del gobierno provincial. Nada ha cambiado desde entonces ni el PP está por la labor de retirar a Cassá de su cargo como portavoz. Díaz tendrá que fijar en qué posición queda Ciudadanos. Seguir como si nada o mantener lo dicho en la sesión plenaria, aunque signifique renunciar al abanico de jugosos y bien remunerados cargos de confianza que te da estar en el gobierno de la Diputación. La credibilidad del partido está juego.

Fomentar el debate interno

«El debate interno está mal visto», aseguran varios afiliados consultados por este periódico y piden que las bases del partido se tengan más en cuenta. En las manos de Díaz está abrir las puertas de la sede provincial, que estaría «muy infrautilizada». El descontento es palpable entre muchos afiliados, que se preguntan qué función ocupan dentro del partido.

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Ese descontento se ha reflejado ya en la propia afiliación. «En los mejores tiempos, éramos más de mil. Ahora apenas llegamos a los 500», explica alguien que está en Ciudadanos desde el minuto uno. El mal resultado de las últimas elecciones generales ha generado una paradoja en Ciudadanos: hay más fuerza abajo que arriba. Los medios, sin embargo, siguen acumulados en Madrid. Una brecha que es difícil de romper.

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