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La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera (Madrid, 1969), visitó este lunes Málaga con una agenda que le llevó a un encuentro con universitarios, a un acto en el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la UICN ... en el PTA y acudir a la playa de Malapesquera en Benalmádena. Asimismo, concedió una entrevista a SUR.
–Para el Gobierno, ¿cuál es el nivel de preocupación sobre la situación de sequía en Málaga?
–Es un tema que nos preocupa porque la situación es muy delicada. Es una provincia que está en una demarcación hidrográfica que no depende del Estado, pero eso no significa que nos resulte indiferente porque Málaga es una provincia con un peso importante en términos poblacionales y de actividad económica. Llevamos varios años consecutivos de sequía, con una demanda que es difícil cubrir si esto se mantiene y se requiere disponer no sólo de medidas excepcionales y de emergencia para la sequía, sino también de anticipación, con capacidad de aportar recursos no convencionales y garantizar una eficiencia en el uso del agua que todavía no está reflejado al nivel que requiere una situación como ésta. Por eso nos pusimos a disposición de la Junta. Hoy estamos trabajando juntos para ver cuantas cosas se pueden hacer en el cortísimo plazo para el supuesto de que no lloviera y la situación complicada que nos podemos encontrar a la vuelta del verano, o bien para poder acompañar decisiones de inversión relevantes.
–Una de las medidas que se baraja si no llueve es traer agua a Málaga en barcos-cisternas. ¿Qué inversión tiene prevista el Gobierno? ¿Cómo van los trabajos preparatorios?
–Nuestro compromiso es pagar la desalación del agua y llevarla desde la planta desaladora hasta el puerto donde se pueda cargar. La Junta de Andalucía asume los costes de transporte y la incorporación de ese agua en el sistema de abastecimiento del puerto de destino. Nosotros estamos trabajando en la parte de cómo se ubica eso en la planificación y en la preparación de la capacidad de carga, el incremento de la capacidad de producción de agua en la desaladora y la negociación del precio. La Junta lo que nos comunicó es que estaba en contacto con distintas navieras para poder transportar el agua y en la preparación de la acogida de ese agua en los puertos de destino.
–Pero, ¿la inversión está cuantificada?
–Nosotros pagamos por hectómetro producido más la conducción. El precio del hectómetro de agua desalada producida dependerá mucho de cuál sea el volumen que se requiera y cuántos barcos haya que cargar. A priori no hay una identificación de cuál puede ser el coste final de esa cobertura. Ojalá no se necesite, si se necesita, pues al máximo de la capacidad de producción y de transporte.
–¿Hay fijada una fecha y un volumen de reservas para determinar cuál es el punto crítico donde se activarían los buques-cisternas?
–Eso corresponde a la autoridad en materia de aguas de la demarcación, que es la Junta. Lo mismo que la Junta activa los distintos niveles de alerta, es la competente en determinar cuál es el punto en el que se requiere una aportación adicional. Nosotros estamos pendientes de lo que nos pueda decir la Junta, pero corresponde a la consejería identificar con total claridad y con total transparencia a los ciudadanos y a las administraciones locales de qué estamos hablando en cada momento y cómo evoluciona.
–¿En qué punto está la desaladora de la Axarquía? ¿Cuándo pueden empezar las obras de esa infraestructura?
–La Junta nos pidió poder acceder a una financiación directa para la cobertura de dos desaladoras: una en la Axarquía y otra en Mijas-Fuengirola; nosotros dijimos que sí. En principio se nos dijo que había un proyecto y una identificación de ubicación. Eso estaba más incipiente de lo que habíamos pensado nosotros en un primer momento. En este momento, para una situación de emergencia, lo que tenemos es una puesta a disposición de las comunidades agrarias y de regantes de material que les ayuda a incrementar la dotación de agua. Respecto a la construcción de una nueva planta desaladora, la Junta nos ha pedido que seamos nosotros los que activemos las conversaciones con los usuarios para la identificación del proyecto, su dimensionamiento y la ubicación. Por tanto, le hemos encargado a Acuamed, que ya ha empezado a tener contactos con los distintos usuarios, el diseño de ese proyecto ¿Cuál es el procedimiento para todo esto? Una vez tengamos cuantificadas las estimaciones de necesidad, identificado el mejor proyecto y la mejor ubicación, Acuamed activaría el proceso de tramitación de toda construcción de la planta. Una vez construida se pondría a disposición de la Junta. Estamos hablando de un escenario en el que, como pronto no tendríamos la oportunidad de darle al botón de encendido antes de 2027. Lo mismo ocurre con la de Mijas-Fuengirola, donde hubo un proyecto que quedó preparado en el Gobierno de Zapatero y se canceló en el año 2012. Y, de nuevo, ahora se trata de ver si ese proyecto que ya ha quedado desfasado, puede recuperarse o si hay que activar un proyecto íntegramente nuevo y en su caso, dónde se ubica. Porque evidentemente la realidad de hoy no tiene nada que ver con la realidad de entonces.
–¿El Gobierno va a participar en la ampliación de la desaladora de Marbella?
–No. De nuevo son aguas interiores y es competencia de la Junta y del Ayuntamiento.
–En materia de aguas, ¿el Gobierno está satisfecho con la colaboración que está prestando la Junta en el caso de Málaga?
–Soy partidaria de anticipar riesgos. Se trabaja mucho mejor con seriedad y con anticipación que si hay que hacer las cosas rápidamente en el último minuto. Me hubiera gustado que hubiera habido una anticipación tanto en la planificación hidrológica como en la puesta a disposición de planes de sequía, de planes de emergencia y medidas de emergencia. Dicho lo cual, pues es algo que le compete a la Junta, es su responsabilidad y son quienes deben gestionar y explicar las decisiones que correspondan. Pese a llegar a una situación para la que es posible que no se estuviera bien preparados, nos toca ayudar y estar al lado de 1.600.000 personas que viven en Málaga, con independencia de quién sea competente en cada momento. Por tanto, no quiero generar ningún tipo de ruido ni de enfrentamiento al respecto, porque me parece que el agua es un tema suficientemente serio como para, a pesar de que podamos ver las cosas de forma diferente, intentemos ayudar siempre que se necesite y estar disponibles cuando se nos pide ayuda.
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–En las últimas semanas los agricultores están protestando en las calles y una de las principales críticas es que han puesto en el foco la agenda verde de la UE. ¿Va a haber un cambio en la política comunitaria medioambiental en relación con el sector primario?
–La agenda verde es una política para contar con agua, lograr un uso más eficiente del agua, modernizar regadíos, luchar contra la desertificación, favorecer cultivos compatibles con un clima que cambia o luchar frente a las inundaciones. Todo eso es agenda verde. No creo que los agricultores piensen que el incremento de la temperatura o que haya sequía sea culpa de la agenda verde. Al revés, la agenda verde será lo que nos permitirá afrontar esos desafíos, que antes eran una cosa muy esporádica y ahora son cada vez más frecuentes y más amenazantes. ¿Qué es lo que entiendo que les preocupa? Qué alternativas pueden tener cuando cada vez deben acreditar más cosas y el pequeño agricultor tiene dificultades para acreditarlas mientras que las grandes empresas tienen más facilidad. O cómo se posicionan en este nivel de exigencia, cuando a lo mejor en frontera los productos que entran en el mercado europeo no tienen exactamente los mismos requerimientos. Entonces hay que preguntarse si para los productos que entren de terceros países no se debe pedir condiciones sociales o ambientales equivalentes. Es decir, que yo creo que hay que entender exactamente de qué estamos hablando cuando se traslada este mensaje de la agenda verde. No creo que los agricultores españoles piensen que la culpa es de una agenda climática, que tiene un vínculo muy importante con la disponibilidad de agua.
–Pero ¿le preocupa que se haya puesto en la diana todo lo que suena a medioambiental?
–Me preocuparía mucho que alguien cayera en la tentación de decir 'pido un recreo y no hago nada', porque el cambio climático va a seguir ocurriendo y se va a seguir acelerando. Y si ahora de repente se pone de moda decir 'no hago nada' y dentro de cuatro años me enfrento a una situación mucho peor, ¿qué voy a decir? ¿que me pedí un recreo? Me preocuparía mucho que haya una reacción de determinados grupos políticos, muy cortoplacistas y muy ciegos, de decir pues los paralizo todo. Nos encontraríamos, volviendo al ejemplo del agua, con que paralizo la desaladora porque considero que es ideológica y dentro de unos cuantos años tengo la siguiente sequía y no tengo cómo abastecer agua a mi ciudad. Entonces creo que no sería nada responsable abandonar la agenda verde. Al contrario, creo que hay que acelerar una agenda verde que me permita estar preparados para cosas que están ocurriendo ya. Ahora bien, creo que es legítimo pensar que a lo mejor esto lo que pone de manifiesto es una llamada de atención que requiere solidaridad, compromiso por parte de las administraciones, acompañamiento social, sobre todo con los pequeños agricultores. Creo que es justo que te reclamen atención y facilidad para poder seguir desarrollando su actividad.
–El año pasado se publicaba una información de que Málaga es una provincia en la que la última década se ha duplicado el las instalaciones de energía renovable. ¿Cómo está la situación actual? ¿Hay nuevos proyectos?
–Málaga tiene 1.172 megavatios de potencia renovable eléctrica instalada. De estos, 967 son eólicos, 200 fotovoltaicos y 5 minihidráulicos. Destaca que Málaga cuenta con un 26% de toda la eólica de Andalucía. En cuanto a proyectos, en el ámbito de la Administración General del Estado se encuentra actualmente en construcción una planta fotovoltaica de 53 megavatios en Antequera y Archidona. También se están tramitando otros diez proyectos fotovoltaicos, con una potencia total de 1.177 megavatios. Se ha producido un incremento muy importante en general de las energías renovables, que nos permiten muchas cosas buenas: precios de la luz más asumibles para todos, atraer nuevas actividades industriales, nuevos empleo o más innovación. También vemos que lógicamente tienen puntos en los que debemos trabajar más con el territorio. ¿Dónde y cómo se instalan estas plantas? ¿Cómo de compatibles son con actividades tradicionales? ¿Qué empleo generan? ¿Dónde hay limitaciones ambientales o cuáles son esos criterios de limitación ambiental? ¿Cómo se conectan a la red? Vemos cómo se va avanzando y hay que hacerlo con cuidado y teniendo muy presentes a las comunidades locales. Creo que en Málaga se dan más circunstancias propias. Málaga es la primera o segunda provincia más montañosa de toda España. Es decir, hay una inmensa mayoría de la población concentrada en el litoral, que es una franja muy estrecha. Y enseguida tenemos montaña, donde, por cierto, se da también una falta de equidad que a la gente se le olvida. Es decir, tenemos un Málaga 'rico' del que se ocupan las instituciones en el litoral y que atrae actividad económica. Y tenemos una Málaga de montaña que a veces cae en el olvido. Y creo que necesitamos una Málaga para los malagueños. Malagueños que no se encuentren con problemas de vivienda porque no pueden pagar los alquileres de ciudades que se han vuelto súper atractivas para fondos de inversión o para residentes temporales de terceros países; o malagueños que viven en zonas de alta montaña o del interior, que ven que los servicios no son actualizados porque la visión se concentra en esa franja del litoral. Desde el punto de vista del despliegue de energías renovables, yo creo que necesitamos ser cuidadosos y equilibrados. Desde el punto de vista de ordenación del territorio este mensaje es muy importante. Todas las administraciones, incluida la Diputación Provincial presidida por alguien que vive en el litoral pero que no puede olvidar los pueblos pequeños del interior, deben velar para que haya un crecimiento equilibrado.
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