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GUILLERMO TEJERO MOYA
Domingo, 9 de febrero 2025, 01:00
Si el domingo pasado el Señor proclamaba el año de gracia, este domingo nos encontramos con la primera llamada que hace a los discípulos. La llamada a ser heraldos de la Buena Noticia en todo momento y circunstancia: sin excusas. Muestra de ello es la ... invitación a Pedro a 'remar mar adentro', para encontrar pesca abundante tras una noche de trabajo con las redes vacías. Pese a sus dudas, Pedro se lanza y confía, una confianza que nace de escuchar al Señor. Lava las redes mientras abre el corazón a la Buena Noticia. Y eso hace cambiar su mirada y su vida. Del mismo modo que Pedro acogió la Palabra, si nosotros la escuchamos resonará un eco en nuestro interior que hará brotar la fe. Fe que se torna en espera confiada al aceptar la invitación que el Señor nos hace de remar mar adentro.
Seguramente desde una visión sin Dios, uno diría que es absurdo embarcarse de nuevo. ¿Cuántas veces nos decimos que para qué tanto esfuerzo, tanto amor, tanta entrega? ¿De verdad merece la pena? Cuestiones que, muy al contrario, para Dios no existen. Él siempre apuesta por nosotros. Siempre cree que tenemos mucho por dar, mucho por remar, mucho por sembrar.
Y es que la esperanza cristiana es poner amor cuando nadie cree que el amor sea posible. Es poner perdón a pesar de instalarnos en el rencor. Poner alegría en medio de la tristeza. Es acercarse cuando todos pasan de largo. Eso es remar mar adentro. Lanzarse cada día al plan de Dios, sabiéndonos pecadores como Pedro, pero que, pese a ello, remamos, como Iglesia, en nombre del Señor.
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