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Aunque nacido en la localidad cacereña de Palomero en 1953, Luciano Alonso Alonso se siente malagueño. Una provincia donde ha desarrollado parte de su carrera ... profesional como docente y su vocación política desde las filas del PSOE asumiendo cargos públicos como senador, delegado del Gobierno de la Junta en Málaga, consejero de varias carteras y parlamentario autonómico. Retirado desde 2016 de la primera línea pero no de la política porque, como él mismo dice, «de la política no se jubila uno», Alonso inaugura una serie de entrevistas que SUR ofrecerá cada semana con dirigentes políticos provinciales que ya dieron un paso atrás y ahora analizan y reflexionan sobre la política desde la atalaya de la experiencia y sin las ataduras y servidumbres del día a día.
–En diciembre de 2016 dimitió como parlamentario andaluz, ¿que ha hecho desde entonces?
–Subsanar, porque nunca se puede reparar del todo, cuestiones atrasadas como una mayor relación con mi mujer, mis hijas y mis nietas; estar más tiempo con mis amigos; y aumentar el tiempo para la lectura como elemento de reflexión, ir al cine, escribir un poco y escuchar música. Junto a ello mantengo mi militancia porque el compromiso político sigue intacto y ayudo en mi agrupación.
–Dimitió para afrontar un proceso judicial que finalmente le absolvió del delito de falsedad documental, ¿cómo vivió aquellos momentos?
–Con dolor, tristeza y mucha preocupación para mí y los míos. Estaba absolutamente convencido de mi inocencia. En el proceso judicial tuve cuatro sentencias absolutorias. Es un tema del que ya no quiero ni pensar.
–¿Se sintió suficientemente respaldado por su partido?
–Si lo sucedido tuvo algo de positivo fueron los niveles de afecto no sólo dentro del PSOE, que también, sino de la gente de la calle.
–¿Desde cuándo milita en el PSOE?
–Desde hace 41 años.
–¿Sigue militando?
–Sí, por supuesto.
–¿Cómo vive esa militancia ahora retirado de la primera línea?
–Con toda intensidad.
–De todos los cargos públicos que ha ocupado. ¿con cuál se quedaría?
–He de decir que para mí el partido y la militancia es un instrumento para cambiar la sociedad, no un fin en sí mismo. Por tanto, en cualquiera de los cargos que he ocupado me he sentido extremadamente feliz. Así fue en el Senado porque fue mi primera experiencia institucional y se inició la aprobación de la Ley de Pensiones no Contributivas; viví la época de la Delegación del Gobierno en Málaga, que fue apasionante y donde salieron proyectos como la Ciudad de la Justicia o el Museo Picasso; y después tuve la oportunidad de ser consejero de Turismo, de Comercio, de Deporte, Educación y Cultura, las cuáles son todas mis debilidades. Yo he tenido dos debilidades en mi vida: la educación porque soy docente por oposición y el servicio público.
–De lo que ha hecho en la gestión pública, ¿de qué proyecto se siente más orgulloso?
–De todos porque fueron proyectos colectivos. Por decir uno, que me parece importante, me quedo con el Andalucía Lab, el laboratorio de inteligencia turística. Siempre defendí que el turismo no era un sector sino una industria y por tanto había que llevar al turismo el I+D+i para ser líderes.
–¿Qué le ha quedado por hacer en política?
–Siempre queda mucho. Me hubiera gustado que la Ley de Mecenazgo de Andalucía fuera una realidad así como la Ley de Formación Profesional.
–¿Le hubiera gustado ser candidato a la Alcaldía de la capital?
–Mi nombre sonó, pero me apasionaba más la política autonómica. Tuvimos el que para mí será siempre el mejor alcalde de Málaga, Pedro Aparicio, que cambió esta ciudad; luego tuvimos buenos candidatos y ahora tenemos un candidato de presente y de futuro que es Daniel Pérez.
–¿Cómo ve la política en estos días tan intensos?
–Decir primero que no siento nostalgia. Añadir que nada se puede contemplar hoy con los ojos del ayer. ¿Y por qué? Porque el mundo ha cambiado. Ahí están esas multinacionales tecnológicas que escapan al control de gobiernos y parlamentos; hay una libre circulación de capitales pero no de personas; mucha de esa circulación de capitales termina en paraísos fiscales; la falta de autorregulación por el mundo neoliberal ha traído serias consecuencias; un 10% de la población se ha vuelto más rica y el resto se ha empobrecido; hay un serio problema con la emigración; hay un cambio climático que ya nadie discute; hemos tenido una crisis económica de las hipotecas que no la crearon los trabajadores ni las clases medias pero que han empobrecido a estas clases; y en el caso de España hemos tenido una reforma laboral brutal. Todo eso supone un cambio cualitativo. En ese clima surgen dos partidos como Podemos y Ciudadanos que acaban con la hegemonía de los grandes partidos, PSOE y PP. Una fragmentación de la política que ha generado un nuevo escenario.
–Y en ese escenario, con un Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos, ¿qué papel debe jugar su partido?
–El PSOE tiene una función muy importante donde quiero destacar la legitimidad de Pedro Sánchez. Tiene una legitimidad orgánica tras ganar unas primarias por goleada; tiene una legitimidad democrática al ganar cinco elecciones en el último año; tiene una legitimidad parlamentaria basada en la Constitución; y para mí tiene una legitimidad social que me parece muy importante. Cuando llegó al Gobierno tras la moción de censura lo primero que hace es un gabinete muy atractivo y no se cierra en la gente del partido sino que lo abre a personas de reconocido prestigio; y lo ha vuelto a repetir ahora. Legitimidades que le permiten afrontar cambios profundos como subir las pensiones, el sueldo de los funcionarios, aparcar la ley mordaza, reformar la ley educativa o abrirnos a Europa. Con esas legitimidades, que a mí me parecían imprescindibles, tendremos que ampliar nuestro espectro social. Respecto al Gobierno de coalición es buen acuerdo y vamos a hacer todo lo posible para que se materialice y así dar respuesta y esperanza a los que nos han votado.
–¿Dónde y cómo debe ampliar el PSOE esa base social?
–Hasta ahora el problema fundamental era el de la redistribución de la riqueza porque eso nos permitía mantener el Estado de Bienestar. Pero ahora hay capas sociales, sobre todo muchos jóvenes, que ya hablan de la pre-redistribución, con otras inquietudes como el lugar de trabajo, el precaridado, la brecha salarial entre hombres y mujeres, la transición ecológica o la pobreza. Hay ahí un camino que tendremos que darle respuesta desde nuestras políticas de gobierno porque mucha de esa gente no nos ha acompañado o nos mira con expectativa. Un segundo segmento es que están muy de moda dos conceptos con toques nihilistas: la desilusión y la indignación; hay ahí un grupo de gente que lo que ha hecho es abandonar el relato antiguo, pero aún no ha adoptado un relato nuevo. Por tanto, ese es un segundo grupo donde el partido debe incidir. Y un tercer grupo es que hemos comprobado que había personas de concepto identitario de clase que no nos votaba y se había ido a partidos conservadores o incluso ultras. ¿Qué tiene que hacer el PSOE? Ya no sólo podemos afrontar ese convencimiento desde un punto de vista identitario, que sigue siendo el más importante, sino que tenemos que abrirnos y acercarnos a ellos demostrando que somos capaces de dar respuesta a sus problemas.
–Y ahora hay una oportunidad desde el Gobierno.
–Así es. Ahora hay una oportunidad para dar respuesta a esa demanda.
–¿Cuál es su valoración de la figura política de Sánchez?
–No entro en calificativos. A mí lo que me interesa hablar del secretario general de mi partido es de sus propuestas. ¿Y qué ha conseguido? Mi respuesta en estos momentos y mi valoración de Pedro Sánchez son sus legitimidades para cambiar profundamente la sociedad.
–Andalucía está gobernada por la derecha por primera vez, ¿cómo valora este cambio de gobierno?
–Como militante tengo que dar las gracias a los andaluces porque durante 38 años nos han dado su apoyo y su voto y eso ha producido un cambio en Andalucía. Ganamos las últimas elecciones andaluzas pero por primera vez la suma de las derechas estuvo por encima del PSOE y Adelante Andalucía. Lo que tenemos que afrontar cara al futuro es que necesitamos cambiar esa tendencia. Si antes he dicho que a nivel nacional tenemos que ampliar nuestra base electoral, en Andalucía tiene que ampliarse más. ¿Se puede ampliar? Se debe ampliar ofreciendo a los andaluces una crítica a la gestión del gobierno andaluz, que es mejorable, y también incidir con más intensidad en esos sectores que antes he mencionado.
–A su juicio, ¿por qué la ciudadanía dejó de confiar en el PSOE?
–No creo que haya una causa sola. Desgranar las causas no es fácil. Supongo que hay elementos que han distorsionado la gestión y no se puede ser ajeno a las preocupaciones que ha habido, y a esas nuevas demandas de la sociedad.
–¿Cómo vivió la sentencia de los ERE?
–Con mucho dolor puesto que hay personas con las que he trabajado y a los que tengo un enorme cariño. Siempre respeto las sentencias, pero tengo la convicción profunda que el Tribunal Supremo va a cambiar la sentencia y pondrá las cosas en su sitio.
–En estos años desde que dejó la política, ¿Susana Díaz le ha llamado?
–Cuando sales de la primera línea y el Parlamento pues... en fin no he hablado con Susana Díaz ni con Pedro Sánchez. La vi en el mitin de Pedro Sánchez (en Torremolinos) porque casualmente estaba detrás de ella y la saludé. No tengo una relación de fluidez con ella.
–¿Cómo valora la figura política de Díaz? Hay voces que ponen en entredicho su figura.
–Cuando llegue el momento procesal oportuno, el partido tiene que plantearse no la figura de Díaz, en mi opinión, sino qué compañero o compañera puede dar mejor respuesta a esa ampliación social que necesitamos para poder volver a gobernar en Andalucía. Eso se tiene que hacer en unas primarias y por tanto cuando llegue ese momento se abordará; ahora no es el momento. La figura de Susana Díaz está ahí y la respeto y la valoro.
-Hace unos días, el alcalde de Torremolinos, José Ortiz, dijo que la gestión de la dirección del PSOE en Málaga es «mejorable». ¿Lo comparte?
–Enlazo con lo que he dicho para el partido a nivel nacional y andaluz. La dirección provincial y los militantes en Málaga tenemos que hacer un esfuerzo mayor que el de Pedro Sánchez, que ha ganado cinco elecciones, y que el de Susana, que aunque no gobierne, ganó las elecciones, porque en esta provincia no se han ganado cinco elecciones, sino cuatro ya que perdimos las municipales y eso es un hándicap. Esas municipales coincidieron por primera vez en 20 años con las europeas; ganamos las europeas en Málaga y perdimos las municipales. Ahí el partido tiene que hacer una reflexión de por qué se produjo esa división en el voto. Porque, además, al no ganar las municipales no gobernamos en la Diputación. Cuando hubo socialistas al frente de la Diputación, junto a los alcaldes y la Junta se logró la mayor transformación en infraestructuras educativas, deportivas, culturales y de habitabilidad de los pueblos de la provincia. Por eso es importante recuperar esa gestión que hicieron los presidentes socialistas en la Diputación para una nueva idea de Diputación. Hay que darle un nuevo enfoque a la Diputación que debe pasar por ser una administración que impulse la generación de actividad económica mediante el emprendimiento, el apoyo a los autónomos, el impulso de la economía social,... Además, no comparto el actual silencio de la Diputación ante la supresión de las escuelas rurales y las oficinas de liquidación tributaria o que no se hayan tomado medias para que la banca no sólo haya cerrado sus oficinas en los pueblos sino que no hayan dejado ni un cajero, porque todo ello contribuye a la despoblación. Dicho todo esto, ese es un elemento que debe afrontar la ejecutiva de Málaga. No hablo de nombres sino que tenemos un reto superior porque las elecciones municipales, en un momento de auge del partido, se perdieron en Málaga y esto lo tendremos que revisar seria y serenamente, con altura de miras y ampliando nuestra base social.
–Pero, ¿comparte lo dicho por Ortiz?
–Este no es el momento procesal oportuno. En el congreso provincial será el momento de analizar la gestión, de ver las luces y las sombras, y no estoy preocupado por los nombres. Lo que sí tengo claro es que se necesita que este partido en la provincia recupere la Diputación y que gane unas municipales. Esto requiere un trabajo muy serio del partido porque hay que revisar candidaturas, direcciones locales, ...
–¿Cuál es su relación actual con la dirección del partido en Málaga?
–Bien, bien. No tengo problemas.
–Usted fue consejero de Deportes, ¿cómo vive situación por la que está atravesando el Málaga C. F. ?
–Con mucha tristeza. Nos hemos encontrado con un presidente que no sé cómo calificarle porque la gestión no puede ser peor, además sin dar la cara y dejando caer a un equipo y a una afición. Es una pena.
–¿Cómo le gustaría que le recordaran los ciudadanos?
–No hice nada extraordinario, sino que ejercí un compromiso en un partido político y en la medida de lo posible quise formar parte de la solución de los problemas de los ciudadanos, lo que nunca quise fue ser un problema de los ciudadanos. Lo intenté lo mejor que pude y supe. Nunca mis intereses personales estuvieron por encima de los intereses de los ciudadanos porque eso, entiendo, es un mal servidor público. Por tanto quiero que me recuerden como un servidor público en mi faceta como docente y político.
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