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Germán Girela es el presidente de CSIF en Andalucía. Estos días está visitando las delegaciones provinciales del sindicato y manteniendo reuniones de trabajo y comparecencias ante los medios de comunicación. En su visita a Málaga pasó por el Hospital Regional, donde informó sobre el impacto ... que está teniendo el coronavirus entre los profesionales sanitarios. Acto seguido, atiende a SUR para una entrevista en la que repasa y aborda asuntos como la reforma laboral, la temporalidad en el sector público, la semana de trabajo de cuatro días, la pandemia y cómo la digitalización va a afectar a los empleados del sector público.
Maestro por vocación, aprovecha para reivindicar a los sindicatos como elementos esenciales para mejorar la vida de los trabajadores: «Un mundo laboral sin sindicatos sería un desastre».
–¿En qué se diferencia un sindicalista del CSIF de un sindicalista de uno de los sindicatos de clase?
–Hay diferencias sustanciales. Nosotros somos un sindicato profesional y, sobre todo, independiente. Eso nos distancia mucho de los sindicatos de clase. Solo atendemos a temas de cuestiones laborales de los trabajadores. No andamos con cuestiones de tipo ideológico, que condicionan muchas veces la acción sindical. Absolutamente legítimo, por otra parte. Pero nosotros estamos alejados de eso. Nuestra independencia es fundamental.
–¿Los problemas de los trabajadores del sector público son problemas de lujo si se comparan con los que tienen el resto de trabajadores?
–Los problemas son ciertamente distintos, pero, al final, confluyen en muchos aspectos. Nosotros siempre hemos utilizado las reivindicaciones que hacemos para los empleados públicos como punta de lanza para trasvasar al sector de la empresa privada. La administración tiene que ejercer como motor para condiciones laborales dignas y alejadas de la precariedad. Y las mejoras que se producen en el sector público deben ser un espejo donde se miren las empresas privadas.
–¿Cómo ha impactado la pandemia en el sector público?
–Ha puesto de manifiesto que el sector público está mal dimensionado. Tiene un déficit estructural que ya venía de antes de la pandemia. No hemos sido conscientes hasta que hemos sufrido una eventualidad como la pandemia. Las administraciones han hecho una dejación de funciones en cuanto a previsión de recursos humanos.
–Parte de la opinión pública piensa que el sector público está inflado.
–No está sobredimensionado. La opinión pública tiene cierto desconocimiento sobre esto. Yo creo que la pandemia ha servido para que la gente sea consciente de la importancia de tener unos servicios públicos fuertes. Un ejemplo es el colapso de la atención primaria.
–¿Cree que los gobiernos han dado la respuesta correcta a esta situación de crisis inédita?
–Yo creo que no. Nadie hemos vivido esto anteriormente, pero no se ha dado la mejor de las respuestas. La crisis se ha gestionado a base de parches, pero no se ha ido al fondo del problema.
–¿La sanidad pública en Andalucía ha hecho agua en estos dos años?
–La sanidad pública ha dado la talla por el nivel de profesionales que tiene, que han demostrado la vocación de servicio que tienen. Lo que sí tengo claro es que las administraciones no han puesto todos los medios que tienen a su alcance. Hemos visto como en Andalucía, previo a la Navidad, se ha prescindido de 8.000 profesionales sanitarios. Yo creo que hasta la propia Junta de Andalucía se ha llevado un baño de realidad y ahora son conscientes del error que cometieron.
–El Gobierno andaluz, sin embargo, presume de que se ha contratado a más personal sanitario que nunca.
–Hay mensajes que se repiten siempre. Lo hace el Gobierno de la Junta y lo hace el Gobierno de España. Da igual del color político. Pero la realidad es la que es. Solo hay que pasear por un centro de salud para ver las colas que hay.
–Abro la aplicación de Salud Responde y la primera cita presencial que se me ofrece es para dentro de ocho días. ¿Esto es sostenible?
–Eso es inaceptable. Cuando una persona necesita acudir a la atención primaria tiene que poder hacerlo con cierta normalidad.
–El Gobierno andaluz planteó la semana pasada un plan de choque que contempla pagar horas extra a los profesionales que trabajen por la tarde. ¿Es una solución?
–A mí me parece un parche más. Ese plan no se ha negociado con las organizaciones sindicales y supone una modificación sustancial de las condiciones de los trabajadores. No olvidemos que son los trabajadores que llevan el peso de la pandemia a sus espaldas, que ya están muy cansados. Y ahora lo que se les ofrece es que puedan doblar turnos.
–El embudo en la atención primaria se debe a un problema coyuntural provocado por el aumento de contagios o cree que estamos ante un problema estructural.
–Un problema estructural, sin duda. Otros países han demostrado estar mucho mejor preparados en la asistencia primaria que España.
–Siempre se alude a la dificultad para encontrar a facultativos médicos. ¿Usted es partidario de reducir la nota de corte para estudiar Medicina?
–En el CSIF no hemos hablado sobre esta cuestión. Yo entiendo que la nota de corte es muy elevada. Las universidades de Andalucía tienen capacidad para formar algunos médicos más de los que forman. Pero lo primordial es poner las condiciones para que ese talento se quede en Andalucía.
–Muchos ciudadanos se han sentido desatendidos por la asistencia telemática. ¿Ha demostrado ser una herramienta ineficaz en este tiempo?
–Fruto de la improvisación, la asistencia telemática ha tenido sus ineficiencias. No obstante, la pandemia ha demostrado que el formato de teletrabajo es un formato muy valido, que probablemente haya venido para quedarse. Pero tiene que regularse de forma clara, en un marco normativo claro. La empresa privada nos lleva bastante delantera en esto.
–¿Qué representa el sector público para la economía a nivel andaluz?
–Nosotros entendemos que ningún inversor de fuera invierte en un sitio donde no tiene a unos servicios públicos bien dimensionados y fuertes. El sector público es la base para captar inversiones y para que venga gente a Andalucía. El sector público aporta muchísimo a la economía de un territorio.
–La temporalidad es una de las grandes lacras del mercado laboral en España. ¿Cómo se manifiesta en el sector público?
–El sector público está casi en los mismos niveles de temporalidad que el sector privado. Si me apuras, los supera. Estamos cerca del 30% en temporalidad. De hecho, recientemente, se ha aprobado una ley para reducir esa temporalidad porque sabemos que es uno de los condicionantes que Europa pone para que lleguen los fondos. Es un problema que han generado las administraciones, que han abusado de los contratos temporales.
–¿Cómo ve la semana laboral de cuatro días?
–Hay que hacer estudios serios de la viabilidad de la misma. Si no afecta a los trabajadores en cuanto a condiciones laborales y salariales y, además, incorpora gente al mercado, se puede valorar como favorable. Pero creo que hay que profundizar mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora. No vamos a permitir que las condiciones laborales de los trabajadores empeoren. Alguien podría decir que si se trabaja un día menos esas condiciones mejoran... Sí, pero tenemos que hablar de retribuciones.
–¿Qué valoración hace de la reforma laboral?
–Creemos que esta reforma, que más bien ha sido una 'mini-reforma', avanza en el camino de la doctrina europea de combatir la temporalidad. Refuerza el contrato indefinido y figuras como el fijo discontinuo. Acaba con el despido de empleados públicos por insuficiencia presupuestaria, que era una de las demandas que poníamos en CSIF. Pero sí que es verdad que no zanja cuestiones muy importantes como el marco de la negociación colectiva, que tiene ser simplificado. Vuelve a dejar fuera de la misma a otras organizaciones sindicales como la nuestra, perpetuando a los sindicatos de clase.
–¿Qué pasa con la Ley de Función Pública? ¿En qué estado está?
–Falta pasar su trámite parlamentario. El 2 de diciembre firmamos una acuerdo en la mesa de negociación con la administración. Es una ley absolutamente necesaria para modernizar el marco normativo de los empleados públicos en Andalucía. Esperemos que vea la luz antes de concluir la legislatura.
–Muchos de protocolos covid aún rigen en la atención al público. ¿No cree que ya es tiempo de volver a la normalidad?
–Yo creo que es tiempo de seguir manteniendo la prudencia e invertir en la seguridad de los empleados públicos. La administración sigue sin invertir en los colegios, que son espacios cerrados. No hay ni purificadores de aire ni medidores de CO2. Solo hay mascarillas y geles. Hay que mantener aún todas las medidas de seguridad necesarias.
–¿El curso que viene será un curso sin mascarillas en las aulas de colegios e institutos?
–Yo lo deseo así, creo que es fundamental. La mascarilla no deja de ser un obstáculo.
–La digitalización también ha llegado a la administración pública. ¿Hay colectivos a los que se les está dejando atrás?
–La digitalización no puede dejar a nadie atrás. Luego hay otra cuestión muy importante. Hay que hacerla compatible con que no tenga un impacto lesivo en el número de trabajadores y en la empleabilidad. Tenemos una preocupación muy importante con los proyectos de digitalización que tiene la Junta de Andalucía. Creemos que hay categorías profesionales que se van a ver afectadas y que, de alguna manera, habrá que reclasificar. Por ejemplo, los ordenanza que llevan una documentación de un lado para otro para que sea firmada. Muchos trabajadores se van a quedar sin funciones con la digitalización. La administración tiene que hacer que sea compatible con el mantenimiento del empleo y con la calidad. Es un problema serio.
–¿En qué sectores de la administración pública cree que se tiene que aumentar la oferta de plazas en la provincia de Málaga?
–Básicamente, en sanidad y en educación. Es muy necesario inyectar a más profesionales en el sistema. De los 8.000 contratos que no se renovaron en sanidad, 1.500 estaban en la provincia de Málaga.
–¿Cómo se imagina usted el mundo laboral sin sindicatos?
Pensemos en un mundo laboral sin vacaciones, sin una jornada de trabajo de 35 horas. Pensemos en esos condicionantes que, sin los sindicatos, no formarían parte del mundo laboral. Sería un desastre.
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