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Sobre la estantería del despacho, una colección de pipas son el recuerdo presente de su época de fumador, mientras que en las paredes una serie de litografías de torres mudéjares de municipios de la Axarquía acercan a Rafael Rodríguez a su Sedella natal, donde vio ... la luz en 1962. Retirado de la primera línea política desde enero de 2015, cuando dejó la Consejería de Turismo y Comercio tras la ruptura del pacto entre el PSOE e IU, este veterano militante de izquierdas está centrado en su profesión de abogado en el bufete que comparte con dos compañeros en Muelle de Heredia de Málaga capital.
–¿Qué hizo tras dejar la primera línea política?
–Dedicar un tiempo a la formación para reciclarme en mi profesión como abogado. Hice un máster en Urbanismo en la Universidad de Málaga y me incorporé al despacho, donde me he especializado en derecho administrativo, urbanístico y de contratación pública.
–¿Cuándo empezó a militar en política?
–Con 17 años, cuando estaba en tercero de BUP, entré en Bandera Roja. Dos años después me pasé a Juventudes Comunistas y de ahí al PCE e Izquierda Unida.
–¿Sigue militando?
–Sí.
–¿Ostenta algún cargo orgánico?
–No. Militante muy de base.
–¿La actual dirección provincial de IU cuenta con usted?
–La actual dirección tiene sus propias líneas de actuación, sus propios objetivos y cuenta con las personas que considera más adecuadas y que le pueden aportar ideas. A mí, de vez en cuando, me llama pero el no estar en primera línea significa no estar en primera línea en todos los sentidos.
–¿Qué cargos públicos ha ocupado?
–He sido concejal en el Ayuntamiento de Málaga, vicepresidente de la Diputación Provincial, parlamentario autonómico, donde fui portavoz del grupo parlamentario, y consejero. Orgánicamente fui el coordinador provincial de IU desde 1987 a 2003.
–De los cargos públicos que ha ocupado, ¿de cuál se siente más satisfecho por la gestión desarrollada?
–Me siento razonablemente orgulloso de todas mis etapas porque en todos los ámbitos he estado ilusionado y he procurado ser coherente con las ideas y la actitud ante la vida que uno defiende. A partir de ahí, los resultados, en líneas generales, los considero positivos. Por ejemplo, en la Diputación impulsamos la empresa pública de la vivienda, que jugó un papel muy importante en los pequeños municipios, donde los promotores privados no van; pusimos en marcha algo que el PP posteriormente ha desarrollado como era una especie de marca de calidad de los productos malagueños, que llamamos De Málaga; pusimos en marcha el Plan Estratégico de la Provincia, unas dinámicas muy importantes de promoción del turismo interior o los premios del aceite de oliva. En la Consejería de Turismo también tuvimos una etapa importante para el sector turístico en Andalucía. Cogimos la responsabilidad de turismo en la peor circunstancia posible, en medio de una crisis brutal. En el peor escenario posible, creo que hicimos una buena labor. Me siento satisfecho de la labor desarrollada, del impulso que se dio, de los nuevos ámbitos y horizontes que se abrieron y del mecanismo de consenso que se implantó con todo el sector. Los resultados fueron tangibles. En tres años escasos, Andalucía recuperó un liderazgo turístico en el turismo nacional e internacional y abrió perspectivas para consolidar una oferta turística de calidad.
–Cuando fue nombrado consejero de Turismo, desde el sector había ciertos recelos hacia IU, ¿cómo vivió aquello?
–Las reticencias las leí más que las viví. Cuando alguien gobierna y gobierna desde la izquierda y desde IU no puede pretender que sea aplaudido por todo el mundo. Quien gobierne queriendo ser aplaudido por todo el mundo se engaña a sí mismo y engaña al resto. Gobernar es seleccionar objetivos y priorizarlos en función de los recursos disponibles. Y eso, lógicamente, no genera unanimidades porque en la priorización hay sectores que salen favorecidos y otros que se consideran menos favorecidos. Pero mi equipo y yo no vivimos en mi etapa de consejero de Turismo reticencias genéricas. Desde el primer momento tuvimos claro que gobernar desde la izquierda significaba dos elementos fundamentales. Uno era saber gobernar y saber gestionar los recursos con eficacia y eficiencia. El otro elemento era gobernar de otra forma, no sólo en cuanto a prioridades y en cuanto a ideología, que también, sino en cuanto a actitud; nosotros gobernamos con una política de horizontalidad y participación como yo creo que nunca se ha visto en materia turística en Andalucía. El sector, desde el primer momento, no se vio como receptor de las políticas del gobierno, sino que se vio como coautor de las políticas del gobierno.
–¿Alguna espina política que tenga clavada?
–Siempre hay espinas políticas, pero la vida hay que mirarla desde la clave positiva y la experiencia positiva. Lo más importante, sobre todo de cara a la nueva etapa política que se ha abierto en España, es que cuando se gobierna hay que ser capaz de gestionar las contradicciones interna y externamente. En aquel momento, a IU nos supuso ciertas dificultades asumir cómo se gestionaban las contradicciones. Espero que en esta nueva etapa todo el mundo haya aprendido de las experiencias anteriores y sepamos capaces de gestionar bien las contradicciones. Y un segundo elemento fundamental es que hay que ser capaces de poner en valor interna y externamente nuestra gestión, es decir, proyectar, educar políticamente y generar ideología.
–Desde sus tiempos, ¿ha cambiado mucho la política?
–Sí.
–¿En qué lo percibe?
–En que se presta más atención al titular que al contenido. Se ha puesto sobre la mesa como una línea de acción política los exabruptos más que el contenido de las propuestas. Iba en decir que se hace política en 140 caracteres, pero a veces se hace en menos de 140 caracteres y eso distorsiona el mensaje y los contenidos.
–¿Cómo ve actualmente la situación política del país?
–Hoy se plantea muchas veces la política sólo como si existiera el blanco o el negro y los matices de los grises no se valoran, no se tienen en cuenta. En política es muy importante saber dónde está el blanco y el negro pero también es muy importante conjugar los grises para sacar conclusiones y políticas positivas para la gente.
–¿Cómo ve el nuevo Gobierno de coalición en España?
–Con ilusión porque se ha abierto una etapa importante en España con este Gobierno de coalición. Siempre defendí que IU es una fuerza de la calle y de gobierno. Tenemos la responsabilidad de demostrarle a todos los ciudadanos que somos un instrumento útil para resolver sus problemas, mejorar su calidad de vida, generar perspectiva de futuro; eso se hace desde la calle pero también desde el gobierno. A veces para hacer política no hace falta mucho dinero, sino muchas ideas y muchas ganas. Estoy convencido de que la gente que está en el Gobierno representando a IU y a Unidas Podemos le sobran ganas, ilusión e ideas. El nuevo Gobierno abre una puerta importante para demostrar que otra política, otras prioridades y otra forma de gobernar y de pensar en la gente es posible.
–¿Qué sintió cuando entraron comunistas en el Gobierno?
–Lo he visto con cierta normalidad. Yo soy comunista y he estado en muchos gobiernos. Quiero decir que la presencia de comunistas en los gobiernos de nuestro país ha estado muy normalizada por parte del conjunto de la ciudadanía, que ha visto a comunistas gobernando en sus ayuntamientos, comunidades o diputaciones, y, además, gobernando bien, con sentido común y con prioridades y políticas de izquierda. La presencia de comunistas en gobiernos por parte de la ciudadanía ha estado mucho más normalizada que por parte de determinadas élites económicas y mediáticas que siguen viviendo en un rincón de la historia, estigmatizando a los comunistas y son los que han habrán visto con más recelo la presencia de comunistas en el Gobierno de España. Para mí lo importante no es sólo el momento de formar Gobierno, que es importante, sino que la gran batalla es al día siguiente. Y esa batalla debemos ser consciente del momento histórico que vivimos, del contexto europeo e internacional, y de que en ese contexto España se puede convertir en un faro que alumbre perspectivas y esperanzas a todas las clases trabajadoras y que han sufrido o están sufriendo la crisis en Europa.
–Algunos sectores utilizan despectivamente el término comunista.
–Hay una parte de la derecha española que está incorporando unos términos guerracivilescos, que me preocupa. Es una parte reducida, pero con mucho eco. Sobre todo, encuentra eco en algunos libelos periodísticos que tiene su proyección nacional. La incorporación de los términos guerracivilescos no ayuda a construir una sociedad de futuro. La incorporación de Vox a la escena política española en primer plano ha traído consigo que a la vida política española se incorpore esa derecha radical, ultraderecha que en Europa también existía, pero con un lenguaje más violento del que existe en general en esa misma derecha en Europa; y, en segundo lugar, en el PP se ha dado un relevo generacional que ha incorporado a la primera línea a personas que no vivieron la Transición y que incorporan el discurso y el pensamiento más radical de la derecha y un lenguaje beligerante y excluyente, una política de trinchera, que veo con preocupación.
–¿Qué espera del Gobierno?
–Que no defraude. Estoy convencido de que no va a defraudar, aunque hay un contexto muy complicado. Si ya desde la izquierda gobernar es complicado, en este contexto donde no se tiene mayoría absoluta, es más complicado si cabe. Espero que sepan administrar con inteligencia el escenario y que trasladen a los ciudadanos que es posible gobernar de otra forma, con otras prioridades y pensando en la mayoría de la gente.
–¿Cuál es su opinión sobre Alberto Garzón?
–Es un hombre con una trayectoria profesional y académica brillante y con una trayectoria de militancia social importante. Él entró en la política desde la actividad social, desde el 15-M y todo lo que significó aquel revulsivo a la política española, y a partir de ahí ha jugado un papel importante en la vida política. En IU, ha tenido la responsabilidad de ser nombrado coordinador general en un momento muy complicado y creo que los resultados están siendo razonablemente positivos.
–Algunos sectores de IU critican que hay un cierto entreguismo en estos años de IU a Podemos.
–Creo que hay que distinguir dos ámbitos. El primero es si IU debería hacer coalición con Podemos; y ahí estoy de acuerdo con el trabajo realizado, no había otra salida más positiva para la gente a la que representamos y para mejorar la vida de esa gente que llegar a una coalición con Podemos para articular y aglutinar en una sola fuerza política todas esas energías y tener más fuerzas para hacer valer nuestras políticas y nuestras prioridades. Por lo tanto, en IU puede haber gente que no esté de acuerdo con ese proceso de coalición, pero yo creo que es muy positivo y difícilmente reversible. Otra cosa distinta es si una vez que se hace el acuerdo de coalición eso significa que IU no tenga voz propia; y ahí yo ahí tengo mis matices. Con el acuerdo de coalición con el grupo confederal de Unidas Podemos, IU sí podía tener mayor proyección y haber tenido mayor iniciativa y mayor discurso público.
–Gran parte de Podemos es una rama del tronco de IU. Más allá de los acuerdos para ir juntos en las elecciones, ¿no deberían crear una sola organización política?
–Eso es un devenir que el propio desarrollo de los acontecimientos irá marcando. Siempre he defendido que las siglas políticas son meros instrumentos al servicio de un programa, una ideología y una clase social. En su día, el PCE se integró en IU y cedió prácticamente todas sus competencias institucionales y electorales porque consideró que era un paso importante para defender mejor y con mayor fuerza el proyecto. ¿El futuro? Ya veremos. Desde mi punto de vista entra dentro de lo razonable que en un futuro próximo se llegue a un nuevo sujeto político, a la fusión de Podemos e IU en un nuevo partido. El cómo se gestione esta etapa de Gobierno actual va a ser decisivo a la hora de ver cómo se va a articular todo el espacio político que actualmente representa Unidas Podemos, donde conviven fuerzas políticas de ámbito estatal, pero también fuerzas territoriales.
–¿Cómo está viendo el cambio de gobierno en Andalucía?
–Todos los discursos apocalípticos están, afortunadamente, condenados a fracasar. Está condenado a fracasar el discurso apocalíptico que decía que la presencia de los comunistas en el Gobierno de España iba a convertir a España en un país subdesarrollado. Y también estaba condenado a fracasar el discurso apocalíptico que decía que la entrada del PP en la Junta iba a significar un borrón y cuenta nueva, un punto y aparte en la realidad política, social e institucional de Andalucía. Las alternancias políticas entran dentro de la normalidad y la lógica democrática, sin que haya que generar discursos apocalípticos cada vez que una alternancia se vaya a producir. Dicho esto, el PP está actuando con inteligencia para normalizar en el ideario colectivo que puede gobernar una comunidad tradicionalmente de izquierdas como Andalucía y eso exige matizar sus políticas, no generar rupturas, no generar grandes elementos de confrontación social, sectorial o ideológica.
–Usted fue candidato a la Alcaldía de Málaga y se midió a Francisco de la Torre. Usted dejó la política municipal y el regidor ahí sigue.
–Es un caso singular. Hay que reconocer que es un gran mérito para una persona, se llame como se llame, el estar tantos años con mayoría. La gente no es tonta cuando vota. Ni cuando vota a IU ni cuando vota al PP o al PSOE. La gente, en líneas generales, vota en función de sus percepciones y preferencias. Paco de la Torre ha sido capaz de mantenerse y es un gran mérito. También significa que desde la izquierda no hemos sido capaces, me meto yo en primer lugar que fui candidato y perdí las elecciones con De la Torre, de articular una alternativa que generara ilusión y empatía y seguimos sin hacerlo. Tenemos que reflexionar sobre ello y cómo generar una alternativa en Málaga que ilusione y genere mayorías. Desde la izquierda no debemos esperar a que la gente se canse de votar a Paco de la Torre y el PP y entonces vengan a votar a la izquierda en una especie de voto cansino o desilusión, sino que debemos ser capaces de generar un voto de ilusión, un voto de fuerza, de empuje y eso no hemos sido capaces de hacerlo en estos años.
–¿Echa de menos la política?
–A ratos. Yo entré en la política desde la percepción de cambiar las cosas, de ser útil para crear algo nuevo, distinto y ese gusanillo está siempre. Pero en la vida cada uno se tiene que adaptar a la acera desde donde le corresponde estar y yo ahora estoy en la acera profesional y no me quejo.
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