La llegada de seis nuevos radares de velocidad en la provincia de Málaga ha vuelto a poner sobre la mesa el eterno debate: ¿radares para recaudar o para mejorar la seguridad vial? Estas últimas semanas se ha caldeado el ambiente entre aquellos que consideran ... que la colocación de estos cinemómetros se hace por la seguridad vial y aquellos que no ven más que cajas registradoras con afán recaudatorio. Aunque al parecer, los segundos son mayoría. Un sesenta y tres por ciento de los malagueños aseguran estar de acuerdo (treinta y ocho por ciento) o muy de acuerdo (veinticinco por ciento) con la siguiente afirmación: «Creo que las cámaras de velocidad/cámaras de tráfico están ahí solo para generar ingresos para las autoridades municipales y no para la seguridad de los usuarios de la vía». Mientras que uno de cada dos ciudadanos considera que el estado actual de las carreteras en Málaga pueden llegar a generar situaciones de tráfico peligrosas. Así lo refleja la última encuesta sobre la seguridad vial Urban Road Safety Index (URSI) de 2024, realizada por la empresa Cyclomedia. La encuesta, que toma como base la opinión de 11.982 encuestados de treinta y nueve ciudades europeas, refleja el descontento y aprobación en diversos aspectos relacionados con la seguridad vial, tanto a nivel nacional como local.
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Los datos extraídos de este estudio centrado en la seguridad de las carreteras europeas, informe al que ha tenido acceso este periódico, vuelve a sacar a colación algunos temas controversiales, como la velocidad máxima permitida en las ciudades, donde los habitantes de las ciudades españolas coinciden en gran medida, más que los residentes de otros países, con la afirmación de que reducir el límite máximo de velocidad a veinte millas por hora (unos treinta kilómetros por hora) en los centros urbanos sería bueno para la seguridad del tráfico. De hecho, España es uno de los países europeos que más cree que reducir la velocidad máxima en las ciudades a treinta kilómetros por hora ayudaría a mejorar la seguridad vial. En Málaga, un sesenta y nueve por ciento está de acuerdo con esta afirmación.
A pesar de demandarse una reducción de la velocidad límite por parte de los encuestados, entre los malagueños se respira un aire de seguridad general con el tráfico de la ciudad. Más del ochenta por ciento de los malagueños encuestados se sienten seguros (cincuenta y siete por ciento) o muy seguros (veinticinco por ciento) con el tráfico de la ciudad. Un dato que choca de manera directa con el número de malagueños con miedo a utilizar las carreteras de su ciudad por sufrir un accidente (un veintiún por ciento de los encuestados confiesa tener miedo a la hora de conducir por su ciudad y un siete por ciento, mucho miedo).
Según la encuesta realizada, los ciudadanos lo tienen claro: Málaga no está preparada para las nuevas formas de transporte y movilidad que van surgiendo en la ciudad. Tal es el punto de disconformidad en este aspecto, que más de la mitad de los malagueños encuestados (cuarenta y un por ciento de acuerdo y diecisiete por ciento muy de acuerdo) considera que la seguridad vial en la ciudad está empeorando a causa de «la falta de equipamiento ante las nuevas formas de transporte urbano». Lo mismo ocurre con los vehículos eléctricos, donde España muestra una deficiencia de infraestructuras que acaba perjudicando de manera directa a esta tipología de vehículos. Siete de cada diez malagueños cree que el número de cargadores disponibles en la ciudad para la carga de vehículos eléctricos es insuficiente. Otras medidas tomadas por la dirección de la ciudad también muestran una fuerte impopularidad entre los ciudadanos, como la constante peatonalización del centro y la prohibición a la entrada de vehículos en el mismo. Tan sólo un doce por ciento de los malagueños encuestados estaría de acuerdo en prohibir la entrada de los coches en los centros de las ciudades.
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El pasado jueves diez de octubre el Pleno del Congreso votó la proposición no de ley del grupo socialista de reducir la tasa máxima de alcohol permitida a 0,2 gramos por litro de sangre, siendo aprobada por mayoría. Si bien es un paso más para tener una carretera libre de alcohol, para los ciudadanos no es suficiente. Un ochenta y seis por ciento de los malagueños encuestados cree que reducir la tasa de alcohol permitida a cero sería una buena idea y la consensuan.
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